Indígenas brasileños usan internet para defender territorios
Los indígenas en la selva amazónica brasileña han sufrido durante años la violencia de los mineros ilegales e invasores de tierras en sus territorios con escasas posibilidades de defenderse
Era el atardecer del 14 de abril cuando Francisco Kuruaya escuchó un bote acercarse por el río junto a su aldea en la selva amazónica brasileña. Él pensó que era la embarcación regular de entregas que traía gasolina para los generadores y motores fuera de borda a asentamientos remotos como el suyo. En lugar de ello, lo que Kuruaya encontró fue una barcaza dragando las aguas del prístino río de su gente en busca de oro.
Kuruaya nunca había visto una operación de dragado en esa área del territorio de los Xipaia, mucho menos tan grande; parecía una fábrica flotante.
Kuruaya, de 47 años, fue en bote a la barcaza, la abordó y confrontó a los mineros. Éstos respondieron con mal tono y él se retiró por temor a que estuviesen armados.
Pero él también lo estaba — con un teléfono— el primero que tenía. En su aldea Karimaa, su hijo, Thaleywa Xipaia, envió las fotos de la barcaza minera a los grupos de chat de la tribu en WhatsApp.
“¡Señores, es urgente!”, les dijo a los otros miembros de la tribu en un mensaje de audio que la Associated Press ha revisado. “Hay una barcaza grande aquí en la Isla Palomas. Es enorme y está destruyendo la isla. Mi papá acaba de ir y ellos casi le quitan el teléfono”.
A varios días de distancia, en la ciudad de Altamira, la hija de Kuruaya, Juma Xipaia, recibió los frenéticos mensajes. Grabó un video con voz llorosa y los ojos llenos de lágrimas, advirtiendo que era inminente un conflicto armado — y lo colocó en redes sociales.
En cuestión de horas, la noticia había salido al mundo.
El episodio ilustra el avance del internet a zonas remotas de la selva que, hasta recientemente, no tenían medios para difundir rápidamente evidencia visual de delitos ambientales. Una vasta red de antenas les está permitiendo a los grupos indígenas usar celulares, cámaras de video y redes sociales para poner en movimiento al público y presionar a las autoridades para responder rápidamente a las amenazas de mineros de oro, ladrones de tierras y taladores.
Hasta ahora, los indígenas han dependido de la radio para transmitir sus pedidos de auxilio. Grupos ambientales y de derechos de los indígenas entonces han enviado esos mensajes a los medios de prensa y al público. Pero esas organizaciones sin fines de lucro han sido difamadas por el presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, que quiere legalizar la minería y el arrendamiento de tierras en territorios indígenas protegidos. Bolsonaro ha calificado a esas organizaciones de elementos no confiables, desconectados de los deseos de los indígenas y pagados por grupos ambientales globales.
Pero los videos y fotos provenientes directamente de los indígenas son difíciles de desestimar y eso está forzando a las autoridades y al público a admitir la realidad de lo que está sucediendo.
“Cuando se usa adecuadamente, la tecnología ayuda mucho en el monitoreo y las denuncias en tiempo real”, dijo Nara Baré, jefe del grupo Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonía Brasileña, en una entrevista telefónica. “Las presiones externas para hacer que el gobierno federal responda en el territorio Xipaia fueron muy importantes. La tecnología ha sido la principal herramienta en ello”.
La conectividad no solamente permite las denuncias en redes sociales. La Oficina del Procurador Federal de Brasil ha creado un portal para registrar las denuncias de crímenes y recibir material visual adjunto. Previamente, las personas en las comunidades remotas tenían que hacer viajes largos y costosos a las ciudades más cercanas donde hubiera una oficina del procurador federal.
El territorio Xipaia es parte de un área prístina de selva conocida como Terra do Meio (Tierra del Medio) donde residen decenas de comunidades indígenas y ribereñas tradicionales. Las comunicaciones de internet allí eran raras hasta mediados del 2020, cuando un grupo de organizaciones sin fines de lucro, incluyendo Health in Harmony y el Instituto Socioambiental, financiaron la instalación de 17 antenas en la vasta región.
Se dio prioridad a las comunidades con centros de salud o que son ejes para la producción y venta de productos forestales, como las nueces de Brasil. La señal puede ser sumamente lenta, especialmente en días lluviosos, pero ha conectado a personas que estaban previamente fuera de las redes y es suficiente para enviar fotos y videos desde la selva.
“La estrategia fue mejorar las comunicaciones y evitar viajes innecesarios a la ciudad”, dijo Marcelo Salazar, coordinador del programa de Health in Harmony para Brasil. “El internet facilita asuntos de salud, educación y económicos”. El combate a los delitos ambientales fue un beneficio adicional, añadió.
Cuatro de cada cinco comunidades Xipaia están ahora conectadas. Karimaa, la aldea donde se avistó a la barcaza, tiene internet desde julio del 2020. Apenas tres días después de su instalación, cuando un adolescente sufrió una herida en la cabeza, un médico en la ciudad pudo evaluar su condición usando fotos enviadas por WhatsApp. Eso evitó una evacuación médica complicada y costosa durante la pandemia de coronavirus.
