Occidentales se apresuran a irse de Kabul
El sonido de helicópteros militares de Estados Unidos que transportaban a diplomáticos estadounidenses al aeropuerto de Kabul formaba parte de una premura desesperada de otros miles de extranjeros y afganos para huir también hacia lugar seguro, luego de un avance sorprendentemente rápido del Talibán por Afganistán y su ingreso al corazón de la capital
El sonido de helicópteros militares de Estados Unidos que transportaban a diplomáticos estadounidenses al aeropuerto de Kabul formaba parte de una premura desesperada de otros miles de extranjeros y afganos para huir también hacia lugar seguro, luego de un avance sorprendentemente rápido del Talibán por Afganistán y su ingreso al corazón de la capital.
Estados Unidos envió miles de soldados al país temporalmente para salvaguardar lo que se estaba convirtiendo en una evacuación por aire en gran escala. Washington anunció el domingo en la noche que estaba asumiendo el control del tránsito aéreo en el aeropuerto, incluso cuando ya había arriado la bandera en la embajada estadounidense.
Los disparos esporádicos en el aeropuerto internacional de Kabul asustaron a las familias afganas temerosas del régimen del Talibán y desesperadas por abordar un vuelo de salida, en una evacuación cada vez más caótica y atestada.
Los aliados de la OTAN que habían sacado a sus fuerzas en antelación a la fecha límite del 31 de julio fijada por el gobierno del presidente Joe Biden para retirar a los soldados estadounidenses estaban enviando de nuevo a toda prisa este fin de semana a efectivos militares para llevarse por aire a sus ciudadanos.
Había quienes se quejaban de que Estados Unidos no estaba actuando con la rapidez suficiente para trasladar a lugar seguro a los afganos que temen represalias del Talibán por haber colaborado con los estadounidenses y otras fuerzas de la OTAN.
“Esto es homicidio por incompetencia”, dijo Sam Lerman, un veterano de la Fuerza Aérea de Estados Unidos que pasaba apuros el domingo desde su casa en Woodbridge, Virginia para conseguir que sacaran a un contratista afgano que había protegido a estadounidenses y otras fuerzas de la OTAN durante una década en la base aérea de Bagram en Afganistán.
Massuma Tajik, una analista de datos de 22 años, estaba entre cientos de afganos que esperaban ansiosamente en el aeropuerto de Kabul para subir a un vuelo de evacuación.
“Veo a personas que lloran, no tienen la certeza de si su vuelo se llevará a cabo o no. Yo tampoco", dijo Tajik por teléfono con voz angustiada.
Las mujeres afganas con estudios son las que más tienen que perder bajo un régimen fundamentalista del Talibán, cuyo gobierno anterior, depuesto con la invasión encabezada por Estados Unidos en 2001, pretendía que las mujeres estuvieran principalmente confinadas al hogar.
Las fuerzas del Talibán irrumpieron a primeras horas del domingo en la atemorizada capital y declararon que esperaban una rendición pacífica, culminando una sorprendente toma del control de Afganistán en sólo una semana.
Ante la llegada de las primeras oleadas de insurgentes del Talibán a Kabul, Estados Unidos evacuó totalmente su embajada, dejando únicamente al embajador interino Ross Wilson y a un grupo de otros diplomáticos desempeñándose en el aeropuerto.
Incluso mientras los helicópteros CH47 trasladaban a diplomáticos estadounidenses al aeropuerto y en Estados Unidos el gobierno enfrentaba críticas por el manejo del retiro, el secretario de Estado, Antony Blinken, rechazó las comparaciones con la caída de Saigón en 1975.
“Esto se está efectuando en una forma bastante premeditada, en una forma ordenada”, insistió Blinken en el programa “This Week” de la ABC.
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Knickmeyer reportó desde Oklahoma City y Barry desde Roma. Samya Kullab en Bagdad, Krista Larson en Dakar, Frank Jordans en Berlín y Robert Burns y Matthew Lee en Washington contribuyeron a este despacho.