Reseña: ‘Blancanieves’ es perezosa y visualmente repelente, y Rachel Zegler merece algo mejor
Además de no estar a la altura de la interpretación de la estrella de 'Amor sin barreras' —quien ha enfrentado ataques racistas desde que se anunció su participación—, este musical de Disney incluye una tediosa actuación de Gal Gadot como la Reina Malvada
A estas alturas, las princesas de las películas de acción real de Disney deberían poder demandar por daños y perjuicios. Blancanieves, como antes La Sirenita, puso a una nueva y prometedora estrella en el centro de una recreación perezosamente concebida y visualmente repelente, dependiendo por completo de su talento para impulsar su maquinaria. Sin embargo, ninguna de las dos recibió nada a cambio, ni en la pantalla ni entre bastidores, teniendo en cuenta que nuestras nuevas Ariel y Blancanieves, Halle Bailey y Rachel Zegler respectivamente, son mujeres de color que han sido objeto de ataques racistas en Internet.
Zegler, como Bailey, nació para un papel como este. Creció haciendo teatro, y luego de su primer papel en la pantalla grande como Maria en Amor sin barreras de Steven Spielberg, nos ofrece una Blancanieves llena de inocencia y profundamente sincera. Hay una pizca de Judy Garland en la forma en que interpreta la nueva balada característica del personaje, 'Waiting on a Wish', con una voz maravillosamente clara y una ingenuidad soñadora.
Pero 'Waiting on a Wish', aunque es el más pegadizo de los nuevos temas aportados por Benj Pasek y Justin Paul, compositores de El gran showman, es también un perfecto caso de estudio de la actitud cada vez más procedimental de Disney hacia sus remakes de acción real. Es una aproximación muy producida y maquinal a una canción de Disney, creada para llenar el vacío dejado por 'I'm Wishing', tema de la película original de 1937, desterrado por miedo a la insinuación de que esta princesa sigue esperando a un hombre que le dé un propósito.
También desaparece la mayor parte de la narración, sustituida por algunas palabras de moda sobre la valentía y el hecho de ser la hija de un padre. La única lección que se ofrece es la de que los buenos líderes siempre recuerdan los nombres de las personas (claro, ¿pero no hay lecciones más inspiradoras que la etiqueta básica?). Por otro lado, no faltan los elementos nostálgicos clave: la Reina Malvada (Gal Gadot) y su espejo mágico, la manzana envenenada y los siete enanos.
Por supuesto, Disney es muy consciente de lo problemático que resulta caracterizar a las personas con enanismo como habitantes de cuentos de hadas. Sin embargo, en lugar de aprovechar esta oportunidad para desmontar estereotipos a través de una narrativa reimaginada y de incluir a siete actores con enanismo en el proceso, el estudio eligió la solución más corporativa posible. Los seres humanos han sido sustituidos por inquietantes caricaturas CGI que te harán añorar los simples horrores de El expreso polar de 2004. Hay dos actores con enanismo en el reparto —Martin Klebba pone voz a Gruñón, mientras que George Appleby interpreta un papel no relacionado—, pero a ninguno se le da el protagonismo que merece.
Asimismo, el director Marc Webb y la directora de fotografía Mandy Walker no lograron imponer coherencia visual entre las escenas rodadas en exteriores y en el interior de un estudio. Los personajes emergen de repente de un bosque de colores apagados y escasamente iluminado a una recreación caramelizada y abrasivamente artificial de (supuestamente) ese mismo bosque. La Reina Malvada está cubierta de lentejuelas y bisutería, lo que parece anticipar una actuación ruidosa y colorida; sin embargo, no recibimos ni una gota de eso (la participación de Gadot en la organización de proyecciones de una película producida por las Fuerzas de Defensa de Israel sobre el 7 de octubre ha provocado llamamientos de activistas para boicotear la película).

El príncipe de la película, interpretado por Andrew Burnap y, por alguna razón, llamado Jonathan, es esencialmente Disney canibalizándose a sí mismo, ya que tiene la misma historia de ladrón y el mismo flequillo de cortina que el Flynn Rider de Enredados. El vestuario de Sandy Powell, que es una réplica triste de su versión animada, también tiene algo de autocanibalismo. A veces, el corte bob de Zegler se acerca peligrosamente al “little Dutch boy”. Lo más descorazonador de todo esto es lo predecibles que se han vuelto las decisiones de Disney. Con Blancanieves, han perfeccionado su fórmula: hacer el mínimo esfuerzo para producir una película, y luego simplemente añadirle un montón de animales CGI y esperar que nadie se dé cuenta.
Director: Marc Webb. Protagonistas: Rachel Zegler, Gal Gadot, Andrew Burnap, Ansu Kabia, Patrick Page. PG, 109 minutos.
'Blancanieves' llegará a los cines a partir del 21 de marzo
Traducción de Sara Pignatiello