Pero el caso de la barcaza minera fue la primera vez que los Xipaia usaron el internet para proteger su territorio. Aparte de sonar la alarma, cuatro aldeas usaron WhatsApp para organizar rápidamente una partida de guerreros para confrontar a los mineros. Pintados con urucú, una fruta local que produce tinte rojo, y armados con arcos y flechas y fusiles de caza, se montaron en un bote, de acuerdo con Juma Xipaia. Para cuando llegaron al sitio, la barcaza se había ido.
Unos 1.300 kilómetros (800 millas) al oeste, en el estado amazónico de Rondonia, el acceso a internet les permitió a los Uru-Eu-Wau-Wau tomar clases de fotografía y video en la internet para poder documentar la deforestación por los ladrones de tierras. El entrenamiento de tres días en el 2020 se realizó vía Zoom.
Esa gestión produjo el documental “El territorio”, que ganó premios en el Festival de Cine de Sundance este año, el Festival de Documentales de Copenhague y otros. Durante la producción, el director estadounidense Alex Pritz utilizó WhatsApp para comunicarse con sus flamantes operadores de cámaras.
Tangaãi Uru-Eu-Wau-Wau es un maestro y flamante camarógrafo que viajó al festival danés y más adelante habló con la AP vía WhatsApp desde su aldea remota. Dijo que le película está cambiando la percepción de la gente sobre los indígenas brasileños. “En Copenhague … recibí muchas preguntas. Ellos conocían de las maravillas naturales de Brasil, pero no sabían nada de los pueblos indígenas que luchan por sus territorios”.
El internet aún no ha llegado a otras partes en la Amazonía. Así que cuando mineros de oro mataron a dos miembros de la tribu Yanomami en junio del 2020, la noticia del crimen demoró dos semanas en conocerse debido a lo remoto del área. Para evitar que se repita el hecho, organizaciones Yanomami han estado buscando una mejor conectividad. Después que la aldea Palimiu, junto al río Uraricoera, sufrió una serie de ataques por mineros en mayo del 2021, los Yanomami consiguieron instalar una antena allí. Desde entonces, la violencia ha amainado.
Las reiteradas promesas de Bolsonaro de legalizar la minería y otras actividades en tierras indígenas han estimulado invasiones de tierras, que a menudo son islas de selva entre granjas. Grupos indígenas y ambientales estiman que existen unos 20.000 mineros ilegales en el territorio Yanomami, que tiene aproximadamente el tamaño de Portugal. El gobierno de Bolsonaro dice que son 3.500 mineros.
La deforestación de la Amazonía brasileña aumentó 76% en el 2021 comparado con el 2018, el año antes que Bolsonaro asumió el poder, de acuerdo con datos oficiales de la agencia espacial de Brasil, que usa satélites para monitorear la pérdida de bosques.
La mayoría de las conexiones de internet en la región siguen siendo lentas, incluso en ciudades medianas. Eso podría cambiar pronto. En noviembre, el ministro brasileño de Comunicaciones, Fábio Faria, se reunió con el multimillonario Elon Musk para discutir una cooperación para mejorar las conexiones en áreas rurales de la mayor selva tropical del mundo.
El ministerio de comunicaciones, no obstante, dice que las negociaciones no han progresado. La compañía de Musk, SpaceX, no respondió a un correo electrónico de la AP en busca de comentario.
Algunos temen que grupos indígenas como los Xipaia no vayan a ser los únicos beneficiarios de una mayor penetración de la internet en la región. Los mineros ilegales a menudo consiguen alianzas con líderes indígenas locales, comunicándose con ellos a escondidas por WhatsApp. Las conversaciones, ayudadas en ocasiones por redes clandestinas, pueden permitirles a los mineros ocultar maquinaria pesada o recibir avisos de redadas inminentes por las autoridades, lo que les permite huir.
En el estado de Roraima, donde se encuentra la mayor parte del territorio Yanomami, la AP se puso en contacto con un proveedor de internet que provee wifi a una mine de oro ilegal por 2.600 dólares, además de 690 dólares mensuales. Avionetas llevan clandestinamente el equipo al sitio para su instalación
“Es un arma de doble filo”, dijo Salazar, de Health in Harmony, sobre el aumento de la conectividad.
Pero para Juma Xipaia, la nueva conexión significa más protección y visibilidad para su gente. Después que ella colocó el video sobre la barcaza minera, las imágenes fueron vistas por mucha gente y el video fue transmitido por medios locales e internacionales. En dos días, una operación aerotransportada de la policía federal, la guardia nacional y agencias ambientales llegó el sitio. Ubicaron la barcaza oculta tras vegetación en el río Iriri, con siete mineros a bordo.
En un país en el que el crimen ambiental en la Amazonía generalmente queda impune, la acelerada, exitosa respuesta, resaltó el poder de las redes indígenas.
“Tras hacer numerosos pedidos de ayuda, decidí hacer el video. Dio resultado. EL teléfono entonces no cesó de sonar”, dijo Yuma Xipaia por teléfono. “Fue muy rápido tras el video”.