Certificados COVID revelan bolsas de resistencia en Europa

Los planes de Italia y Alemania de exigir un certificado de salud para actividades sociales corrientes han impulsado las solicitudes de vacunaciones contra el COVID-19

AP Noticias
Domingo, 01 de agosto de 2021 04:59 EDT
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CORONAVIRUS-EUROPA-ANTIVACUNAS (AP)

Los gritos de “¡Libertad!” han resonado por las calles y plazas de Italia y Francia donde miles de personas mostraron su oposición a los planes de exigir certificados de vacunación para actividades sociales corrientes como cenar en espacios cerrados en restaurantes, visitar museos o acudir a estadios deportivos.

Los líderes de los dos países ven los certificados, conocidos como “Pase Verde” en Italia y “pase de salud” en Francia, como necesarios para impulsar la tasa de vacunación y convencer a los indecisos.

El primer ministro italiano, Mario Draghi, comparó el mensaje antivacunas de algunos líderes políticos con “una llamada a morir”.

El anuncio del inminente requisito ha funcionado y las solicitudes de vacunación se han disparado en los dos países.

Aun así, quedan bolsas de resistencia de personas que lo consideran una intromisión en sus derechos civiles o tienen reservas sobre la seguridad de las vacunas. Unas 80.000 personas protestaron en ciudades de toda Italia el fin de semana pasado, mientras que miles de personas han marchado en París los últimos tres fines de semana, y en ocasiones han chocado con la policía.

En general, los países europeos han hecho grandes avances en sus tasas de vacunación en los últimos meses, con o sin incentivos. Ningún país ha hecho obligatorias las vacunas, y las campañas para convencer a los indecisos son muy diferentes entre sí.

Dinamarca fue pionera en los pases de vacunas y encontró pocas resistencia. Bélgica requerirá un certificado de vacunas para asistir a eventos al aire libre con más de 1.500 personas para mediados de agosto, y eventos en interior para septiembre. Por ahora, Alemania y Gran Bretaña se han resistido a una estrategia general, mientras que las vacunas son tan populares en España que no se considera necesario introducir incentivos.

En Francia e Italia, las manifestaciones contra pases de vacunas o restricciones para frenar el virus en general producen alianzas improbables, a menudo de extremos políticos. Incluyen a partidos de ultraderecha, activistas de la justicia económica, familias con niños pequeños y personas que rechazan o tienen miedo a las vacunas.

Muchos dicen que los requisitos de las vacunas son una fuente de desigualdad que fomentará la brecha en la sociedad, y señalan incómodas referencias históricas.

“Estamos creando una gran desigualdad entre ciudadanos”, dijo un manifestante en Verona, que se identificó sólo como Simone porque dijo que temía por su vida. “Tendremos ciudadanos de primera clase, que pueden acceder a servicios públicos, al teatro, vida social, y ciudadanos de segunda clase, que no pueden. Esto ha llevado al Apartheid y al Holocausto”.

Algunos manifestantes en Italia y Francia han llevado Estrellas de David, como las que los nazis obligaban a llevar a los judíos durante la II Guerra Mundial.

Los sobrevivientes del Holocausto han descrito la comparación como una distorsión de la historia.

“Son locuras, gestos de mal gusto que se solapan con la ignorancia”, dijo Liliana Segre, una sobreviviente del Holocausto de 90 años y senadora vitalicia en Italia. “Es una época de tanta ignorancia, de violencia que ya ni siquiera se persigue, que se ha vuelto fértil para estas distorsiones”.

Las comparaciones similares en protestas en Gran Bretaña han recibido una firme condena. Uno de los activistas más conocidos contra la cuarentena, Piers Corbyn, hermano del exlíder del Partido Laborista Jeremy Corbyn, fue detenido este año tras distribuir un panfleto que contenía esa comparación, y mostraba el campo de concentración de Auschwitz.

El pase de salud francés hace falta en museos, cines y lugares turísticos, y entra en vigencia en restaurantes y trenes el 9 de agosto. Para conseguirlo, la gente debe haber completado su vacunación, tener un negativo reciente en una prueba diagnóstica o presentar pruebas de que se recuperaron hace poco del COVID-19.

Los requisitos son menos estrictos en Italia. Sólo hace falta una dosis de la vacuna y afecta a los restaurantes con espacios abiertos, cines, estadios, museos y otros lugares de reunión a partir del 6 de agosto. Se estudia ampliar la medida a los transportes de larga distancia. También se puede acceder con una prueba diagnóstica negativa de las últimas 48 horas o si la persona acredita haberse recuperado del virus en los últimos seis meses.

La demanda de las vacunas en Italia aumentó en hasta un 200% en algunas regiones después de que el gobierno anunciara el Pase Verde, según el comisario especial de vacunas del país.

En Francia, casi 5 millones de personas recibieron la primera dosis y más de 6 millones recibieron la segunda en las dos semanas después de que el presidente, Emmanuel Macron, anunciara que el pase del virus se ampliaría a restaurantes y muchas otras sedes públicas. Antes de eso, la demanda de vacunas llevaba semanas en declive.

Un 15% de los italianos aún recela de las inyecciones: el 7% se describe como indeciso y el 8% como antivacunas, según un sondeo de SWG. La encuesta a 800 adultos, realizada el 21 y 23 de julio, tiene un margen de error de más menos 3,5 puntos porcentuales.

Los motivos más importantes para dudar o negarse a la vacuna, que mencionaron más de la mitad de los entrevistados, eran el miedo a efectos secundarios graves y las preocupaciones porque las vacunas no hubieran pasado controles suficientes. Otro 25% dijo no confiar en los médicos, el 12% dijo que no tenía miedo del virus y el 8% negó que existiera.

Eso deja algunos segmentos de población a los que resulta difícil llegar.

Unos dos millones de los 60 millones de italianos siguen sin vacunar, pese a haber tenido prioridad en primavera. Sólo en Lombardía, el epicentro del brote italiano, quedan miles de personas sin inmunizar.

La ciudad de Milán ha desplegado camionetas con vacunas y otros suministros que acuden a un barrio distinto cada día. Tratan de llegar a los reacios con panfletos y publicaciones en medios sociales e inmunizan a 100-150 personas al día con la vacuna monodosis de Johnson & Johnson.

Rosi De Filippis, de 68 años, se vacunó por la presión de una hija.

“En cualquier caso, se ha hecho un poco obligatorio”, dijo De Filipiis. “Al principio no sabíamos todo lo que sabemos hoy. De modo que decidí pasar sin ella”.

Los negocios en Italia y Francia aceptan los pases a regañadientes, entre preocupaciones sobre cómo pueden empresas privadas vigilar el cumplimiento de una política pública. La experiencia de Dinamarca sugiere que el seguimiento de la norma se hace más fácil conforme pasa el tiempo y sube la tasa de vacunación.

“El primer par de meses no fue bien”, recuerda Sune Helmgaard, que sirve reconfortantes platos tradicionales daneses en su restaurante de Cophenhague. En primavera, las tasas de vacunación aún eran bajas y los clientes no siempre conseguían hacerse la prueba a tiempo.

Pero ahora que más del 80% de los daneses que pueden vacunarse han recibido al menos una dosis y más del 60% han completado la pauta, el negocio de Helmgaard está de vuelta a los niveles previos a la pandemia.

“La gente se siente más segura”, dijo, “de modo que los daneses están bastante felices de mostrar su pase”.

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Periodistas de Associated Press en toda Europa contribuyeron a este despacho.

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