Métodos turbios en comercio global de peces de acuario

Millones de peces de agua salada son capturados todos los años en Indonesia y otros países para surtir los acuarios en todo el mundo, lo que contribuye a la degradación de los delicados ecosistemas coralinos

Victoria Milko,Firdia Lisnawati,Kathy Young
Miércoles, 19 de octubre de 2022 19:40 EDT

Tras sumergirse en las cálidas aguas frente a la costa norte de Bali, Indonesia, Made Partiana bucea sobre un arrecife de coral y está atento a cualquier movimiento. Horas después, exhausto, regresa a una playa rocosa con bolsas de plástico llenas de vistosas presas: peces tropicales de todos los matices y formas.

Millones de peces de agua salada de este tipo son capturados todos los años en Indonesia y otros países para surtir los acuarios instalados en salas de estar, salas de espera y restaurantes en todo el planeta.

“Es muy divertido simplemente ver la gracia de las distintas variedades de peces”, dijo Jack Siravo, de Rhode Island, un aficionado a los peces de ornato.

Pero la travesía desde lugares como Bali hasta Rhode Island es peligrosa para los peces y para los arrecifes de los que provienen. Algunos son capturados utilizando chorros de cianuro para aturdirlos. Muchos ejemplares mueren en el trayecto.

Aun cuando se les captura cuidadosamente por personas como Partiana, los expertos aseguran que la demanda global de estos peces está contribuyendo a la degradación de los delicados ecosistemas coralinos.

Se han hecho esfuerzos para reducir las prácticas destructivas como la captura con cianuro. Pero la actividad es difícil de regular y de vigilar porque incluye pescadores de pequeña escala en aldeas, intermediarios, casas exportadoras, centros internacionales de comercio y, finalmente, tiendas de mascotas en Estados Unidos, China, Europa y otras partes.

“No hay aplicación de normas, ni gestión, ni compilación de datos”, señaló Gayatri Reksodihardjo-Lilley, fundador de LINI, una organización sin fines de lucro que lucha por la conservación y la administración de los recursos marinos costeros.

Esta situación deja a algunos acuariófilos con pocos datos.

“Los consumidores a menudo no saben de dónde provienen sus peces ni cómo los capturaron”, dice Andrew Rhyne, profesor de biología marina en la Universidad Roger Williams, en Rhode Island.

La mayoría de los peces de agua salada son capturados en su hábitat porque criarlos en cautiverio puede ser caro, difícil y a menudo imposible.

Casi 3 millones de hogares en Estados Unidos tienen peces de agua salada como mascotas, según una encuesta 2021-2022 de la Asociación de Productos para Mascotas de Estados Unidos. Unos 7,6 millones de peces de agua salada son importados cada año por Estados Unidos. Los acuarios de agua dulce son más comunes porque sus peces son en general más baratos y más fáciles de criar y cuidar.

Durante décadas se ha empleado cianuro para capturar a los peces, el cual tiene graves consecuencias para los ecosistemas marinos. Los pescadores machacan gránulos en una botella llena de agua. El cianuro diluido forma una peligrosa mezcla que los pescadores echan en los arrecifes de coral, donde los peces suelen esconderse. El pez queda temporalmente aturdido y es posible retirarlo del coral.

Muchos ejemplares mueren en el traslado, debilitados por el cianuro, lo que implica que es necesario capturar más para satisfacer la demanda. Las sustancias químicas dañan al coral viviente y dificultan el desarrollo de coral nuevo.

La captura con cianuro está prohibida en países como Indonesia y Filipinas, pero hacer valer la restricción continúa siendo difícil, y los expertos aseguran que se sigue haciendo.

Parte del problema es la geografía, según Reksodihardjo-Lilley. En el vasto archipiélago de Indonesia, 17.500 islas tienen unos 54.720 kilómetros (34.000 millas) de costas. Esto dificulta la vigilancia del primer escalón de la cadena de abastecimiento.

Otro obstáculo para vigilar y regular la actividad es la velocidad con la que los peces son llevados de un lugar a otro, lo que dificulta rastrear su origen.

En un almacén exportador de peces en Denpasar, Bali, miles de ejemplares son entregados en bolsas de plástico metidas en hieleras de poliestireno. Los peces son sacados de las bolsas, clasificados en nuevas bolsas de plástico o en otros recipientes y se les cambia el agua.

Algunos peces permanecerán semanas en pequeños estanques rectangulares en el almacén, mientras que otros son embarcados rápidamente para satisfacer los pedidos de Estados Unidos, Europa y otras partes. Una vez que los peces son transportados en avión de Indonesia a Estados Unidos, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre los inspecciona y revisa que los embarques coincidan con las declaraciones de aduana.

Pero el procedimiento no está diseñado para impedir la importación de un pez protegido. El proceso tampoco permite determinar si el ejemplar fue capturado legalmente.

Cualquier pez capturado con cianuro en un país donde está prohibido haría ilegal su importación o venta en Estados Unidos gracias a la llamada Ley Lacey. Pero no hay pruebas con resultados certeros que permitan saber si un ejemplar fue capturado con cianuro, dijo Rhyne, el experto en biología marina de la Universidad Roger Williams.

“La realidad es que la Ley Lacey no se utiliza con frecuencia porque por lo general no existe conservación de registros ni manera para aplicarla”, dijo Rhyne.

Ante la ausencia de una aplicación nacional efectiva, grupos conservacionistas y pescadores locales han trabajado desde hace mucho tiempo para reducir las capturas con cianuro en lugares como Les, una localidad del norte de Bali dedicada a atrapar peces para acuarios marinos.

Partiana comenzó a capturar peces con cianuro poco después de que terminara la primaria, cuando sus padres ya no pudieron pagarle la escuela. Cada ejemplar capturado le reportaba algunos dólares para el sostén de su familia.

Pero al paso de los años, Partiana comenzó a advertir que el arrecife de coral estaba cambiando. “Podías ver que había menos peces”, afirmó.

Partiana se convirtió en parte de un grupo de pescadores locales a los que una organización conservacionista local les enseñó a utilizar redes, cuidar el arrecife y patrullar la zona para impedir el uso de cianuro.

Reksodihardjo-Lilley afirma que este tipo de educación y capacitación local debería ampliarse para reducir las capturas perjudiciales. “Las personas pueden ver que se benefician directamente de que los arrecifes tengan buena salud”.

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Young informó desde Nueva York. Marshall Ritzel, en Rhode Island, contribuyó a este despacho.

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Victoria Milko está en Twitter como @thevmilko

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El Departamento de Salud y Ciencia de The Associated Press recibe apoyo del Departamento de Educación Científica del Instituto Médico Howard Hughes. La AP es la única responsable del contenido.

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