FMI prevé desaceleración, malestar social en América Latina
La actividad económica de América Latina se reducirá desde fines de 2022 y en 2023, principalmente por el endurecimiento monetario y financiero internacional, y es esencial que los países implementen medidas que alivien el impacto en los sectores más vulnerables de la población, dice el Fondo Monetario Internacional al dar a conocer sus previsiones económicas regionales
La actividad económica de América Latina se reducirá desde fines de 2022 y en 2023, principalmente por el endurecimiento monetario y financiero internacional, y es esencial que los países implementen medidas que alivien el impacto en los sectores más vulnerables, advirtió el miércoles el Fondo Monetario Internacional al dar a conocer sus previsiones económicas regionales.
“Los riesgos a la baja dominan las perspectivas. Las condiciones financieras podrían ser aún más estrictas de lo que son hoy. La inflación puede resultar más persistente”, expresó Nigel Chalk, director interino del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI. “La región enfrentará un 2023 más desafiante. El crecimiento se desacelerará y las cosas podrían ser peores de lo que son actualmente”.
Las previsiones fueron reveladas en una rueda de prensa realizada en Santiago de Chile y transmitida de manera virtual en momentos en que la región enfrenta fuertes presiones inflacionarias que podrían extenderse por más tiempo del que se pensaba.
Tras la fuerte contracción del 7% de 2020 en medio de la pandemia de coronavirus, la economía regional resurgió con un crecimiento de 6,9% en 2021 impulsada por la recuperación mundial. El FMI prevé que el Producto Interno Bruto tenga un alza de 3,5% este año (3,4% sin contar a Venezuela), y de 1,7% en 2023.
Las previsiones del FMI son similares a las del Banco Mundial, que proyecta un crecimiento de 3% este año y de 1,6% en 2023.
Cuando empezaban a dar signos de recuperación, las economías se vieron afectadas por la invasión rusa en Ucrania, y ahora se suma el golpe del alza de las tasas de interés internacionales, una desaceleración mundial más pronunciada y el arraigamiento de la inflación.
A nivel regional, el organismo proyecta que la inflación permanecerá elevada “por algún tiempo” y será de alrededor de 14,6% a fines de 2022. En 2023, caería a 9,5%.
Se trata de una inflación “más alta y persistente de lo previsto” causada principalmente por la escasez de energía y los alimentos, en algunos países, y por la expansión “inusitadamente rápida” de la demanda interna en otros, explicó el FMI en su reporte de 54 páginas.
En América Latina y el Caribe “una drástica caída de los precios de las materias primas y el malestar social son riesgos importantes”, advirtió el organismo con sede en Washington en su informe “Perspectivas para las Américas: Navegando condiciones financieras más restrictivas”.
“El impacto nocivo de los altos precios de los alimentos y la energía y la desaceleración del crecimiento en las poblaciones vulnerables es una receta para el descontento social y no se puede ignorar”, expresó Chalk . “Es fundamental aliviar la crisis del costo de vida”, dijo.
Como la inflación aún no cede, los países deben evitar un relajamiento prematuro de la política monetaria, recomendó el FMI, al tiempo que aconsejó avanzar con una consolidación fiscal inclusiva que proteja a los objetivos sociales, fomentar la productividad y eliminar las barreras que dificultan la entrada y salida de empresas, entre otras medidas.