Retiran escombros de hotel cubano afectado por explosión
Rescatistas continúan recuperando cuerpos de lo que fue un hotel de lujo en La Habana y que explotó dejando una treintena de muertos y miles de toneladas de escombros
La madrugada del lunes se continuaban recuperando cuerpos de lo que fue un hotel de lujo en La Habana y que explotó el viernes dejando una treintena de muertos y miles de toneladas de escombros.
Cocineros, camareras, cajeras, personal de mantenimiento, dependientes, escolares de un centro educativo aledaño, vecinos y hasta una joven turista española que paseaba con su novio se encuentran entre las víctimas fatales o los heridos del estallido en el Hotel Saratoga.
El lunes en la madrugada las brigadas especializadas rescataron cuerpos sin vida, informó el portal oficial Cubadebate, aunque la cifra oficial de víctimas fatales se mantiene por el momento en 31.
Las labores de retiro de escombros y residuos no cesaron un minuto desde que la explosión ocurrida el viernes cerca de las 11 de la mañana presumiblemente por un fallo en la operación de un camión cisterna de gas que servía al hotel.
El reporte de Ministerio de Salud del domingo por la tarde indicó que 85 personas resultaron lesionadas de las cuales 31 fallecieron, pero ese cantidad podría subir en las próximas horas.
El gobernador de la provincia, Reinaldo García Zapata, informó que 19 familias habían reportado la desaparición de seres queridos -transeúntes, vecinos y trabajadores del hotel-, pero se desconoce la cantidad de personas.
“Estaba parado fuera del hotel, no sentí el ruido de la explosión pero sí el polvo ese grandísimo y mucha sangre que me corría por el cuerpo”, dijo Juan Carlos Rodríguez, un trabajador de la empresa Gaviota -la operadora cubana del hotel- de 56 años a medios de prensa locales desde el hospital donde fue atendido. Inmediatamente corrió hacia un teatro al frente adonde fue cargado por un bicitaxista y un policía hacia un dispensario de salud.
En el mismo lugar estuvo Guillermo Díaz, jefe de seguridad del Saratoga, quien participaba de una reunión para poner a punto los detalles de la reapertura del hotel.
“Todo fue muy rápido, cuando volví en mí estaba bajo los escombros, no tenía idea de lo que estaba pasando”, recordó Díaz. “Me di cuenta de que tenía heridas en la frente, en la cabeza. No tenía fuerzas, había muchos compañeros al lado mío y yo intenté ayudarlos, pero era en vano”.
Al frente, en una escuela primaria, 300 niños estaban en clase cuando se produjo el sacudón de la onda expansiva.
“El estallido me levantó automáticamente del asiento. Y quedé aturdido”, comentó Kamil Llanez, un estudiante de sexto grado. “Después todo se volvió confuso”. Los niños fueron sacados por una maestra.
El lunes en la escuela había trabajadores levantando escombros y retirando cristales rotos. Los menores fueron reubicados en escuelas cercanas donde retomaron sus clases.
También se comenzó a trabajar en un edificio aledaño muy afectado y que se convirtió en una estampa de la devastación: ya sin su fachada puede verse el interior de los departamentos como si fuera una casa de muñecas. En uno de ellos, con las paredes pintadas de rosado, se ven las fotos de una quinceañera milagrosamente aún pegadas a las paredes, un sofá con varios osos de peluche y un sillón mecedor.
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Andrea Rodríguez está en Twitter: www.twitter.com/ARodriguezAP