Jon Hopkins: “Tenía una sesión de ketamina y regresaba con notas”

El artista nominado al Grammy creó su nuevo álbum para complementar la terapia psicodélica. Conversó con Kevin EG Perry sobre cómo es hacer música en una cueva ecuatoriana remota y afirma que debemos escuchar lo que las plantas nos dicen

Miércoles, 10 de noviembre de 2021 15:24 EST
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En agosto de 2018, apenas unos días después de haber encabezado un alocado Wilderness Festival en Oxfordshire, el visionario artista de música techno Jon Hopkins se ató a una cuerda delgada para bajar 200 pies (60 metros) a un antiguo sistema de cuevas en las profundidades de la selva amazónica de Ecuador. “No soy un intrépido amante de la naturaleza”, admite el hombre de 42 años por teléfono desde su estudio en Hackney. “Pero cuando recibo ofertas inusuales, por lo general digo 'sí' sin pensarlo de verdad. Y antes de darme cuenta, ya estaba de bajada por esta cuerda hacia el abismo. ¡Fue muy aterrador!”.

Hopkins recibió la invitación a las cuevas de Tayos por parte de Eileen Hall, cuyo padre, Stan Hall, dirigió una expedición para explorarlas en 1976. Después de su muerte en 2008, Eileen siguió con su misión de conservación, con la esperanza de que, al crear conciencia sobre la notable biodiversidad del sitio, lograría que le dieran la protección con el estatus de Patrimonio Mundial de la UNESCO. Entonces formó un nuevo equipo de expedición, que incluía científicos y artistas, y así es como Hopkins llegó a estar colgado de una cuerda, de bajada hacia las profundidades.

En ese momento, Hopkins sabía que había llegado a un punto de inflexión en su carrera musical. Su quinto álbum, Singularity, se había lanzado tres meses antes, y recibió elogios generalizados y una nominación al Grammy por Mejor Álbum Dance/Electrónico. Hopkins considera que Singularity y su predecesor, su disco Immunity, nominado al Premio Mercury en 2013, son “álbumes hermanos”, con un sonido compartido, intrincado, eufórico e impulsado por el ritmo. Para su próximo disco, quería moverse en una nueva dirección, “lejos de una fiesta cósmica o un conjunto de himnos para festivales”. Así que tornó su mirada hacia adentro, inspirándose en la meditación, que practica desde que tenía 21 años, y sus experiencias con DMT, el ingrediente activo de la ayahuasca, un poderoso brebaje psicodélico que las tribus amazónicas han usado en ceremonias espirituales durante siglos. Fueron estas influencias, junto con su tiempo en Tayos, las que llevaron a la creación de un nuevo álbum diferente a todos los que había hecho antes, Music for Psychedelic Therapy, un magnífico viaje musical que se basa en la música ambiental, las notas pedales y la música clásica, así como el sonidos del mundo natural, y no presenta ni un solo ritmo de batería.

Cuando Hopkins pisó por primera vez el suelo de la cueva, sus primeras impresiones fueron más o menos las que cabría esperar. “Terreno rocoso, charcos, tarántulas, murciélagos y todo eso”, recuerda Hopkins. “Al principio pensé: ‘Dudo que haya tomado la decisión correcta al venir aquí’, pero luego llegamos a este enorme espacio del tamaño de una catedral”. Los guías de la expedición ya habían instalado tiendas de campaña en el vasto espacio y tenían una estufa encendida. “La comida estaba casi lista”, recuerda Hopkins. “Todo empezó a sentirse realmente acogedor”.

Otro miembro del equipo de la expedición fue el neurocientífico Mendel Kaelen, quien grabó horas de audio de alta calidad en campo. Hopkins utilizó esas grabaciones como punto de partida para una pista de 19 minutos (dividida en tres para su lanzamiento digital) titulada sencillamente ‘Tayos Caves, Ecuador’. Forma la pieza central del nuevo disco, pues la música está diseñada para capturar tres etapas del tiempo de Hopkins en las cuevas. “La primera es la experiencia de despertar en una tienda de campaña, escuchar el canto de un pájaro dentro de la cueva”, explica. “También se oye correr agua, que fluye desde el suelo de la selva tropical para formar el río que atraviesa la cueva y, por supuesto, creó la cueva en primer lugar”. La segunda sección de la pista desciende a frecuencias bajas, lo que representa el día en que el equipo se adentró aún más profundo en la tierra para meditar. “Esa fue la meditación más profunda de mi vida”, dice Hopkins, sin usar ningún juego de palabras. “En lo que parecía el centro de la Tierra”.

La pista concluye en su ascenso de nuevo al bosque. “De repente, vimos la luz del sol por primera vez en días y escuchábamos la vida de la selva tropical”, recuerda Hopkins. “Estas extraordinarias criaturas llamándose unas a otras sonaban muy musicales, así que hay una gran sección orquestal de cuerda al final que está en sintonía con las aves y los insectos que ya estaban en las grabaciones de campo. Todo fue realmente sincrónico y sorprendente".

‘If you were to ask a traditional ayahuasca shaman: ‘Would you do this in silence?’ they’d say no!’ says Hopkins. ‘Vibration is everything.’
‘If you were to ask a traditional ayahuasca shaman: ‘Would you do this in silence?’ they’d say no!’ says Hopkins. ‘Vibration is everything.’ (Steve Gullick)

Después de regresar de su viaje a Ecuador para expandir su mente, Hopkins dejó a un lado el material en el que había estado trabajando hasta que tuvo tiempo de prestarle toda su atención. Esa oportunidad se presentó durante los meses aislados de la pandemia, y grabó la mayor parte del nuevo disco "en una especie de trance" durante los primeros meses de 2021. La pista de apertura, ‘Welcome’, se inspiró directamente en sus experiencias con DMT. “El DMT proviene de la corteza de un árbol e interactúa con el cerebro humano de una manera que resulta en este tipo particular de música que sale de mí”, dice. “Me gusta pensar que las plantas tienen un mensaje que quieren transmitir a través de la música”.

