Netanyahu responde con furia al acercarse el fin de su era
En el aparente final de sus largos 12 años en el poder, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu no se dispone a abandonar la escena política discretamente
En el aparente final de sus largos 12 años en el poder, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu no se dispone a abandonar la escena política discretamente.
El mandatario acusa a sus opositores de traicionar a los votantes, y algunos han requerido protección especial.
Netanyahu se dice víctima de una conjura del “estado profundo”. Usa frases apocalípticas cuando habla del país sin su liderazgo.
“Están arrancando de raíz lo bueno y reemplazándolo por lo malo y peligroso”, dijo Netanyahu por la emisora derechista Canal 20 días atrás. “Temo por el destino de la nación”.
Semejante lenguaje genera tensiones cuando el primer ministro y sus fieles hacen un último intento desesperado para impedir que un nuevo gobierno asuma el domingo. Al agotarse sus opciones, aparece una imagen de lo que será Netanyahu como jefe de la oposición.
Para muchos que han visto a Netanyahu dominar la política israelí durante el último cuarto de siglo, su conducta en estos días les resulta conocida.
Suele describir las amenazas grandes y pequeñas en términos drásticos. Habla con desdén de sus rivales, a los que ha vencido con tácticas de dividir para reinar. Pinta a sus opositores judíos como “izquierdistas" débiles y a los árabes como una quinta columna de simpatizantes terroristas. Se presenta habitualmente en términos grandilocuentes como el único capaz de dirigir al país contra las amenazas interminables a la seguridad.
“Durante su gobierno, la política identitaria alcanza un pico máximo”, dijo Yohanan Plesner, presidente del Instituto Democrático Israelí, una institución de estudios apartidista.
La fórmula le ha resultado eficaz a Netanyahu. Desde hace más de 15 años dirige el partido derechista Likud con puño de hierro y ha logrado una serie de victorias electorales que le han ganado el mote de “rey Bibi”.
Rechazó las presiones del presidente Barack Obama para hacer concesiones a los palestinos y lo desafió públicamente en 2015 al pronunciar un discurso en el Congreso en Washington contra el acuerdo nuclear con Irán
Aunque no pudo impedir el acuerdo, recibió una rica recompensa del presidente Donald Trump que reconoció a Jerusalén como capital de Israel, retiró a Estados Unidos del acuerdo y ayudo a mediar pactos diplomáticos entre Israel y cuatro naciones árabes.
Netanyahu ha librado, aparentemente con gran éxito, una guerra en las sombras contra Irán al tiempo que ha mantenido el conflicto de Israel con los palestinos en fuego bajo, aparte de tres breves guerras contra Hamas, que gobierna Gaza.
Pero algunas de sus tácticas parecen volverse en su contra. El nuevo gobierno estadounidense de Joe Biden lo ha tratado con frialdad, y sus relaciones estrechas con Trump lo han malquistado con grandes sectores del Partido Demócrata.
En casa, su carisma también se ha disipado, debido en gran medida al juicio por corrupción. No deja de fustigar a una lista creciente de enemigos: la prensa, los jueces, la policía, los centristas, la izquierda y hasta los nacionalistas intransigentes que eran sus aliados.
En cuatro elecciones desde 2019, el otrora invencible Netanyahu no pudo lograr la mayoría en el parlamento. Ante la posibilidad desagradable de una quinta elección, ocho partidos lograron ponerse de acuerdo en una coalición mayoritaria que se dispone a asumir el domingo.
Crece la desesperación de Netanyahu y sus seguidores en el Likud. Al fracasar el intento de atraer a algunos “desertores” entre sus exaliados, ha recurrido a un lenguaje similar al de su amigo y benefactor Trump.
“Somos testigos del fraude electoral más grande de la historia del país”, dijo en una reunión del Likud. Siempre ha dicho que el juicio por corrupción es una “cacería de brujas” alimentada por “noticias falsas y en la entrevista por TV dijo que lo acosaba el “estado profundo”.
Sus partidarios han realizado concentraciones amenazantes frente a los domicilios de legisladores que se unen al nuevo gobierno. Algunos parlamentarios dicen que sus familias han recibido amenazas de muerte, y una dijo que recientemente la siguió un auto misterioso.
Gayil Talshir, politóloga de la Universidad Hebrea, prevé que los próximos meses seguirán siendo volátiles.
“No tenemos ni el recuerdo de cómo luce la política normal”, dijo.