Sobreviviente de secuestro testifica contra miembro del EI
Un rehén que estuvo secuestrado durante más de un año por el grupo Estado Islámico testifica en el juicio de uno de los miembros de la organización en Virginia sobre sobre las golpizas y torturas que sufrió a manos de sus captores
Los captores de Federico Motka lo saludaron en inglés después de que él y sus colegas fueron secuestrados cerca de un campo de refugiados en la frontera turca: “Bienvenido a Siria, idiota”.
Para el trabajador humanitario italiano, fue el principio de 14 meses de violencia a manos del grupo Estado Islámico.
Motka narró el jueves su calvario al testificar en el juicio por terrorismo de El Shafee Elsheikh, un ciudadano británico acusado de encabezar una operación de secuestro del Estado Islámico que tomó como rehenes a más de 20 personas de países de Occidente entre 2012 y 2015.
Cuatro estadounidenses, los periodistas James Foley y Steven Sotloff y los trabajadores humanitarios Peter Kassig y Kayla Mueller, estuvieron entre los secuestrados. Foley, Sotloff y Kassig fueron decapitados. Mueller fue sometida a trabajos forzados y fue violada en repetidas ocasiones por el líder del grupo Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, antes de ser asesinada.
Motka fue el primer sobreviviente que testificó en el juicio contra Elsheikh que se lleva a cabo en Alexandria, Virginia.
Nacido en Trieste, Italia, Motka dijo que pasó gran parte de su niñez en Medio Oriente y que estudió en un internado de Inglaterra. En marzo de 2013 realizaba trabajos humanitarios estudiando las necesidades de los campamentos de refugiados cuando él y un colega, el británico David Haines, fueron capturados y tomados como rehenes.
Motka testificó que durante el primer mes de cautiverio, sólo fue maltratado en algunas ocasiones, pero por lo general el abuso venía de manos de tres captores a los que los rehenes apodaban “los Beatles” por su acento británico. Aprendieron a hablar a escondidas de sus captores, quienes llevaban máscaras y hacían todo lo posible por ocultar su identidad, ya que nunca sabían qué los haría enojar. Una disputa sobre la higiene del baño provocó una paliza especialmente intensa, dijo.
“Decían que era un maldito engreído porque fui a un internado”, testificó Motka. “Decían que era arrogante, y que me iban a bajar los humos”.