George Santos, excongresista, sentenciado a siete años de prisión por fraude y usurpación de identidad
Santos se declaró culpable de usurpación de identidad agravada y fraude electrónico en agosto
El excongresista George Santos fue sentenciado el viernes a siete años de prisión por cargos de fraude electrónico y usurpación de identidad.
Santos, de 36 años, se presentó ante la jueza Joanna Seybert en un tribunal federal, luciendo su inconfundible atuendo: un suéter con cuello en V, camisa blanca abotonada, corbata y traje. Esta vez, sin embargo, no acudía al Congreso ni grababa contenido para redes sociales: enfrentaba las consecuencias de una trama que engañó a los votantes.
“¿Dónde está el remordimiento? ¿Dónde lo veo?”, le cuestionó la jueza antes de imponerle la condena de 87 meses.
Santos, quien mintió sobre su historial familiar, su experiencia laboral y aspectos de su vida personal, se declaró culpable en agosto de haber defraudado a los votantes y cometido fraude de identidad para financiar su campaña al Congreso. También admitió haber incurrido en fraude electrónico, haber robado información de tarjetas de crédito y haber mentido a la Comisión Federal de Elecciones.

Aunque admitió los delitos, Santos pasó los últimos meses lanzando ataques contra los fiscales federales en redes sociales y negó haber cometido algún crimen. Alegó que el Departamento de Justicia intentaba “destruirlo”.
Los fiscales pidieron a la jueza Seybert que le impusiera una condena cercana a los siete años de prisión. Lo describieron como una persona “sin arrepentimiento por sus crímenes” y con una “insaciable necesidad de obtener ‘me gusta’” en redes sociales.
Los fiscales describieron la negativa de Santos a reconocer su culpabilidad como una “extraña misiva” en la que se presenta como “víctima de la extralimitación de la fiscalía y de una persecución selectiva”.
Por su parte, los abogados de Santos pidieron a la jueza Seybert que le impusiera solo dos años de prisión, la pena mínima en el ámbito federal. Alegaron que sus delitos no fueron cometidos con “malicia inherente”, sino impulsados por una “desesperación equivocada” vinculada a su campaña política.

Después de irrumpir en la escena política y obtener un escaño republicano en la Cámara de Representantes por el tercer distrito de Nueva York, Santos alcanzó un protagonismo que terminó siendo su perdición.
Poco tiempo después de asumir el cargo, surgieron informes que revelaban que había falsificado datos en su currículum, al afirmar que trabajó en Citigroup y Goldman Sachs, aunque no existían pruebas de su paso por esas empresas. Tampoco existían pruebas de que hubiera asistido al Baruch College, institución de la que afirmó haberse graduado.
Con el paso del tiempo, las denuncias sobre las mentiras de Santos se acumularon y consolidaron su imagen de embustero.
Entre las afirmaciones más insólitas, aseguró que su madre había sobrevivido a los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, aunque documentos de inmigración demostraban que ella no se encontraba en Estados Unidos en esa fecha.

Santos negó haber actuado como drag queen, tras la divulgación de fotografías que sugerían lo contrario, y declaró que solo había asistido a “un festival”.
En otro momento, se identificó como judío, pero luego tuvo que corregirse al decir que era “judío de ascendencia” por parte de su madre. También afirmó que sus abuelos habían sobrevivido al Holocausto, sin aportar evidencia.
Por último, dijo dirigir una organización benéfica llamada “Friends of Pets United”, mediante la cual solicitó fondos, incluyendo una suma de $3.000 dólares que, según él, servirían para costear la operación del perro de un veterano.
A pesar de todo, Santos se declaró inocente.
En 2023, fue acusado de 23 delitos graves por su participación en tres esquemas que, según los fiscales, le permitieron apropiarse de dinero de donantes políticos y de programas de asistencia gubernamental para financiar su estilo de vida lujoso. El excongresista inicialmente se declaró inocente de todos los cargos.
Santos logró permanecer en el cargo hasta diciembre de 2023, cuando sus propios colegas lo expulsaron de la Cámara de Representantes tras la publicación de un informe del Comité de Ética, en el que se concluyó que había defraudado a donantes y utilizado el dinero para comprar artículos de diseñador.

El absurdo ascenso de Santos a la fama política lo convirtió en una estrella de las redes sociales.
A partir de su repentina fama, Santos encontró una nueva fuente de ingresos al ofrecer videos personalizados en Cameo y producir un pódcast llamado Pants on Fire. Parte de esta actividad busca aliviar la carga de las sanciones económicas que enfrenta, que ascienden a $580.000 dólares, incluyendo pagos por restitución.
A pesar de las acusaciones, Santos ha conservado una actitud segura, con gestos calculados frente a la cámara, aunque sin reconocer de forma sincera que cometió errores.
Traducción de Leticia Zampedri