Se detiene con una risa de autocrítica. “Ese tipo de conversación es muy común en los círculos psicodélicos, pero tan pronto como empiezas a decirle eso a tu familia o tus compañeros pareces un loco”, dice. “El punto es que en realidad no importa lo que creas que está sucediendo. El efecto es el mismo. El hecho de que puedas tomar algo de la corteza de un árbol, algo de la tierra, y se infunde en tu cerebro hasta el punto en que cambia de manera radical el arte que haces, es muy interesante para mí”.

Hopkins dejó de tomar DMT en 2019, después de decidir que ya no le ofrecía nada nuevo. “No es que la experiencia fuera oscura, solo comencé a encontrar el nivel de intensidad poco atractivo y abrumador”, explica. “Recordándolo ahora, creo que estaba estudiando para escribir este disco, y para entonces todos los componentes básicos estaban en su lugar”. Él había comenzado a pensar en el álbum en el que estaba trabajando en términos del campo floreciente de la terapia psicodélica, que los ensayos clínicos recientes han sugerido que podría revolucionar la forma en que tratamos una variedad de afecciones de salud mental como la depresión y el trastorno de estrés postraumático. La música es un componente esencial de la terapia psicodélica, utilizada por los terapeutas para guiar el viaje de un paciente mientras está bajo los efectos de una sustancia activa. Como Hopkins sabe gracias a sus viajes a la Amazonía, este concepto es muy anterior a la medicina moderna. “Si le preguntaras a un chamán tradicional de ayahuasca: ‘¿Harías esto en silencio?’ ¡Te dirían que no!”, señala. “La vibración lo es todo, y la música es precisamente vibración, así es como se guía a alguien”.

Para asegurarse de que el álbum era adecuado para su propósito, Hopkins lo escuchó varias veces después de tomar ketamina, un anestésico disociativo que a veces se usa en la terapia psicodélica. “La ketamina, para mí, siempre ha tenido una sinergia extraordinaria con la música, en particular con la música electrónica y devota”, dice. “Tal vez tres meses antes de la masterización, cuando el álbum comenzaba a formarse como algo completo, tenía una sesión de ketamina y solo me quedaba allí y regresaba con notas sobre lo que estaba bien y lo que no era bueno. Era mi herramienta de exploración de la mente. Por poco llamé al álbum Music for Ketamine Therapy, lo cual hubiera reducido de manera ridícula su nicho, pero para mí ese sería su uso más adecuado”.

En lo que solo puede considerarse una coincidencia cósmica, la lista de reproducción que más utilizan en estos momentos los terapeutas psicodélicos se conoce con el nombre del hospital universitario donde se desarrolló: ‘Johns Hopkins Psilocybin Playlist’. “Mi nombre ha causado una serie de confusiones en mi vida, desde hace mucho tiempo”, dice Hopkins mientras ríe. Esa lista de reproducción, que fue elaborada por un equipo de psicólogos, presenta una variedad de piezas clásicas de compositores como Gorecki, Vivaldi y Bach, antes de concluir con canciones seleccionadas para facilitar la transición de regreso a la realidad, incluida ‘Here Comes The Sun’ de los Beatles y ‘What a Wonderful World’ de Louis Armstrong. “Esas son piezas musicales maravillosas”, dice Hopkins. “Pero de verdad creo que es valioso explorar la música creada específicamente con esta intención y por personas que están informadas sobre ese espacio. Posiblemente los Beatles lo estuvieron, ¡pero parece poco probable que Gorecki lo estuviera!”.

Por supuesto, nada de esto debería implicar que Music for Psychedelic Therapy solo sea adecuado para uso terapéutico, o que solo se pueda disfrutar si tomaste psicodélicos. “Cuando escuchas a profundidad, bajo los efectos de un medicamento, a un volumen razonable, se convierte en algo emocionalmente muy intenso”, dice Hopkins. “Pero creo que incluso un oyente sobrio, que lo escuche a un volumen decente y sin hacer nada más, será transportado a otro lugar”. Él recomienda escuchar el álbum en una sola sesión, acostado en la oscuridad. “Le pide algo diferente al oyente debido a la escala de tiempo sobre la que opera”, dice. “La música de formato largo es algo increíble, y me gusta la idea de luchar contra la disminución en la capacidad de atención, haciendo cosas que te pidan un poco más, pero que, con suerte, también te ofrecen más”.

Independientemente de cómo terminen los oyentes experimentando este álbum, Hopkins cree que una mayor investigación sobre el potencial de la terapia psicodélica solo puede beneficiar a la humanidad como especie, sobre todo si nos anima a todos a escuchar un poco más lo que esas plantas están tratando de decirnos. “Lo veo como un método de protección que tiene la Tierra”, dice. “Puedes comer un hongo de psilocibina del suelo y te enseña una lección sobre la importancia del ecosistema que generó ese mismo hongo. El mensaje está ahí, por lo que es imposible ignorarlo”.

'Music for Psychedelic Therapy' de Jon Hopkins se lanzará el 12 de noviembre

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