Colombia: cuidadora de colibríes lucha contra la pandemia
Durante la pandemia de COVID-19 en Colombia la dueña de un jardín al que acuden cientos de colibríes ha tenido que vender comidas para costear los 1.000 dólares que necesita para alimentar a las aves, que consumen más de 680 kilos de azúcar al mes
Leonor Pardo se despierta un poco antes de que salga el sol para preparar la llegada de cientos de colibríes a su Jardín Encantado, como ha llamado al lugar en el que propios y visitantes pueden observar estas diminutas aves.
Pese a las dificultades económicas causadas por la pandemia del COVID-19, Pardo ha seguido alimentando a los colibríes en el predio ubicado a unos 55 kilómetros de Bogotá en el pueblo de San Francisco de Sales.
Desde marzo el Jardín Encantado ha mantenido sus puertas cerradas por la cuarentena obligatoria dispuesta por el gobierno. Y aunque las restricciones se flexibilizaron a partir de septiembre, Pardo, de 63 años, decidió no reabrir por precaución ya que en la casa de campo donde funciona el jardín vive junto a su madre de 87 años.
Sin los ingresos de la taquilla, de tres dólares por persona, el Jardín Encantado se quedó sin financiación. Pardo ha tenido que costear los gastos -que ascienden a unos 1.000 dólares mensuales- para continuar alimentando a los colibríes que consumen más de 680 kilos de azúcar al mes.
Antes de la pandemia el lugar recibía en promedio unas 800 visitas al año, que la ayudaban aunque tampoco lograban costear todos los gastos, pero también recibía donaciones.
Ahora para poder sobrevivir Pardo tuvo que pedir un préstamo en un banco, vender comidas e incursionar en el negocio de bienes raíces, que consiste en vender lotes y casas en la región. “El proceso ha sido muy difícil porque no tenemos entradas. Mi madre me ha ayudado bastante con dinero; además vendo paella, empanadas, arroces y estoy intentando con la finca raíz”, dijo Pardo a The Associated Press.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística en octubre el desempleo se ubicó en 14,7% comparado con el 9,8% del mismo mes del año pasado, debido a la crisis económica causada por la pandemia.
Pese a las dificultades económicas, Pardo no ha pensado en clausurar el Jardín Encantado porque, aseguró, es “un proyecto de amor, no está basado en el dinero”. Su pasión por los colibríes comenzó en 1985 cuando instaló el primer bebedero artificial en su casa, pero recién en 2006 decidió abrir al público.
“Gary Stiles, una de las personas que más sabe de colibríes, vino a vernos. Nos empezamos a interesar sobre las especies, sobre cómo vivían, cómo cuidarlas y ahí empezó el Jardín Encantado”, relató Pardo.
La cuidadora ha identificado 26 especies en su jardín, entre las que se encuentra el chaetocercus heliodor, el más pequeño entre los zumbadores. Esta especie tiene el pico recto y relativamente largo, su vuelo es lento como un abejorro y habita en tierras altas, según el libro “Colibríes de Cundinamarca” publicado en 2018.
En San Francisco de Sales, ubicado en la cordillera oriental, se pueden encontrar más de 30 especies de colibríes, documentó la alcaldía.
“Los bosques dependen de unas interconexiones como por ejemplo la polinización de sus plantas. Los colibríes prestan este servicio ecosistémico vital en el proceso de reproducción sexual de las plantas, necesario para que se generen frutos”, aseguró a la AP el investigador Orlando Acevedo-Charry del Instituto Humboldt y la Asociación Colombiana de Ornitología.