Recluso condenado a la pena de muerte en Texas pide perdón antes de recibir la inyección letal
Arthur Burton (54) cumplía condena desde 1998 por el asesinato de Nancy Adleman, madre de tres hijos, en la ciudad de Houston
Tras pedir perdón a quienes perjudicó con sus horribles acciones, el convicto Arthur Lee Burton fue ejecutado en Texas (EE. UU.) el miércoles por el asesinato de Nancy Adleman, madre de tres hijos.
“A todas las personas que han sufrido por mi culpa, quiero decirles que desearía que esto no estuviera pasando. Siento mucho haberles hecho pasar por esto, a ustedes y a mi familia”, dijo. Y añadió: “No soy mejor que nadie. Espero que todos podamos encontrar paz”.
El asesinato tuvo lugar en julio de 1997, y Burton recibió su primera condena al año siguiente. Adleman (48) estaba trotando cerca de su casa de Houston (Texas) cuando fue salvajemente golpeada y estrangulada con un cordón de sus propios zapatos cerca del camino que solía recorrer, a orillas del río Brays Bayou. La pena de muerte de Burton (54) había sido anulada por el Tribunal de Apelaciones Criminales de Texas en el año 2000, pero fue restablecida dos años después.
Según las autoridades, el hombre confesó haber asesinado e intentado violar a Adleman, y relató: “Me preguntó por qué lo estaba haciendo, y me dijo que no había necesidad”. Sin embargo, más adelante negó dicha declaración.
Antes de ser ejecutado por inyección letal, el hombre pidió perdón por sus crímenes y expresó: “Quiero agradecer a todas las personas que me apoyan y rezan por mí, tanto a las que conozco como a las que no”.
“Bird regresa a casa”, añadió.
Burton es el tercer convicto en ser ajusticiado en Texas este año, y el décimo primero en EE. UU.
Desde el año 2011, los condenados a muerte no pueden pedir una última comida en Texas. Por lo tanto, el penado tuvo que elegir del mismo menú que el resto de los reclusos de la prisión estatal de Huntsville antes de recibir la inyección letal.
Este cambio de política ocurrió tras la ejecución de Lawrence Russell Brewer en 2011, un supremacista blanco condenado por el asesinato del comerciante James Byrd jr. en 1998. Según reclamó un legislador, el hombre había pedido y recibido una enorme cantidad de comida (que incluía dos milanesas, tres fajitas y una pinta de helado) antes de expresar que no tenía hambre.
En su confesión escrita, Burton reveló que, el día del hecho. se trasladaba en su bicicleta junto al pantano cuando vio a Adleman trotando. Entonces, tiró la bicicleta al suelo, corrió tras ella y la arrastró hasta una zona boscosa. Tras estrangularla con sus manos, intentó violarla mientras estaba semiinconsciente, pero como estaba tan nervioso, comentó que no había logrado hacerlo.
Según Adleman, la mujer le dijo que le había rogado que la dejara ir, y que lo había perdonado. También, señaló: “Me dijo que me fuera. Me preguntó por qué lo estaba haciendo, y me dijo que no había necesidad. Además, me dijo que era un hombre guapo”.
El hombre (que en ese momento tenía 27 años) afirmó que ese día intentó irse; sin embargo, para detener los gritos de la mujer, volvió a estrangularla. Acto seguido, ambos “[cayeron] en un agujero”. Cuando vio a otra persona en el camino, regresó, y la asfixió con un cordón de sus propios zapatos hasta asesinarla.
La hija de Adleman, Sarah, dijo en su autobiografía, The Lampblack Blue of Memory: My Mother’s Echoes (2019), que había enviado una carta al asesino de su madre poco tiempo después de que este fuera condenado a muerte.
El miércoles, Sarah le comentó a The Independent que le había enviado una carta a Burton en la que le pedía respuestas e información que solo podría compartir mientras siguiera con vida. También le deseó que estuviera en paz, y le dijo que la paz “[estaba] disponible para todos”.
“Quería asegurarme de que recibiera mi mensaje, así que solicité una respuesta”, dijo Sarah. Y continuó: “Me contestó, pero no he sido capaz de abrir la carta: está en mi archivador, en una carpeta titulada 'Vida'”.
Sarah (43), quien actualmente es terapeuta de yoga y trabaja con supervivientes de traumatismos cerebrales en la zona de Denver (Colorado), afirmó que no asistiría a la ejecución junto con su padre y uno de sus hermanos y que, en cambio, celebraría “una ceremonia de gratitud y perdón” en un río de su localidad, acompañada de su hijo y amigos de la familia.
“Me pregunté qué es lo que mi madre hubiera querido, y ella siempre nos decía que escogiéramos la alegría”, explicó Sarah a The Independent.
La ejecución de Burton ocurrió luego de que sus abogados intentaran, sin éxito, alegar que el recluso “[presentaba] puntuaciones bajas en las pruebas de aprendizaje, razonamiento, comprensión de ideas complejas, resolución de problemas y capacidad de sugestión, lo que [indicaba] la presencia de limitaciones significativas en sus facultades intelectuales”.
Según la solicitud, que incluyó un informe emitido por dos expertos y una revisión de su expediente, Burton obtuvo un puntaje “muy por debajo” del nivel en las pruebas estándar, además de tener dificultades con actividades cotidianas como cocinar y limpiar, lo cual, podría haber sido tenido en cuenta para evitar la pena de muerte.
Sin embargo, los fiscales revelaron que Burton presentó esta solicitud solo ocho días antes de su ejecución.
En un escrito presentado ante la Corte Suprema, la Fiscalía General de Texas negó que el tribunal estatal de apelaciones se estuviera negando a respetar los criterios actuales para determinar la discapacidad intelectual. La solicitud fue rechazada solo horas antes de que Burton fuera declarado muerto, a las 6:47 p. m., hora local.
Traducción de Sara Pignatiello