Reseña: Denis Villeneuve emprende aventura colosal en “Dune”
Un viento fresco sopla sobre las arenas de “Dune”, la majestuosa adaptación de Denis Villeneuve a la novela clásica de ciencia ficción de Frank Herbert de 1965
Un viento fresco sopla por las arenas de “Dune” (“Duna”), la majestuosa adaptación de Denis Villeneuve de la novela de ciencia ficción de Frank Herbert de 1965.
Por muy caliente que sea en Arrakis, el planeta desértico que atrae los intereses más poderosos del universo hacia sus arenas ricas en minerales pero inhóspitas, la película de Villeneuve se desarrolla lenta y solemnemente. Este “Dune”, un coloso de cabeza fría, erige una arquitectura enorme y brutal de ciencia ficción extraterrestre para crear un espectáculo de estruendoso esplendor en la pantalla grande.
Sin dunda es fresco al tacto. Villeneuve presenta más exteriores atmosféricos que interiores emocionales. Con sus tonalidades monocromas y apagadas, sus ricas texturas y sus profundos paisajes sonoros, su especialidad, que ya ha sido presentada en las profundidades de “Sicario”, “Arrival” (“La llegada”) y “Blade Runner 2049”, es invocar una sombra de presagios oscuros.
“Dune” es un viaje más sombrío al desierto que, por ejemplo, la ferozmente frenética “Mad Max: Fury Road” (“Mad Max: Furia en el camino”). Pero su historia de opresión y fervor mesiánico recuerda, como la novela, a “Lawrence of Arabia” (“Lawrence de Arabia”), sólo que en vez de Peter O’Toole y sus famosos ojos azules asediando Aqaba, tenemos a Timothée Chalamet reclamando el poder en Arrakis.
La obra de Herbert, creada a partir de la Guerra Fría y de las crecientes amenazas ambientales, engendró toda una serie de secuelas pero hasta ahora había tenido poco alcance en la cultura popular masiva. La muy criticada cinta de David Lynch de 1984, que ni a él mismo no le gustó, no ayudó mucho. Esta versión, que se estrena el fin de semana en cines de Norteamérica y HBO Max en Estados Unidos es un segundo intento para convertir a “Dune” en un suceso cinematográfico. Y considerando las decenas de libros que conforman su serie, “Dune” podría seguramente podría, como la “especia” extraída de las arenas de Arrakis, dar más. “Dune” tiene el subtítulo optimista de “Parte uno”, y adapta sólo la primera mitad de la novela de 1965.
La crítica más fácil para la película es que no llega a un clímax, sino que se desvanece en las dunas. Esto fue lo que menos me molestó. “Dune”, que vale la pena ver en cines en vez de en casa, me transportó lo suficiente como para esperar que le vaya lo suficientemente bien como para que haya una “Parte dos”.
Villeneuve ha simplificado el libro en un guion escrito por él, Jon Spaihts y Eric Roth. En el proceso, eliminaron algunas de las excentricidades de la novela, pero también han hecho una épica coherente y ambiciosa. Aquí “Dune” es una parábola operística de poder y explotación, con una resonancia ecológica que cada vez se ha vuelto más relevante.
Con un sentido de destino principesco, Chalamet interpreta a Paul, cuyo padre, el duque Leto (Oscar Isaac), es el jefe de la Casa de Atreides, una de varios feudos que gobiernan planetas. La especia en Arrakis, que hace posible los viajes interestelares y tiene otras capacidades para expandir la mente, ha sido cosechada por años por la fascista Casa de Harkonnen, encabezada por el barón Vladimir Harkonnen, interpretado por un grotescamente gordo Stellan Skarsgard, con guiños a Marlon Brando en “Apocalypse Now” (“Apocalipsis ahora”). Pero por motivos desconocidos, se ha ordenado un cambio radical.
Cosechar la especia no es fácil. Hace demasiado calor y hay gusanos de arena enormes y los Fremen locales (entre los que vive Chani, interpretada por Zendaya) resienten la presencia de los fuereños que se han apoderado de su mundo. Leto espera comenzar una colaboración amistosa con los Freman, pero rápidamente se da cuenta de que su operación es saboteada a cada paso. Cuando la situación se torna violenta, la atención pasa a Paul, quien ha sido entrenado en combates de espada por Gurney Halleck (Josh Brolin) y guiado por su madre, Lady Jessica (Rebecca Ferguson, en un papel fabuloso) en “el camino”, un misterioso poder para controlar la mente. Los Freman creen que podría ser el salvador que prometen las profecías. Está por verse si “Dune” le dará un giro a la historia del salvador blanco, aunque tendremos que esperar una posible secuela.
La historia es lo suficientemente intrincada incluso para que un gusano de arena la digiera. Toda la construcción del mundo deja poco espacio para algo muy íntimo en cuanto a desarrollo de personajes. “Dune”, como la mayoría de las películas anteriores de Villeneuve, es un poco hueca más allá de sus superficies inmaculadas. ¡Pero qué superficies! Con la cinematografía de Greig Fraser y el diseño de producción de Patrice Vermette, La cinta está realizada de una manera tan sublime que puede seguirse con la maravillosa música original de Hans Zimmer apagada. Con un sentido de escala inmenso que va desde un mosquito infiltrado hasta Jason Momoa, “Dune” presenta una historia milenaria de intrigas palaciegas y luchas indígenas en contornos cósmicos exagerados. Como una marca en la arena, se siente esculpida por fuerzas primarias y elementales.
“Dune”, un estreno de Warner Bros., tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por escenas de violencia fuerte, imágenes perturbadoras y material sugerente. Duración: 151 minutos. Tres estrellas y media de cuatro.
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Jake Coyle está en Twitter como: http://twitter.com/jakecoyleAP