Juan Gabriel nunca pasará de moda y su concierto ‘Mis 40 en Bellas Artes’ en el Zócalo lo demuestra
El evento fue la segunda ocasión consecutiva en la que un video de Juan Gabriel convocó a miles de personas en una plaza pública, escribe Melissa Amezcua
Casi una década después de haber fallecido, Juan Gabriel aún abarrota los recintos donde se presenta. La noche del domingo fue el turno del Zócalo, la plaza más importante de México, y a la que el cantante mexicano apareció simbólicamente a través de la reproducción de ‘Mis 40 en Bellas Artes’ un concierto que grabó en 2013 para celebrar sus 40 años.
El evento fue la segunda ocasión consecutiva en la que un video de Juan Gabriel, disponible en YouTube a cualquier hora del día, convocó a miles de personas en una plaza pública gracias a una megapantalla. De acuerdo con cifras oficiales, fueron 70.000 personas.
En 2012, Dr. Dre presentó lo que entonces fue la innovación de la época en los escenarios: un holograma del rapero Tupac Shakur que lo revivió durante un instante en el festival de música Coachella, en California.
Juan Gabriel demostró que no hubo necesidad de invertir miles de dólares en tecnología, sólo había que asegurarse de proyectar un video en una pantalla lo suficientemente grande y con un sonido voluminoso. La simpatía del cantante y la nostalgia harían el resto del trabajo.
“Me emocionan sus canciones, su persona, todo lo amable que él fue con todo su público. Yo he visto este concierto muchas veces en la tele, y fui a verlo al Auditorio (Nacional), y a muchos lugares”, contó Martha Guadalupe Palafox, de 62 años y quien se trasladó desde Santa Úrsula Coapa, con una bandera de México impresa con el rostro del cantante, junto a toda su familia.
Como si el Divo de Juárez estuviera presente, los asistentes aplaudieron cada que finalizaba una canción, cantaron y bailaron al estilo de lo que en México se conoce como “víborita”, es decir, abrazados, en fila y rodeando la plancha del Zócalo al ritmo de la canción ‘Noa Noa’, una dinámica de baile que es más probable de observar en una fiesta familiar que en un concierto.
Existe un fenómeno interesante para analizar detrás de la idea de exhibir videos disponibles en internet en plazas públicas y que se conviertan en eventos populares. Podría ser el auge pospandemia que han tenido los conciertos en la vida de las personas de todo el mundo, en un afán por reunirse de nuevo en eventos masivos en plazas públicas.
También podría ser la nostalgia, bajo la idea de que todo tiempo pasado ha sido mejor, sin olvidar la gratuidad del evento, un sello que han aprovechado por décadas las autoridades de la Ciudad de México, que lo mismo han presentado shows de Rosalía, Roger Waters, Los Fabulosos Cadillacs, e Interpol.
Los mexicanos saben que un concierto gratuito en el Zócalo es sinónimo de fiesta y acceso al derecho al ocio por un par de horas, sin importar si de pronto cae una tormenta, o hay que caminar varios kilómetros para poder entrar y salir del Centro Histórico. Independientemente de las razones que motivaran a las 70 mil personas a ver el video de ‘Mis 40 en Bellas Artes’, la gente recuerda a Juan Gabriel como un tipo amable, generoso y un hombre hecho a sí mismo que en cada show lo hacía notar.
El 13 de septiembre, la Cineteca Nacional, ideó originalmente la proyección de este concierto como parte de las actividades de conmemoración de la Independencia del país. A fin de cuentas, las presentaciones de Juan Gabriel tenían la espectacularidad y las escenografías de un largometraje, mucho antes de la tendencia actual de las grandes superestrellas de grabar sus presentaciones en vivo y después venderlas como documentales como lo ha hecho Taylor Swift y Beyoncé.
“Me gusta Juan Gabriel desde que tengo memoria por mi mamá y mi papá, te sabes todas las canciones porque las escuchas en fiestas y reuniones, inconscientemente” expresó Miguel Ángel Gutiérrez, de 35 años, quien acudió al concierto del 13 de septiembre, pero no pudo entrar por el exceso de personas, en cambio al Zócalo aprovechó para vender una réplica de los extintos boletos del Metro de la Ciudad de México, que él diseñó en homenaje al cantante.
Lo que no contemplaron los organizadores de la Cineteca fue que Juan Gabriel nunca ha pasado de moda, y al llamado de cine al aire libre llegó tal cantidad de gente que el evento se salió de las manos; aunque terminó con saldo blanco, hubo muchas personas que se quedaron sin poder entrar y tomaron las calles aledañas para corear los éxitos del Divo de Juárez. Por ello, se decidió posponer la siguiente función y mover la presentación al Zócalo.
Se dice que si de un artista hay imitadores profesionales es porque ha alcanzado el estatus de icono popular, y quienes admiran a Juan Gabriel saben perfectamente que de él abundan los imitadores que todavía hacen de ello un oficio. No sólo los organizadores del concierto tuvieron trabajo por hacer, sino que también fue un día provechoso para los imitadores.
“Yo vi el anuncio por la televisión y dije: no me lo pierdo por nada del mundo. He visto este concierto por medio de mis hijas y mis nietos porque yo no tengo internet ni nada de eso”, dijo Eulalio González, de 80 años, quien acudió también junto a su familia desde Naucalpan, Estado de México hasta el zócalo capitalino con su sombrero, un cartel y la disposición de que se enteraran de que a él en su colonia lo conocen por su fanatismo al Divo de Juárez.
“Su música es pegajosa y por eso es bonita, por eso estamos aquí miles, no es nada más por venir. Para mí sigue viviendo, parece que lo estuviera viendo yo en persona. Hasta lo he soñado en vida”, sostuvo González.
Quienes asistieron la noche del domingo coincidirán que fue un rato de diversión, y una oportunidad para bailar y cantar los clásicos que muchos latinoamericanos tienen en sus playlists del día a día. La relevancia de Juan Gabriel probablemente se mantenga por el resto de los días de la música en español.