Rusia, en problemas para cumplir con pedidos de Sputnik V

Millones de personas en países en desarrollo desde Latinoamérica a Oriente Medio esperan más dosis de Sputnik V tras los problemas de fabricación y otros contratiempos

AP Noticias
Viernes, 15 de octubre de 2021 04:25 EDT
REP-GEN CORONAVIRUS-VACUNAS
REP-GEN CORONAVIRUS-VACUNAS (AP)

Esperita García de Pérez recibió su primera vacuna contra el COVID-19 en mayo. Eso, junto a su fe católica, la hizo sentirse más protegida contra el coronavirus, y esperaba recibir la segunda dosis de Sputnik V, la fórmula desarrollada por Rusia, unas semanas más tarde.

Pero García, de 88 años, sigue esperando. Contrajo el virus el mes pasado y sus esperanzas de superviviencia están puestas ahora en la gran cantidad de medicamentos y en la atención domiciliaria que está recibiendo.

Millones de personas en países en desarrollo desde Latinoamérica a Oriente Medio esperan también más dosis de Sputnik V luego de que los problemas de fabricación y otros contratiempos hayan creado parones enormes en las campañas de inmunización. Una empresa estimó que Rusia ha exportado solo el 4,8% de las cerca de 1.000 millones de dosis que prometió.

El director del fondo ruso controlado por el estado que invirtió en la vacuna insistió el miércoles en que los problemas de suministro se han resuelto.

Venezuela, que decretó el uso de la Sputnik para mayores de 50 años, ordenó 10 millones de dosis en diciembre de 2020, pero ha recibido poco menos de 4 millones. El primer envío a Argentina el primero del hemisferio occidental en administrar la fórmula rusa, llegó el 25 de diciembre, pero sigue esperando gran parte de los 20 millones de dosis que compró.

“Tenía mucho tiempo ya, muchos meses, angustiada porque (la vacuna) iba a llegar, (luego) no iba a llegar, que iba a esperar, que no iba a esperar”, contó García de Pérez. “Lo que uno quiere (...) es tener la seguridad y la esperanza de que si va a llegar la cosa”.

Lanzada en agosto de 2020 y bautizada con el nombre del primer satélite de la historia como símbolo de la vanguardia científica rusa, Sputnik V ha sido aprobada en unos 70 países. A principios de año, los medios estatales rusos reportaron triunfantes su “conquista del mundo”, mientras Moscú la comercializaba de forma agresiva luego de que las naciones adineradas acapararon las desarrolladas en Occidente.

Durante un tiempo fue “la única opción disponible”, dijo Judy Twigg, profesora especializada en salud global de la Universidad de la Commonwealth de Virginia, añadiendo que la ventana de oportunidad de Rusia “para proclamarse como la auténtica salvadora" en la pandemia ha desaparecido.

Al contrario que otras vacunas contra el COVID-19, la primera y la segunda dosis de esta son distintas y no son intercambiables. Su fabricación en Rusia se ha visto empañada por reportes de problemas de producción, especialmente en la elaboración de la segunda parte. Los expertos apuntaron a la limitada capacidad de producción además de al hecho de que el proceso es muy complejo.

La Sputnik es una vacuna de vector viral que utiliza un virus anulado que transporta material genético para estimular al sistema inmunológico. Los fabricantes no pueden garantizar una producción estable porque trabajar con ingredientes biológicos implica una serie de variables en términos de la calidad del producto terminado.

Airfinity, una firma de análisis de datos científicos, estima que 62 naciones tienen acuerdos de suministro para un total de 1.000 millones de dosis de Sputnik V, pero hasta el momento solo se han exportado 48 millones. No estuvo claro si esas dosis debían entregarse en 2021 o a más largo plazo, añadió.

El Fondo de Inversión Directa de Rusia, que financia y vende la vacuna en el extranjero y tiene contratos de producción con 25 plantas en 14 países, dice que “cumple plenamente con los contratos de suministro de Sputnik V, incluyendo el segundo componente, tras un exitoso aumento de la producción en agosto y septiembre”.

En una entrevista con The Associated Press, el director general del fondo, Kirill Dmitriev, afirmó que todos los problemas de producción “se han resuelto por completo. Todos los problemas con el segundo componente están resueltos en todos los países”.

