Ucrania y Rusia encaran una contrarreloj hasta el invierno
La llegada del tiempo otoñal, con lluvias que dejaban los campos demasiado embarrados para los tanques, empieza a complicar los esfuerzos de Ucrania por recuperar más territorios de manos de Rusia antes de que el invierno congele el campo de batalla
La llegada del tiempo otoñal, con lluvias que dejaban los campos demasiado embarrados para los tanques, empezaba a complicar los esfuerzos de Ucrania por recuperar más territorios de manos de Rusia antes de que el invierno congelase el campo de batalla, indicó el domingo un grupo de estudios con sede en Washington.
Rusia, mientras tanto, siguió adelante con su llamada a las armas de cientos de miles de personas que llevar a la guerra iniciada hace siete meses, en un intento de compensar sus recientes pérdidas. El domingo también envió drones suicida contra la ciudad portuaria de Odesa, según las autoridades ucranianas. En un primer momento no se reportaron víctimas.
La movilización rusa, la primera de ese calibre desde la II Guerra Mundial, provocaba protestas en ciudades rusas, con nuevas manifestaciones el domingo.
También abría fracturas en Europa sobre si los hombres rusos en edad de combatir que llegaban en masa debían ser acogidos o rechazados.
Para los planificadores militares ucranianos y rusos había comenzado la cuenta atrás para la llegada del invierno, que se esperaba complicaran los combates. El clima lluvioso ya provocaba barro que empezaba a limitar la movilidad de los tanques y otras armas pesadas, según el Institute for the Study of War.
Pero el grupo de estudios dijo que las fuerzas ucranianas seguían ganando terreno en su contraofensiva, iniciada a finales de agosto y que ha hecho retroceder de forma espectacular la ocupación rusa en amplias zonas del nordeste, además de desencadenar la nueva campaña del presidente de Rusia, Vladimir Putin, para conseguir refuerzos.
La movilización parcial ha desencadenado un éxodo de hombres que intentan evitar la leva, y ha dejado al descubierto amplias diferencias de opinión en Europa sobre qué hacer con ellos.
Lituania, miembro de la Unión Europea y que hace frontera con Kaliningrado, un territorio ruso junto al Mar Báltico, dijo que no les daría asilo. “Los rusos deberían quedarse y pelear. Contra Putin”, tuiteó el ministro de Exteriores, Gabrielius Landsbergis.
Su homólogo en Letonia, también miembro de la UE y fronterizo con Rusia, dijo que el éxodo supone “riesgos de seguridad considerables” para el bloque de 27 países y que no se puede considerar a los que huyen como objetores de conciencia contra la invasión.
Muchos “estaban conformes con matar ucranianos, no protestaron entonces”, tuiteó el ministro de Exteriores de Letonia, Edgars Rinkevics. Añadió que tienen “muchos países a los que ir fuera de la UE”.
Funcionarios en otros países de la UE, sin embargo, dijeron que Europa tiene un deber de ayudar y que temen que rechazar a los rusos pueda favorecer a Putin al alimentar su mensaje de que Occidente siempre ha odiado a los rusos y que la guerra se libra para salvaguardar su país contra la hostilidad occidental.
“Cerrar nuestras fronteras no encajaría con nuestros valores ni con nuestros intereses”, indicó en un comunicado un grupo de 40 senadores en Francia. Instaron a la UE a conceder asilo a los rusos que huyen de la movilización, y dijeron que rechazarles sería “un error de Europa en la guerra de comunicación e influencia que se está produciendo”.
La movilización se producía a la par que las votaciones orquestadas por el Kremlin en cuatro regiones ocupadas, que podrían allanar el camino para su inminente anexión a Rusia.
Ucrania y sus aliados occidentales dijeron que los referendos en Jersón y Zaporiyia, en el sur, y en las regiones orientales de Luhansk y Donetsk, no tenían fuerza legal. Se esperaba que las votaciones terminaran el martes, aunque Occidente y Ucrania las tachaban de farsa y había imágenes que mostraban a soldados armados rusos que iban puerta a puerta para presionar a los ucranianos para que votaran.
El Ministerio ucraniano de reintegración dijo que Rusia había llevado gente desde Bielorrusia, Brasil, Egipto, Sudáfrica, Siria, Togo, Uruguay y Venezuela para actuar como supuestos observadores externos. El Ministerio advirtió que “serán castigados”, sin detallar cómo.
En distintas ciudades rusas, la policía ha detenido a cientos de manifestantes contra la orden de movilización. Mujeres opuestas a la llamada a las armas protestaron el domingo en la ciudad siberiana de Yakutsk. Videos compartidos por medios locales mostraban a una multitud de unos pocos centenares de personas, en su mayoría mujeres, tomadas de las manos y que marchaban en un círculo en torno a un grupo de policías. Más tarde la policía se llevó a algunas a rastras o las obligó a subir a camionetas policiales. El sitio de noticias SakhaDay dijo que las mujeres habían cantado lemas y canciones pacifistas.
Al menos 2.000 personas han sido detenidas en los últimos días por protestas similares en todo el país. Muchos de los detenidos recibieron de inmediato órdenes de alistarse.
Otros rusos se presentaban de forma voluntaria. Putin y el ministro de Defensa, Sergei Shoigu han dicho que la movilización afectaba a reservistas que habían servido de forma reciente o tenían habilidades especiales, pero casi todos los varones están considerados como reservistas hasta los 65 años y el decreto de Putin dejaba la puerta abierta a una leva más amplia.
El Kremlin dijo que su objetivo inicial era añadir 300.000 hombres a sus fuerzas en Ucrania, que sufren por la pérdida de equipamiento, crecientes bajas y una moral debilitada. La movilización es un brusco cambio respecto a los esfuerzos de Putin de mostrar la guerra como una operación militar limitada que no afectaría a la vida de la mayoría de los rusos.
La llamada a las armas iba acompañada de castigos más duros para soldados rusos que desobedecieran órdenes de oficiales, desertaran o se rindieran al enemigo. Putin refrendó esas medidas el sábado.
El gobierno ucraniano empezó a impedir que la mayoría de los hombres entre 18 y 60 años salieran del país inmediatamente después de la invasión rusa del 24 de febrero, según una orden general de movilización que aspiraba a formar un ejército de un millón de efectivos.