Ron Perlman dice no estar ansioso por hacer ‘Hellboy 3’ debido a su edad, “pero se lo debemos a los fanáticos”
La estrella del nuevo drama gótico de Guillermo del Toro, ‘Nightmare Alley’, habla con Sam Moore sobre los antivacunas, Trump, su amistad con Del Toro y por qué los detractores de ‘Don't Look Up’ están ‘enfermos y retorcidos’
Ron Perlman tiene un estado de ánimo desafiante. “Siempre me meto en problemas... me encanta”, dice la estrella de Hellboy con una sonrisa diabólica.
No sorprende, entonces, que tenga una dura respuesta para los críticos de su nueva película, Don't Look Up. Perlman interpreta a un oficial militar con pocas luces en la sátira llena de estrellas de Adam McKay sobre la crisis climática, que se convirtió en uno de los estrenos más vistos de Netflix durante la Navidad, pero tuvo una buena cantidad de críticas mordaces. Tiene tres palabras para los detractores de la película, a las que luego les siguen varias más.
“Que te j*dan a ti y a la importancia personal que te atribuyes, a esta necesidad perpetua de decir todo lo malo sobre algo para poder llamar la atención por algo que nunca se te hubiera ocurrido crear. Es corrupto. Y es enfermo. Y está retorcido. Pero entiendo que es parte de cómo Internet casi ha matado al periodismo. Y ahora el periodismo se trata de hacer todo lo posible para cooptar y conservar su importancia”.
Marginalmente por debajo del nivel de desprecio de Perlman por los críticos de cine está su respeto por los republicanos, los antivacunas y las personas que ven Fox News: “Realmente me importan una mi**da. Me he rendido con esa gente. Todos están vacunados y te dicen que tú no lo hagas. Saben que todo lo que dicen es mentira, pero lo hacen de todos modos. Todos son jod**os pedazos de mi**da que pueden ir a jod**se”.
En este punto, su voz profunda se tambalea. “Lo desgarrador es que 74 millones de personas votaron por un hombre que ha sido acusado dos veces en un juicio político, manoseó a 26 mujeres, infló su riqueza personal y luego la desinfló cuando lo necesitaba. Espero que haya un lugar especial en el infierno para aquellas personas que se aprovecharon de la vulnerabilidad de los demás”.
Claramente, Perlman no se anda con rodeos. El veterano actor de carácter ha sobrevivido toda su vida en Hollywood sin convertirse nunca en parte de la maquinaria. Rebelde por naturaleza, ha forjado su carrera interpretando a forasteros, ya sean motociclistas (Sons of Anarchy), traficantes de órganos en el mercado negro (Pacific Rim) o semidemonios convocados a la Tierra por los nazis (Hellboy). Y con su amplia mandíbula y su frente arrugada, el hombre de 71 años tiene un rostro tallado para las delicias perversas del cine negro.
Perlman aceptó un papel en la nueva versión de Nightmare Alley de Guillermo del Toro sin echarle un vistazo al guion, rompiendo así su regla de oro en el proceso; pero, aceptémoslo, él rompe todas las reglas cuando se trata de Del Toro. Esta es su sexta colaboración con el mexicano ganador del Oscar, una asociación que comenzó en 1993 con la película de terror de culto Cronos. En ese momento, Perlman era mejor conocido como el hombre detrás de la máscara, pues acababa de protagonizar una exitosa adaptación televisiva de La Bella y la Bestia, donde tuvo que cubrirse de una montaña de prótesis. Ganó un Globo de Oro por su actuación, pero la naturaleza del papel significaba que nadie sabía realmente quién era, excepto por un excepcional aficionado al terror que vivía al sur de la frontera.
Los caminos de Del Toro y Perlman se cruzaron por primera vez cuando el director le envió una carta para pedirle que participara en su ópera prima. Hasta el día de hoy, Perlman todavía atesora la carta: “Era una carta de las que no recibes muy a menudo en la vida. El tipo de carta que guardas y, cuando tienes el dinero, enmarcas. Al leerla fue como si hubiera ganado un premio por la trayectoria de toda una vida. Yo era un desconocido actor de carácter detrás de esas máscaras. Nadie me reconocía, y mucho menos sabían mi nombre, pero él sí”.
