Perú busca restos de matanza que provocó condena a Fujimori
Después de casi 30 años, la fiscalía peruana reinicia la búsqueda de los restos de cinco universitarios asesinados durante una matanza ejecutada en 1992 por un grupo clandestino de militares apoyados por el gobierno del entonces presidente Alberto Fujimori, quien luego fue sentenciado a 25 años de cárcel por este caso
En una quebrada de Lima entre colinas desérticas, los forenses de la fiscalía de Perú reiniciaron el lunes la búsqueda de cinco universitarios asesinados y desaparecidos tras una matanza ejecutada en 1992 por la cual fue sentenciado a 25 años de cárcel el expresidente Alberto Fujimori.
Las indagaciones para hallar las osamentas se detuvieron en 1993, luego de hallarse únicamente los restos óseos de otros cuatro estudiantes y un profesor. Los diez fueron secuestrados de la universidad Enrique Guzmán y Valle, conocida como “La Cantuta”, para luego ser asesinados por un grupo militar clandestino que ejecutó el crimen con el conocimiento del exmandatario.
“Espero que encuentren algo de mi hijo”, dijo a The Associated Press Raida Cóndor, madre de Armando Amaro, uno de los cinco universitarios cuyos restos no han sido hallados. Sentada en una piedra mientras descansaba, la mujer de 77 años indicó que, tras casi tres décadas, espera hallar alguna prenda de su hijo, que estudiaba la carrera de Electrónica, para realizarle un entierro digno.
La pandemia del nuevo coronavirus, que mató a más de 213.000 en Perú, detuvo los trabajos forenses en 2020, los cuales se reanudaron desde temprano.
“Si no lo encontrara, seguiré pensando en él”, dijo la señora Cóndor quien describió a su hijo desaparecido como alto, moreno y con una hermosa caligrafía que lo convirtió en secretario mientras cumplía su servicio militar obligatorio y fue soldado, años antes de que lo maten. Los militares del grupo clandestino realizaban asesinatos extrajudiciales para supuestamente combatir al grupo terrorista Sendero Luminoso, que en esos años buscaba tomar el poder.
Una de las dificultades es que la tierra de la zona podría haber sido removida en los últimos años por personas que extraen arena para venderla como insumo de construcción de viviendas. “Moveremos varias toneladas de suelos”, dijo el forense Flavio Estrada. “La tierra aquí era altísima…han bajado todo el cerro de tierra”, dijo Cóndor quien visita la zona con frecuencia y llevaba entre sus manos un retrato de su hijo, desaparecido a los 26 años.
Los familiares de los desaparecidos llevaron flores y fotografías de los desaparecidos que colocaron al pie de un cerro. También recordatorios de los ausentes, entre ellos, un pequeño auto de juguete y una miniatura de un camélido elaborada de lana.
Los forenses instalaron una carpa y también llevaron un levantador frontal junto a un camión para remover toneladas de tierra en una zona llamada Cieneguilla, al este de Lima. Los expertos se guían del testimonio de algunos militares, exintegrantes del grupo de aniquilamiento, durante el juicio, pero también de otros relatos, incluido el de un reciclador de desperdicios.
El secuestro ocurrió el 18 de julio de 1992 y ese mismo día fueron asesinados y enterrados en un primer punto llamado Huachipa. En 1993, luego que el caso se hizo público, los asesinos desenterraron algunos cuerpos, los quemaron y los llevaron hasta Cieneguilla, donde una madrugada volvieron a enterrarlos sin saber que un reciclador de cartones los observaba escondido. El hombre elaboró un mapa que se publicó en una revista local y sirvió luego para iniciar las investigaciones.
Fujimori fue condenado en 2009 por su autoría mediata en esta masacre y en otra realizada por el mismo grupo de militares en 1991 en la que ejecutaron a otras 15 personas. El grupo militar funcionaba bajo la fachada de una oficina de arquitectura y recibía financiamiento público.
La justicia ha calculado que el grupo militar clandestino mató a unos 53 civiles durante el gobierno de Fujimori (1990-2000), incluyendo a una de sus agentes a quien descuartizaron y decapitaron por sospechar que filtraba datos a la prensa. También mataron a un periodista opositor a quien obligaron a cavar su tumba, lo torturaron y le dispararon un tiro en la cabeza con un fusil.
El expresidente, de 83 años, fue condenado a 25 años de cárcel que cumple en una prisión donde es el único reo.