Los Juegos de la Perseverancia se acercan a su fin

Retrasados un año por la pandemia, los Juegos Olímpicos de Tokio finalmente llegan a su fin después de poco más de dos semanas agotadoras, enriquecedoras y, por momentos, exasperantes

AP Noticias
Sábado, 07 de agosto de 2021 23:17 EDT
LOS JUEGOS DE LA PERSEVERANCIA
LOS JUEGOS DE LA PERSEVERANCIA (AP)

Agotadores, enriquecedores y, por momentos, exasperantes, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 llegarán a su fin el domingo cuando se apague el pebetero.

Imperfectos más ni imposibles, estos Juegos —celebrados prácticamente a la fuerza a pesar de una pandemia, y que desataron escepticismo a nivel mundial y una firme oposición de los propios japoneses— podrían pasar a la historia como la justa que cambió al deporte para siempre.

Estos fueron los Juegos Olímpicos en que los deportistas alzaron la voz. Fueron los Olímpicos en que la salud mental se volvió tan importante como la física. Los Olímpicos en donde las historias de perseverancia opacaron a los resultados deportivos.

No fueron sólo aquellos que subieron al podio en una justa analizada con microscopio, en donde los análisis de saliva y las camas de cartón eran parte de la vida diaria. Fueron todos los participantes.

Sus voces fueron escuchadas a través de cientos de recordatorios de que su salud mental y física no estaba a la venta, ni siquiera para un gigante de 15.500 millones de dólares que es dueño de muchos de sus más grandes sueños.

Sus voces se reflejaron notablemente en las palabras de Simone Biles quien en los primeros días reinició la conversación al retirarse del programa de gimnasia al declarar que su bienestar era más importante que las medallas.

“Fue algo que no estaba en mi poder. Al final del día, mi salud física y mental es mejor que cualquier medalla”, dijo Biles, quien se ausentó de la mayoría de las justas después de sufrir episodios de desorientación, conocidos en el argot gimnástico como “twisties”.

Y en Naomi Osaka, la tenista que encendió el pebetero en la ceremonia de inauguración, pero únicamente después de pasar buena parte del verano insistiendo en que el mundo la escuchara —en verdad le prestara atención— y no solo viera su actuación sobre las canchas. La deportista mejor pagada del planeta y la imagen del país sede enfrentaba expectativas difíciles de manejar.

“Definitivamente siento que había mucha presión por esto”, dijo Osaka.

Cientos de deportistas encontraron alguna manera de alzar sus voces de una manera que no habían considerado hasta Tokio 2020 —y los turbulentos 18 meses que le precedieron.

Aprendieron a hablar de lo que se sentía sacrificarse y ajustarse durante cuatro años, luego cinco, para venir a los Juegos sin familiares ni amigos, para mostrarse, para saber que serían juzgados no por lo que son, sino por qué tan rápido corren, o disparan o si caen bien.

“He tenido miedo de que me valoren por si gano o pierdo”, escribió Allyson Felix la mañana previa a ganar la medalla de bronce en los 400 metros que la convirtió en la corredora más condecorada en la historia de los Juegos Olímpicos. “Pero en este momento he decidido dejar atrás al miedo. Entender que yo soy suficiente”.

Las voces se levantaron en todas las formas y tamaños. Una pesista transgénero, una skater no binaria, y Quinn, la primera deportista olímpica abiertamente transgénero en ganar una medalla de oro. Skaters adolescentes y surfers en busca de la ola más temerosa —la mayoría de los cuales nunca soñó en estar en un escenario olímpico— abrazándose y compartiendo consejos, recordándonos a todos que esto se supone que debe ser divertido.

Tejieron historias de deportivismo: Los saltadores de altura que se enfilaban a un tenso desempate por el primer lugar, pero decidieron dar un paso atrás para decirle a un comisario que ambos deberían ganar el oro.

Y de activismo: Jugadores de fútbol programados a disputar el encuentro por la medalla de oro bajo el calor abrasador del mediodía en el Estadio Olímpico, y decidiendo que merecían algo mejor. Los mejores jugadores de tenis del mundo exigiendo que se reprogramaran sus partidos, una petición que había caído en oídos sordos hasta que la española Paula Badosa salió de la cancha en silla de ruedas víctima de un golpe de calor y que el ruso Daniil Medvedev le dijo al juez de silla: “Puedo terminar el partido, pero me puedo morir. Si me muero, ¿tú vas a ser el responsable?

Y de salud mental: En una entrevista posterior a su carrera, el velocista Noah Lyles reconoció que su presencia en la justa no fue solo para competir, sino para difundir un mensaje que se convertiría en lema de una justa organizada en momentos muy delicados: Está bien no estar bien.

