Velorio de Diego Maradona se ve empañado por enfrentamientos y caos

Los enfrentamientos comenzaron luego de que los agentes policiales cerraron una de las avenidas que conducen a la Casa Rosada

Via AP news wire
Jueves, 26 de noviembre de 2020 14:18 EST
Dolientes aguardan para entrar a ver el féretro que contiene el cuerpo de Diego Maradona.
Dolientes aguardan para entrar a ver el féretro que contiene el cuerpo de Diego Maradona. (AP Foto/Rodrigo Abd)

Una multitud de personas despedía el jueves a Diego Armando Maradona en una jornada marcada por el desconsuelo y también por la violencia de decenas de fanáticos que intentaron ingresar al Palacio de Gobierno, donde se vela el cuerpo del mayor ídolo argentino del fútbol.

Los enfrentamientos comenzaron luego de que los agentes policiales cerraron una de las avenidas que conducen a la Casa Rosada, en cuyo vestíbulo principal yace el féretro con el cuerpo de Maradona.

Varios hinchas indignados al no poder avanzar para llegar al velatorio tiraron piedras y otros objetos a la policía, que respondió con balas de goma.

Los incidentes ocurrieron dos horas antes del final del velatorio, previsto a las 16 horas locales (1900 GMT), repitiendo escenas de violencia vividas en la madrugada, cuando admiradores de Maradona intentaron apurar su ingreso al recinto oficial.

A primera hora, los agentes pudieron contener los desbordes y ordenaron las filas de quienes iban ingresando a la casa de gobierno, que llevaban mascarillas debido a la pandemia del coronavirus, pero apenas guardaban el distanciamiento necesario.

El capitán de la selección que se consagró campeona en el Mundial de 1986 falleció en su vivienda de las afueras de Buenos Aires, donde se había recluido para recuperarse de una operación de edema craneal el pasado 3 de noviembre. Había cumplido los 60 años hace apenas un mes.

Al pasar ante el ataúd, los visitantes arrojaron flores y camisetas de fútbol de diferentes clubes por encima del largo parapeto que los separaba del ataúd cubierto por una bandera argentina.

Una de las camisetas que se desplegaba sobre el féretro con los restos de Maradona era la de Boca — el club de sus amores — la cual llevaba inscritos su nombre y el número 10.

Hombres y mujeres lanzaron besos al aire, se persignaron, se golpearon el pecho con el puño y gritaron “Vamos Diego”. Otros lloraron amargamente frente a la Casa Rosada, situada en la histórica Plaza de Mayo, en el centro de la capital.

El presidente Alberto Fernández colocó sobre el ataúd una camiseta del club Argentinos Juniors, el primero donde Maradona brilló como futbolista. Los ojos del mandatario estaban llenos de lágrimas.

También desplegó dos pañuelos pertenecientes a la organización Madres de Plaza de Mayo, usados por las líderes de derechos humanos para cubrirse la cabeza durante sus rondas en reclamo de la aparición de sus seres queridos desaparecidos durante la última dictadura militar (1976-1983).

El exfutbolista era muy cercano a las Madres y otras dirigentes humanitarias como las Abuelas de Plaza de Mayo.

Su deceso dejó a sus compatriotas desconcertados por la pérdida de una figura a la que consideraban imbatible, pese a sus numerosos tropiezos de salud.

Los argentinos admiran profundamente el genio futbolístico de Maradona, así como su personalidad carismática y arrolladora que mostró tanto en su faceta deportiva como en la personal, lo cual hizo que muchos fueran indulgentes con su abuso de las drogas.

Al llevar a la gloria a su país en el Mundial de 1986, durante el cual marcó dos goles asombrosos en el partido de cuartos de final ante Inglaterra, emocionó a sus compatriotas, que se sentían humillados por su derrota ante los británicos en la reciente guerra por la soberanía de las islas Malvinas y que aún se recuperaban de siete años de sangrienta dictadura militar.

También fue querido en muchas otras partes del mundo, especialmente en Nápoles, donde su llegada en 1984 transformó al equipo del sur de Italia y lo hizo campeón tres años después del torneo de liga, su primer título en 60 años.

Mientras varios fanáticos esperaban tranquilos, deseosos de “agradecer las alegrías” que les dio Maradona, otros se quebraron al salir del palacio gubernamental y se preguntaron a los gritos: “¿Por qué lo dejaron morir?”

Un enorme mural con el rostro de Maradona, quien en los últimos tiempos se desempeñaba como entrenador del club Gimnasia y Esgrima de La Plata, fue pintado sobre las baldosas que cubren la plaza.

En la fachada de la Casa Rosada se instaló un crespón negro gigante y en uno de sus balcones una pantalla que reproducía fotos emblemáticas del Diez.

El velatorio comenzó de madrugada con una ceremonia íntima para familiares, antes de permitir el acceso del público.

Allí estuvieron, entre otros, su exesposa Claudia Villafañe junto a las dos hijas que tuvo con Maradona: Dalma y Gianinna.

También despidieron a Maradona sus compañeros de la selección campeona de México 1986, entre ellos el exdefensor Oscar Ruggeri. También figuras del fútbol argentino como Carlos Tevez, capitán de Boca, y exídolos del eterno rival River Plate como el uruguayo Enzo Francescoli.

El presidente Fernández dispuso tres días de duelo nacional.

Se prevé que el cuerpo de Maradona sea trasladado al cementerio Jardín de Bella Vista, a unos 30 kilómetros de Buenos Aires y donde descansan los restos de sus padres.

La autopsia al cuerpo determinó que la causa de la muerte fue una “insuficiencia cardíaca aguda en un paciente con una miocardiopatía dilatada, insuficiencia cardíaca congestiva crónica que generó edema agudo de pulmón”.

El exastro fue operado del edema tras haber sido internado en otra clínica por una descompensación provocada por la ingesta de psicofármacos y bebidas alcohólicas. Ese último problema de salud en su agitada vida fue foco de atención permanente en Argentina y en otras partes del mundo.

Maradona era visitado diariamente por familiares y un psicólogo y un psiquiatra. Un enfermero lo atendía de forma constante.

El también exjugador del Barcelona de España sufrió distintos problemas a lo largo de su vida derivados en gran parte de su adicción a las drogas, especialmente a la cocaína. Tras su retiro, estuvo al borde de la muerte en 2000 y 2004.

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