¿Quién era “La Narcosatánica” y de qué trata su docuserie que lanzó HBO Max?
La nueva producción de la plataforma de contenidos bajo demanda incluye testimonios, imágenes exclusivas y de archivo, así como una entrevista con Sara Aldrete de casi 60 años de edad
Quienes la conocieron mientras cursaba la escuela secundaria en Brownsville, Texas, pudieron constatar que Sara María Aldrete era una buena estudiante, una chica tranquila y amable con sus compañeros. Por su gran altura, pues medía 6 pies y 1 pulgada (cerca de 1,85 metros), decidió dedicarse a la Educación Física, luego de ser transferida desde México al Texas Southmost College.
Así inicia la serie documental que la plataforma de contenido bajo demanda, HBO Max, realizó bajo el título de “La Narcosatánica”, la cual incluye testimonios, imágenes exclusivas y de archivo, así como una entrevista con Aldrete de casi 60 años de edad.
La mujer en cuestión vivía en la frontera con EEUU, en la no tan conflictiva ciudad de Matamoros, en Tamaulipas, hoy en día asediada por los cárteles de la droga y traficantes de personas. Su vida transcurrió con normalidad hasta que el destino la orilló a encontrarse con Adolfo Constanzo, un supuesto adivino cubanoamericano, quien además era líder de un culto religioso.
Constanzo no tardó en persuadir a Aldrete quien, casi de inmediato, se interesó por la adivinación, la brujería y los rituales satánicos. Este hombre sería el encargado de apodarla como “La Madrina” y, más tarde, las autoridades y la prensa mexicana se aferrarían a llamarla “La Narcosatánica”.
La historia de Sara, quien nació el 6 de septiembre de 1964, cobró un giro inusitado cuando de estudiar Educación Física y relacionarse con Constanzo, terminó siendo cómplice de los sacrificios humanos de su mentor, quien no solo abusaba sexualmente de sus víctimas sino que las descuartizaba –la mayoría de ellos narcotraficantes– y usaba las partes de sus cuerpos para cocinarlos.
Más tarde que temprano, Sara ya se encontraba como segunda al mando de Constanzo; mientras él se dedicaba a su principal negocio, el trasiego ilícito de marihuana en la década de 1980 y los primeros años de 1990. Como si se tratara de una secta similar a la del asesino estadounidense, Charles Manson, ambos quisieron emular la fórmula de conseguir adeptos que cometieran crímenes en su nombre.
El declive de esta dupla del mal ocurrió en 1989, cuando los asesinatos eran cada vez más frecuentes y las autoridades no sabían cómo ni quién podía cometer tan atroces actos delictivos. Todo ocurrió cuando el acaudalado turista estadounidense, Mark J. Kilroy, fue secuestrado luego de salir de la Universidad de Texas durante las vacaciones de primavera.
Tanto Constanzo como Sara –en ese entonces de 24 o 25 años de edad– y muchos adeptos lograron huir de las autoridades, pero estas hallaron un escondite en el que había cabello humano, partes de cerebros, dientes e, incluso, cráneos de personas fallecidas. Era un espectáculo del terror, según refirieron autoridades. Su buena estrella se había apagado, pues fueron capturados en un escondite en la Ciudad de México.
Aunque con su captura y sus declaraciones, la historia apenas comenzaba a escribirse…