“No hay un solo fabricante de vacunas en el mundo que no haya tenido problemas con las entregas", afirmó.

Mientras que Occidente confió en su mayoría en vacunas fabricadas en Estados Unidos y Europa, como las de Pfizer-BioNTech, Moderna y AstraZeneca, muchos países en vías de desarrollo han optado por otras más fáciles de conseguir en China y Rusia. La Organización Mundial de la Salud y la Agencia Europea de Medicamentos no han aprobado aún Sputnik V para su uso.

En Argentina, las demoras en la llegada de las vacunas rusas y una nueva ola de contagios en marzo aumentó la presión popular sobre el gobierno para que acelerase las negociaciones con otras farmacéuticas.

El acuerdo inicial contemplaba 20 millones de dosis, de las cuales, hasta el martes, el país había recibido alrededor de 14,2 millones. Más tarde se firmó otro para que un laboratorio local produjese la fórmula con el ingrediente activo enviado desde Rusia. Por esta vía se han elaborado alrededor de 1,2 millones de primeras dosis y de 3,6 millones de la segunda.

Funcionarios argentinos dijeron este mes que el fondo solicitó la devolución de 1,3 millones de dosis por su empaquetado. Esas vacunas no han sido repuestas.

Irán uno de los países más golpeados por la pandemia, recibió alrededor de 1,3 millones de dosis de los 60 que le habían sido prometidos. El embajador del país en Rusia dijo en abril que la República Islámica esperaba los fármacos entre mayo y noviembre, según la agencia noticiosa estatal IRNA.

Hay indicios de que Irán también ha sufrido la falta del segundo componente de la vacuna. En septiembre, el viceministro de Salud, Alireza Raisi, instó a quienes tenían la primera dosis a recibir la segunda de AstraZeneca debido a la “incertidumbre” sobre la llegada de la rusa.

Un problema similar parece haber impedido que Turquía administre la fórmula rusa. Las autoridades anunciaron en abril un acuerdo para 50 millones de dosis que, según reportes de medios, se entregarían en el plazo de seis meses. Hasta junio habían llegado apenas 400.000.

“Rusia desperdició esa oportunidad", afirmó Twigg. “Creo que en algunos casos, esto ha dejado la reputación de Rusia en Irán, Guatemala, Argentina, y quizás México, un poco peor de lo habría sido si no hubiese hecho nada, o si hubiese esperado y hecho promesas más factibles desde el inicio, porque la gente está decepcionada".

El ministro turco de Salud, Fahrettin Koca, señaló en agosto que Turquía no pudo administrar la Sputnik porque no tenía segundas dosis. No está claro si el país espera recibir ese componente o si simplemente ha descartado esas vacunas.

“Todo el proceso es una caja negra. No hay transparencia", dijo el mes pasado el legislador opositor Murat Emir al preguntar a Koca por el futuro de la campaña con Sputnik V, incluyendo si se recuperará el dinero por las 400.000 dosis no utilizadas.

A India se le prometieron 125 millones de vacunas completas, pero hasta el 6 d octubre había administrado menos de 1 millón.

Las demoras de la Sputnik en Argentina y Venezuela han llevado a muchos a recibir una vacuna distinta para la segunda dosis a pesar de que los científicos siguen estudiando los efectos de esa combinación.

Según el doctor Chris Beyrer, profesor de salud pública y derechos humanos en la Universidad Johns Hopkins, la compra anticipada de vacunas altamente efectivas por parte de los países ricos complicó que las naciones en desarrollo protejan a sus poblaciones.

“Una dosis es mejor que ninguna dosis. Así que creo que los países que ya hayan empezado con Sputnik, tiene sentido que esperen a la segunda dosis, aunque haya habido una demora", afirmó. “Pero si no tienen esa vacuna, entonces definitivamente deberían buscar otras".

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Litvinova informó desde Moscú y García Cano desde la Ciudad de México. Los periodistas de The Associated Press Jorge Rueda en Caracas; Débora Rey en Buenos Aires; Nasser Karimi en Teherán, Irán; Suzan Fraser en Ankara, Turquía; Tanya Titova en Moscú y Aniruddha Ghosal en Nueva Delhi, contribuyeron a este despacho.

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