Y de igualdad de género e inclusión: El Comité Olímpico Internacional agregó cinco nuevos deportes y 18 nuevos eventos al programa de Tokio para crear un mismo número de justas para hombres y mujeres en cada disciplina, salvo por el béisbol y el softbol. Pero cuando a la primera nadadora británica de raza negra se le negó permiso de utilizar una gorra que cubriera su voluminoso afro, la conversación sobre la falta de diversidad en la piscina subió de volumen.

“Solo quiero que la gente sepa que sin importar tu raza o tus antecedentes, si no sabes nadar, entra y aprende a nadar”, dijo Alice Dearing, cofundadora de Black Swimming Association, después de la competencia de nado en aguas abiertas femenino. “No permitas que nadie te diga que eso no es para ti”.

El presidente del COI, Thomas Bach, dijo dos días antes de la clausura que la justa de Tokio “superó por mucho mis expectativas personales” porque una vez que se prohibió la asistencia de aficionados como medida preventiva durante la pandemia, temía que “estos Juegos Olímpicos pudieran convertirse en unos Juegos Olímpicos sin alma”.

En su lugar, dijo, descubrió que la intimidad de las arenas vacías creó una atmósfera más intensa. “En muchos de los casos no te dabas cuenta de que no había espectadores”, declaró. “Tal vez en algunos casos incluso se pudo experimentar mejor y más de cerca los sentimientos de los deportistas que si estuvieran rodeados por tantos espectadores”.

El trabajo de Bach es calificar los Juegos Olímpicos como un éxito. Aunque, tal vez, ese objetivo se cumplió simplemente llegando a la línea de meta. Pero, sin lugar a dudas, hubo momentos memorables y espectaculares.

— Italia sorprendiendo al mundo al establecerse como una potencia en las pruebas de velocidad con el inesperado triunfo de Marcell Jacobs en los 100 metros, seguido del equipo de los “Cuatro Ferraris” que ganó otra medalla de oro en el relevo 4x100.

— Caeleb Dressel ganando cinco oros en la piscina.

— El oro de Sunisa Lee en el programa individual. Y el hecho de que, en estos juegos donde se disparó el uso de redes sociales y TikTok se estableció como la plataforma predilecta de los deportistas, Lee atribuyera su bronce en las barras asimétricas a las distracciones creadas por su nueva fama en internet.

“Creo que todo el mundo estará bastante contento de que se lleve a cabo este evento en los tiempos en los que vivimos en este momento”, dijo Alexander Zverev después de ganar el oro en el singles masculino para Alemania.

Aunque hubo protestas intermitentes —un grupo de cerca de 10 personas fuera de la final del tenis varonil, suficientes para que los jugadores pudieran escucharlos, y otra pequeña manifestación al exterior del Estadio Olímpico durante la ceremonia de inauguración y antes de los eventos de atletismo—, los japoneses tuvieron motivos para celebrar. La nación sede se fijó el objetivo de ganar 30 preseas en Tokio y estuvo a punto de duplicar su cosecha con 56 metales hasta la noche del sábado.

Fuera de la burbuja olímpica, los casos diarios de COVID-19 se dispararon en Tokio hasta alcanzar números récord, aunque Bach exoneró a los Olímpicos porque los 11.000 deportistas estuvieron lejos de la población y las pruebas diagnósticas que se les practicaba regularmente al resto de los involucrados en la justa arrojó tasas extremadamente bajas de infección.

La pandemia persiste, y los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing están programados a inaugurarse en apenas seis meses. Y el COVID-19 es apenas uno de los problemas que enfrenta la próxima justa. El COI ha rechazado varias peticiones recientes de retirarle los Juegos a China por acusaciones de violaciones a los derechos humanos.

“Nuestra responsabilidad es hacer los Juegos”, dijo el portavoz del COI, Mark Adams. “Es responsabilidad de otros —Naciones Unidas que siempre han apoyado a los Juegos Olímpicos y de otros gobiernos lidiar con ello— y no nos corresponde. El COI debe permanecer neutral”.

Sin embargo, el COI sí se involucró cuando Bielorrusia intentó repatriar a la velocista Krystsina Tsimanouskaya después de que criticó a sus entrenadores en redes sociales. Ayudó a intervenir mientras ella viajaba a Polonia con una visa humanitaria. Posteriormente, expulsó a dos entrenadores bielorrusos y les retiró sus acreditaciones olímpicas por su participación en el caso de Tsimanouskaya.

Los Juegos, desde luego, continuarán. Siempre. Japón le entregará la bandera a Francia el domingo de cara a la justa de París 2024. Los organizadores se despedirán con una ceremonia con el tema de “Mundos Compartidos” diseñada para que deportistas y espectadores “piensen en lo que nos depara el futuro” y “expresa la idea de que cada uno de nosotros vive en su propio mundo”.

Los deportistas lo vivieron en Tokio, donde los Juegos Olímpicos serán recordados por siempre como los Juegos de la Perseverancia.

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