Atlas de la pandemia: Irán batalla para enfrentar el virus
Al principio, los funcionarios iraníes le restaron importancia al COVID-19: negaron el número creciente de infecciones, se rehusaron a cerrar las mezquitas y tomaron medidas a medias para cerrar negocios
Al principio, los funcionarios iraníes le restaron importancia al COVID-19: negaron el número creciente de infecciones, se rehusaron a cerrar las mezquitas y tomaron medidas a medias para cerrar negocios.
Eso fue entonces. Pero ahora incluso el líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, usó guantes desechables cuando plantó un árbol antes medios estatales y oró en una mezquita vacía para el inicio de la santa conmemoración chií de Ashura.
La pandemia del nuevo coronavirus sólo ha empeorado en Irán en el transcurso del año y amenaza a todos, desde el jornalero en la calle hasta los más altos niveles de la República Islámica. Ahora, el virus ha enfermado y matado a altos funcionarios, y se ha convertido quizás en la mayor amenaza de Irán desde la agitación y guerra que siguió a la Revolución Islámica, en 1979.
Aplastado por las sanciones de los Estados Unidos Irán ha evitado los confinamientos totales vistos en otros países mientras lucha por mantener con vida su anémica economía. Aquellos que deben trabajar cada día para comer —ya sea en la construcción o al conducir un taxi por las calles congestionadas de Teherán—, no pueden darse el lujo de quedarse en casa.
Incluso los esfuerzos dirigidos a limitar algunos viajes se han topado con el caos, y los videos en línea muestran repetidamente a los conductores que ignoran a la policía y aceleran hacia el Mar Caspio para un fin de semana largo. Los esfuerzos para cerrar santuarios vieron a los intransigentes forzar su entrada a dos de ellos en marzo.
Y la cifra continúa en aumento, dicen los funcionarios del masivo cementerio Behesht-e-Zahra, en Teherán que es ya el lugar de descanso final de alrededor de 1,6 millones de personas.
“Todas las crisis que hemos experimentado en este cementerio durante los últimos 50 años de su historia han durado sólo unos días o una semana como máximo”, dijo el gerente Saeed Khaal. Aseguró que nunca antes —ni por los terremotos o incluso durante la guerra del país con Irak, en la década de 1980— el ritmo con el que fluyen los cuerpos a Behesht-e-Zahra había sido tan alto durante tanto tiempo.
La propagación del virus en febrero se produjo mientras Irán llevó a cabo una elección parlamentaria en la que los funcionarios buscaron impulsar la participación como señal de apoyo al gobierno. El país también marcó el 41 aniversario de la Revolución Islámica de 1979 con manifestaciones contundentes. Esos eventos masivos probablemente impulsaron la propagación del virus.
Irán le ha solicitado al Fondo Monetario Internacional 5.000 millones de dólares, potencialmente su primer préstamo similar desde 1962, aunque aún no ha sido concedido por la campaña de presión de los Estados Unidos que inició después de que el presidente Donald Trump se retirara unilateralmente del acuerdo nuclear de Irán con las potencias mundiales. Aunque esas sanciones permiten la ayuda humanitaria, han aplastado al rial, la moneda de Irán, y han hecho mucho más difíciles las compras internacionales de medicamentos y equipo.
Mientras tanto, la propia respuesta de Irán se ha visto obstaculizada en parte por mensajes contradictorios a medida que la crisis empeoraba en el otoño. El país solicitó la ayuda de la comunidad internacional y después revocó un ofrecimiento que permitía a Médicos Sin Fronteras trabajar en Isfahan. Khamenei también rechazó la ayuda de los Estados Unidos, y citó una teoría conspirativa sin fundamentos que afirma que el virus podría ser creado artificialmente por los Estados Unidos.
En octubre, Saeed Namaki, el ministro de salud, advirtió sobre “hospitales llenos de pacientes”, pero al día siguiente, según los informes, dijo: “Nunca deberíamos anunciar que no tenemos camas vacías. Sí tenemos camas vacías”. Las autoridades ordenaron el uso de cubrebocas, y luego fijaron una multa en efectivo de solo 500.000 rials, o 1,60 dólares. Todo mientras Irán alcanza récords cada vez más altos por sus muertes y número de casos reportados cada día —números que desde hace mucho se sospecha están por debajo de las cifras reales de la pandemia.
A mediados de diciembre, Irán había reportado xxxx casos por 100,000 habitantes.
Lo que espera a Irán durante el invierno sigue en duda.
Casi la mitad de las muertes por el nuevo coronavirus han ocurrido en Teherán. En noviembre, las autoridades propusieron un toque de queda nocturno de un mes de los negocios de la capital y otras 30 ciudades y poblaciones importantes, y pidieron a las tiendas no esenciales que mantuvieran a sus trabajadores en casa.
Pero si eso tiene algún efecto continúa en duda. Las calles estaban lejos de estar vacías, y no había una presencia policial que hiciera cumplir el toque de queda.