Las llegadas de migrantes vuelven a abrumar Lampedusa
Una nueva temporada de llegadas de migrantes comienza en la pequeña isla mediterránea de Lampedusa
Una nueva temporada de llegadas de migrantes comenzaba en la pequeña isla mediterránea de Lampedusa. Ibrahima Mbaye y Waly Sarr no podían hacer más que mirar desde la orilla mientras otros africanos como ellos arriesgaban sus vidas para llegar hasta allí en maltrechas embarcaciones de contrabandistas.
Mbaye y Sarr llegaron a Italia hace años y encontraron trabajo como pescadores en un bote con puerto en lampedusa, el Vicenzo Padre, que tiene una tripulación de senegaleses e italianos. Viven en la ciudad y forma parte de la comunidad, mientras que la mayoría de los africanos recién llegados sólo están de paso y tratan de llegar a destinos mucho más al norte tras la peligrosa travesía.
“Si alguien me hubiera dicho que todos los días llegan a Lampedusa 30 o 25 botes no me lo habría creído”, dijo Mbaye, que se tomaba un descanso de revisar las redes después de volver a puerto.
Lampedusa está más cerca de África que del territorio continental italiano, y es desde hace tiempo un destino preferido para redes de contrabando de migrantes que zarpan desde Libia En los últimos años ha asistido a innumerables naufragios y sepultado en su cementerio los cuerpos que llegan flotando a la orilla.
La semana pasada llegaron más de 1.200 migrantes en 12 horas, cuando los traficantes en Libia aprovecharon la mar tranquila y el buen tiempo para enviar hacia el norte varias embarcaciones viejas y sobrecargadas. Era la primera gran concentración de llegadas en más de un año, tras el parón provocado por la pandemia del COVID-19.
“Si corres ese riesgo, es porque quieres que la gente que se quedó en casa sobreviva”, dijo Sarr. “Si no tienes a nada en casa, dices ‘Voy, y si muero, muero. Si llego, llego’”.
Sarr y Mbaye tuvieron suerte: Ambos llegaron a Italia en avión con sus documentos en orden. Sarr llegó en 2012 y se reunió con su padre, que ya trabajaba en el Vicenzo Padre. Mbaye pasó cuatro años en Milán antes de llegar a Lampedusa hace casi dos años y también encontró trabajo en el barco. Ambos ganan suficiente como para enviar dinero a sus esposas e hijos en Senegal.
“Para mí es doloroso cuando veo a jóvenes viniendo aquí para buscar un futuro mejor cuando no es seguro que puedan encontrarlo”, dijo Mbaye. “Vienen sin papeles, y aquí es difícil encontrar trabajo si no sigues las normas”.