El castigo para Red Bull no solo es injusto: podría arruinar la F1 para siempre

¿Para qué tener un límite de costos si se puede ignorar y las consecuencias son sanciones menores? Si todos los equipos supieran que pueden salirse con la suya, seguro que aprovecharían la oportunidad

Ollie Cooper
Viernes, 28 de octubre de 2022 14:20 EDT
La Fórmula 1 rinde homenaje a Dietrich Mateschitz en el Gran Premio de Estados Unidos
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Hoy, la FIA le ha demostrado al mundo una vez más que no tiene lo que hay que tener para dirigir su propio deporte.

Red Bull Racing, declarado culpable por una investigación de la FIA de una “infracción menor” del límite presupuestario de la temporada pasada, ha recibido un castigo bajo los términos de un ABA (“Acuerdo de Infracción Aceptado”) con una multa de US$7 millones y una penalización menor de desarrollo en el automóvil para la próxima temporada.

Los fans de Red Bull se han apresurado a señalar lo que consideran la palabra clave: “menor”, lo que significa que el equipo se excedió en un 5% o menos del límite presupuestario total. Mientras que para algunos esto es fácil de ignorar, otros (entre los que me incluyo) no se distraen tan fácilmente del hecho de que se trata de una trampa flagrante.

Recordemos que el límite presupuestario para la temporada 2021 era de US$145 millones, y que esta infracción “menor” supuso que Red Bull utilizara US$2,2 millones adicionales que se le negaron a otros equipos. La pregunta es obvia: ¿por qué tener un límite de costos si se puede ignorar y las consecuencias son sanciones menores?

Ahora, en el contexto más amplio del deporte gobernado por el dinero, es una suma bastante insignificante la que Red Bull ha gastado de más, pero la F1 se define por los márgenes más estrictos y las milésimas de segundo. Pocos necesitan recordar que Max Verstappen ganó el campeonato de 2021 en la última vuelta de la última carrera por poco más de dos segundos. Apenas puedo creer que tenga que explicarlo, pero según mi criterio (y evidentemente y de manera bastante tonta, no según al de la FIA), hacer trampa es hacer trampa.

¿Quién sabe cuántas centésimas de segundo se redujeron con esos millones extra en los tiempos de ese monoplaza la temporada pasada? Cualquier ventaja competitiva obtenida por el menor gasto extra debería examinarse hasta el último centavo y castigarse conforme a un conjunto claro y coherente de directrices.

En lugar de eso, nos han dejado en el limbo, pues nos han dado solo una lista bastante vaga de posibles castigos y la FIA permite de manera impactante que Red Bull firme un ABA. Con estas acciones se ha permitido al equipo tramposo aceptar un castigo más indulgente sobre la base de que reconocen que han roto las reglas. Esto es una locura: alienta a los equipos a ser deshonestos para terminar en una mesa de negociación.

Digo que nos han dejado en el limbo, pero en realidad no es así: todos sabíamos lo que nos esperaba. Gran parte de la discusión de las últimas semanas ha estado dominada por lo mansa que será la respuesta a este incumplimiento de las reglas.

Otro punto importante que hay que recordar es que el ABA representa la aceptación por parte de Red Bull de que efectivamente gastaron de más, algo que el director del equipo, Christian Horner, había negado fervientemente hasta ahora. Así que, para que quede claro, la FIA ha llevado a cabo una investigación y ha descubierto que el equipo hacía trampas, no los ha castigado, mientras el equipo primero lo negó y luego lo admitió (pero solo tras contar con la seguridad de que se impondrá un castigo menor).

Aparte de la legítima pausa en las negociaciones tras el fallecimiento de Dietrich Mateschitz el pasado fin de semana, lo extraño es que hayamos tenido que esperar tanto tiempo para que el organismo rector reflexione sobre un castigo. ¿En qué otro deporte veríamos esto? Esto pudo haber sido mucho más simple: te excedes en el gasto, pagas el precio con una fuerte multa y la deducción de los puntos del campeonato injustamente ganados. En lugar de eso, nos quedamos sin deducción de puntos, sin una multa sustancial y, lo que es más importante, sin un elemento disuasorio claro para Red Bull u otros equipos que desaliente las futuras infracciones a una regla tan importante.

Mercedes y Lewis Hamilton estarán, por supuesto, muy disgustados, pues esto es echar sal a la herida de aquel controvertido giro final en Abu Dabi de la temporada pasada, que sigue fresco en la memoria. ¿Y recuerdas la carrera al sprint de Interlagos, cuando Hamilton fue penalizado por tener su alerón 0,2 mm por encima de la normativa? Lo pusieron al final de la parrilla. No me malinterpretes, no tengo ningún problema con esto, si la norma dice que no debe exceder los 85 milímetros, entonces 85,2 milímetros es un incumplimiento de las reglas. Hacer trampa es hacer trampa.

Pero por mucha simpatía que merezcan Hamilton y su equipo por este escenario tan previsible, es el deporte en su conjunto el que más pierde con una decisión así. Se trata de la cultura de la que hablaba en un artículo anterior: una cultura nacida, criada y fomentada por la falta de disciplina de la FIA, y los equipos tratarán de ganar a cualquier precio.

En este caso, los beneficios de la victoria de Max en el título superan obviamente la escasa multa de US$7 millones y la penalización de 25 carreras (en lugar de 28) con menos tiempo de túnel de viento que han recibido por infringir las reglas; si todos los equipos supieran que pueden salirse con la suya de manera tan fácil, apuesto a que todos aprovecharían esa oportunidad.

Este fallo supone otra oportunidad desperdiciada para que la FIA haga valer su autoridad con una decisión justa y equitativa. El deporte seguirá avanzando, por supuesto, tras otro abominable revés, como siempre lo ha hecho. Pero es difícil, y muy descorazonador, ver el camino adelante para el largo plazo, dado que se ha permitido un caso flagrante de trampa.

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