La vivienda agrava las tensiones árabe-israelíes en Jaffa
El histórico puerto de Jaffa está sufriendo una transformación que deja en el aire a sus residentes árabes pobres
Una antigua escuela con pequeñas torres para niñas está siendo transformada en un exclusivo Soho House en Jaffa. A la vuelta de la esquina, un histórico convento está dando paso a un hotel de cinco estrellas. Cruzando la calle están las relucientes torres de Andromeda Hill, complejo residencial de lujo con vistas al Mediterráneo
Un poco más abajo en la misma calle Yefet, hay un barrio de obreros árabes que enfrenan una realidad muy distinta. No pueden pagar los precios de la zona ahora que la ciudad se está convirtiendo en un bastión de israelíes ricos y las tensiones están a punto de explotar. La crisis tiene toques nacionalistas y algunos árabes acusan el gobierno de tratar de desplazarlos para abrir paso a los judíos.
“El 90% de la gente apenas si puede sobrevivir, no tienen casi para comer”, declaro Ibrahim Tartir, residente de Jaffa. “Un chico joven que quiere casarse debe pagar 5.000 o 6.000 shékels (1.800 dólares) de alquiler, sin contar el agua, la luz y todo lo demás. ¿Cuánto gana? 6.000 al mes. ¿Cómo hace para vivir?
Unos 20.000 árabes viven Jaffa, el histórico puerto próximo a Tel Aviv donde residían palestinos antes de la fundación de Israel en 1948. El distrito ha mejorado mucho en los últimos años con el beneplácito del gobierno.
Esa tendencia se aceleró en tiempos recientes y los precios de las propiedades se fueron por las nubes ante la fuerte demanda. Israelíes pudientes de Tel Aviv y extranjeros están mudándose a Jaffa y sus residentes árabes, casi todos de bajos recursos, son desplazados. Esto incorpora tensiones étnicas a un fenómeno que se da en muchas ciudades del mundo cuando un barrio se pone de moda y sus residentes se ven obligados a irse.
“Estamos llegando a un punto en el que los árabes no pueden comprar casas si no son ricos”, dijo Youssef Masharawi, nativo de Jaffa y profesor de terapia física en la Universidad de Tel Aviv. Señaló que los árabes jóvenes de Jaffa no tienen adónde ir, no pueden tener familia en su ciudad y son discriminados en las ciudades israelíes vecinas pobladas casi exclusivamente por judíos.
La situación podría explotar en cualquier momento.
Las tensiones empeoraron la semana pasada cuando un rabino, director de un seminario religioso para futuros militares en el barrio predominantemente árabe de Ajami, fue agredido por dos residentes árabes al visitar un departamento en venta.
Moshe Schendowich, director ejecutivo del seminario Meirim B’Yafo, resultó herido en el incidente. Dijo que los desacuerdos que pueda haber con los vecinos árabes “deberían ser resueltos hablando, no con la violencia”.
El seminario dice que no quiere desplazar a nadie, pero algunos residentes opinan distinto. El principal rabino es un excolono de la Margen Occidental afiliado a Ateret Cohanim, una agrupación que se apropia de propiedades árabes para abrir paso a judíos. El portal de la yeshiva dice que su objetivo es “reforzar la identidad judía y la voz del Torá, (y) reforzar las comunidades” de Jaffa.
El episodio echó leña al fuego. En los días siguientes hubo enfrentamientos entre manifestantes nacionalistas tanto árabes como judíos. Hubo choques con la policía.
El alcalde de Tel Aviv/Jaffa Ron Huldai condenó la violencia e insistió en que “lo que estamos viendo no es un conflicto nacionalista entre judíos y árabes”.
“Es producto de la frustración de toda una generación de jaffianos que no pueden seguir viviendo allí”, sostuvo.
En Israel, no obstante, los conflictos nacionalistas siempre están cerca.
Antes de la creación de Israel en 1948, Jaffa era una ciudad mayormente árabe de unos 100.000 habitantes. Durante la guerra que precedió la fundación de Israel, decenas de miles de palestinos huyeron o fueron obligados a irse.
El nuevo gobierno israelí confiscó miles de propiedades vacías, que fueron transformadas en viviendas públicas. Muchos palestinos que se quedaron en Jaffa terminaron en esas casas.
Desde el 2011, el gobierno israelí presionó para vender esas propiedades y construir más viviendas. A sus ocupantes se les da la oportunidad de comprar las casas, pero los precios son prohibitivos y muchos se ven obligados a irse.
Amidar, la firma que administra los edificios, dice que el objetivo no es expulsar a nadie. “Las propiedades”, aseguró, “se ofrecen primero a los inquilinos, con un descuento importante y orientaciones de profesionales”, y la mayoría las compran.
A buena parte de estos árabes, sin embargo, les resulta imposible adquirirlas. Varios edificios fueron comprados por firmas constructoras, cuyas viviendas están fuera del alcance de los árabes.
El miércoles la municipalidad de Tel Aviv anunció que sorteará 28 unidades en Jaffa entre sus residentes árabes.
“También se aprobó un programa de renovación de viviendas públicas en el barrio Ajami de Jaffa”, dijo la municipalidad en un comunicado. “El programa permitirá a 100 inquilinos permanecer en viviendas renovadas y generará otras 200 unidades”.
Ravit Hananel, profesora de políticas urbanas de la Universidad de Tel Aviv, dijo que el gobierno israelí ha estado deshaciéndose de viviendas públicas desde la década de 1980 tras abandonar las raíces socialistas del país y adoptar políticas capitalistas, neoliberales.
El concejal Abed Abou Shhadeh, de Jaffa, dice que “el nacionalismo es parte del conflicto”.
“Es más que una guerra de clases. Hay tensiones políticas muy arraigadas, que hacen que resulte más difícil llegar a una solución justa”, afirmó.
Organizadores de una reciente protesta dijeron en Facebook que no solo los árabes pierden sus viviendas. Lo mismo les sucede a judíos pobres.