Nightmare Alley en realidad se remonta a esos primeros intercambios de correspondencia entre el actor y el director: Perlman le dio a Del Toro la novela de William Lindsay Gresham, en la que se basó la película original de 1947. Incluso en esos primeros días, Perlman sabía que Del Toro era algo especial: que un día ambos iban a ser los forasteros que llegarían juntos a la cima. A lo largo de su relación laboral, Del Toro y Perlman han pasado de las películas de terror de bajo presupuesto a los éxitos de taquilla. Él dice, citando una línea de Casablanca: “Supe que era el comienzo de una hermosa amistad”.
En Nightmare Alley Del Toro opera en un nivel ligeramente distinto al pasado. Es la historia de un estafador, interpretado por Bradley Cooper, que huye de las consecuencias de su pasado. Cuando se une a un carnaval ambulante como parte del elenco, Perlman es su amable hombre fuerte, Bruno, una deconstrucción del papel de tipo duro que ha interpretado muchas veces a lo largo de su carrera. Las imágenes góticas, la malevolencia que emerge de la superficie, los estallidos de violencia insidiosa, todo eso está presente, pero la película está menos alejada de la realidad que la fantasía The Shape of Water, y menos exagerada que Crimson Peak. El resultado es el mejor trabajo del director desde la magistral Pan's Labyrinth y también la colaboración más distintiva entre Del Toro y Perlman desde Hellboy.
En la versión musculosa y picante del demonio de piel roja que lleva puesta una gabardina de cuero y termina convertido en superhéroe, Perlman interpreta al protagonista Hellboy. Este era el papel que Perlman había esperado toda su vida: la oportunidad de estar al frente y en el centro de una importante película comercial que conservó su esencia retorcida, audaz y desafiante, culminada con el humor negro y la estética gótica que caracterizan a Del Toro.
Hicieron dos películas de Hellboy antes de que Neil Marshall reiniciara abruptamente la serie con la estrella de Stranger Things, David Harbour, en el papel principal. La nueva versión reprobó. Fue un horrible desastre que Perlman no se atrevió a ver. Tanto él como Del Toro han dicho públicamente que estaban planeando una tercera película, entonces, ¿estaría él dispuesto a interpretar a Hellboy de nuevo? “¿Estoy ansioso por hacer Hellboy 3? No, tengo 71 malditos años”. Pero tampoco puede deslindarse del papel, a pesar de las exigencias que le impone a su cuerpo estar en forma para encarnar a un superhéroe a los 71 años. “Se lo debemos a los fanáticos”, dice, “y deberíamos dárselo porque sería una conclusión épica. Entonces, Guillermo, si estás leyendo, no he terminado de insistirte para que hagas esto de una buena vez”.
Perlman es un libro abierto. Es capaz de deshacerse en elogios en cierto momento, y de soltar veneno inmediatamente después, sin embargo, el único tema sobre el que es críptico es el referente a Kurt Sutter. Sutter fue el creador y productor ejecutivo de Sons of Anarchy, el exitoso programa de televisión en el que Perlman actuó durante seis años como el rey de los motociclistas Clay Morrow. Se desentendió de su secuela Mayans MC, tras algunas acusaciones de “conducta poco profesional”. De su antiguo jefe, que también participó en el programa como Otto (generalmente en las escenas de violencia más grotescas de la serie), Perlman dice: “Era muy duro. El poder es algo que no se debe ceder a todo el mundo. Es algo complicado y si se le da a los tipos equivocados, siempre es algo que debes evitar. Y eso es todo lo que diré”.
Hubo un momento, a mediados de los ochenta, en el que Perlman consideró dejar la actuación. Conseguía papeles que apenas superaban el de un actor invitado en los programas de televisión. Más de tres décadas después y gracias a su gran talento y perseverancia (y un poco de suerte), se convirtió en el favorito de uno de los directores vivos más aclamados, Del Toro, y trabajó con otros como Nicolas Winding Refn en Drive y Jean-Jacques Annaud en El nombre de la rosa.
Es una trayectoria que también lo ha llevado a trabajar con “héroes” como Marlon Brando, Albert Brooks y Sean Connery. Tiene en especial alta estima a Brando, con quien trabajó en The Island of Dr Moreau. “Él es mi ídolo de la actuación”, dice. “Pero estar cerca de él me convirtió en alguien muy callado. Yo no era yo cuando estaba cerca de él. Sentí que no era digno”.
Baja un poco su rostro maravillosamente expresivo. “Desearía tener otra oportunidad con Marlon. Simplemente le encantaba reír. Si Marlon y yo conviviéramos ahora, la pasaríamos de maravilla”.
Estoy seguro de que así sería.
Nightmare Alley ya está en los cines.