Amanda Knox: la serie sobre Jeffrey Dahmer de Netflix es todo lo que está mal con el género de crímenes reales
Ahora que es madre, autora, presentadora de podcasts, defensora de la reforma de la justicia penal y “cantante de karaoke glorificada”, Amanda Knox le dice a Bevan Hurley que está tratando de hacer el género de crímenes reales de la manera correcta
Amanda Knox sabe muy bien lo que es que dramaticen la historia de tu vida con fines lucrativos.
Después de innumerables artículos, libros y películas que explotan su propia experiencia de pesadilla, esta mujer de 35 años dice que el género de crímenes reales necesita reinventarse.
“Es un gran problema que la peor historia de tu vida, que desgraciadamente acaba definiendo la vida de mucha gente, sea contada sin ningún tipo de reconocimiento de que va a tener un impacto”, comentó en una entrevista con The Independent la semana pasada.
La despreocupada joven de 20 años que se vio envuelta en el papel de asesina obsesionada con el sexo tras el asesinato de su compañera de piso Meredith Kercher en Italia en 2007 es ahora una madre de familia casada y con una hija, autora, presentadora de podcasts y apasionada defensora de la reforma de la justicia penal.
Mientras carga en brazos a su hija Eureka, de 15 meses, Knox le cuenta a The Independent desde su casa en Seattle que en los siete años transcurridos desde su absolución y exoneración ha estado inmersa en una lucha continua para recuperar su identidad de la creada con mal gusto por los tabloides.
El insaciable apetito por el género de crímenes reales ha dado lugar a una avalancha de series de gran audiencia que a menudo glorifican la naturaleza espeluznante de los hechos, al tiempo que se convierten en éxitos de audiencia para las cadenas y los servicios de streaming.
Monster: The Jeffrey Dahmer Story de Netflix, y The Thing About Pam, de la NBC, han recibido críticas por no consultar, ni siquiera notificar, a los familiares representados en los programas, lo que retraumatiza a personas inocentes que se ven inmersas en esa vorágine.
“Lo más atroz que hizo la serie sobre Dahmer, algo que Hollywood hace constantemente, es que toma una gran historia que es desagradable, fea y cruda, y la expone y retrata a personas reales sin pensar realmente en las consecuencias que podría tener para las víctimas”, comenta Knox para The Independent.
Tras el estreno de la serie sobre Dahmer en septiembre, Rita Isbell, hermana de su undécima víctima, Errol Lindsey, escribió en Insider que ni siquiera le habían informado que se estaba haciendo la serie.
Las críticas resonaron en Knox, que el año pasado criticó al actor Matt Damon y al director Tom McCarthy por su película Stillwater, que contaba la historia de un joven estadounidense encarcelado en el extranjero acusado de asesinato.
En un ensayo de julio de 2021 para The Atlantic, Knox escribió que la película se aprovechaba de la historia de su vida mientras perpetuaba falsas suposiciones sobre su propia culpabilidad.
"No puedo decir el número de veces que la gente ha hecho versiones de mi historia y han nombrado explícitamente a un personaje Amanda Knox, o lo han llamado Jamanda Crocs”, asegura Knox. “Hasta el último momento me dicen que lo están haciendo, o me entero por casualidad, junto con el resto del mundo. Y nunca se duda sobre si tomar la historia de esta persona, que es reconocible como un ser humano real, y definirla. Incluso si se toman todas estas como derivaciones para una historia de ficción, van a seguir siendo un reflejo de la persona en la que el público está claramente pensando cuando se está representando a esa persona”.
Según ella, los poderosos de Hollywood deben tener en cuenta el panorama general antes de encargar su próxima serie sobre crímenes reales.
“Creo que necesitan dar un paso atrás y preguntarse si hay algo además del resultado final. ¿Y hay un propósito mayor para esto que el de tomar la peor experiencia de la vida de otra persona? ¿Y repetirla de nuevo, en aras del lucro?”, cuestionó Knox.
Juicio en los medios
En 2007, Knox era una estudiante de intercambio y anfitriona de un bar a tiempo parcial que vivía en Perugia, Italia, cuando su compañera de piso Meredith Kercher fue hallada muerta en su habitación.
Había sido degollada, las heridas de cuchillo sugerían que podría haber sido torturada y que había sufrido de agresiones sexuales.
Cuando los medios de comunicación de todo el mundo acudieron a Perugia, un bombo diario de historias obscenas en primera plana formó rápidamente una narrativa poco halagüeña y rebosante de misoginia en torno a Knox.
Giuliano Mignini, un poderoso magistrado local con una fijación por las teorías de conspiración relacionadas con los rituales satánicos, convirtió la investigación, literalmente, en una cacería de brujas.
En medio de una intensa y a menudo sañuda cobertura mediática alimentada por las filtraciones de información de los fiscales, Knox y su novio Raffaele Sollecito fueron detenidos por el asesinato de Kercher.
Knox relataría más tarde cómo la policía no le proporcionó ni un abogado ni un intérprete tras su detención, y más tarde relataría cómo fue sometida a maltratos físicos y verbales.
En retrospectiva, Knox ve una conexión entre la saga que se desarrolló en Perugia y la explosión de la popularidad de las redes sociales, en particular Facebook.
“En la época en la que viví mi experiencia, era muy novedoso para la gente estar tan dividida en Internet y vivir en estas cámaras de eco, en las que realmente se tomaban bandos extremos y no se apreciaban los matices de lo que realmente estaba ocurriendo en la realidad”, afirma.
“Esa es la naturaleza del algoritmo. Y lo vimos en mi caso, antes de que empezáramos a verlo en cosas como la política”.
Cuando el vagabundo y ladrón local Rudy Guede fue detenido y acusado del asesinato de Kercher, el foco de atención de los medios de comunicación solo se apartó de manera momentánea de Knox.
Guede implicó a Knox y Sollecito en el asesinato de Kercher, y fue declarado culpable y condenado a 30 años de prisión tras un juicio acelerado. Sus declaraciones cambiantes a la policía nunca se investigaron a fondo en el tribunal.
Después de casi dos años en la cárcel y un juicio de 11 meses en el que fue descrita como una “diabla” promiscua, Knox fue condenada por asesinato y violencia sexual. Los abogados de su familia apelaron de inmediato, y citaron pruebas de ADN defectuosas, una investigación fallida y el sentimiento abrumadoramente negativo hacia ella en Italia.
Tras una revisión de las pruebas de ADN ordenada por el tribunal, fue absuelta en 2011 y regresó a Estados Unidos.
Luego, en 2013, el máximo tribunal de apelaciones de Italia anuló la absolución y ordenó un segundo juicio. Knox fue declarada culpable en ausencia por segunda vez en 2014.
El veredicto sería anulado en 2015, cuando un panel de cinco jueces culpó a los “errores flagrantes” y la “amnesia de la investigación” del fiscal para darle un desenlace al calvario de ocho años de Knox.
Lo mejor del género de crímenes reales
Al regresar a su casa en Seattle en 2011, con el proceso de apelación aún pendiente, Knox cuenta a The Independent que pasó por una fase de “intentar desaparecer y ser una persona anónima”.
En 2013, escribió el libro de memorias Waiting To Be Heard (Esperando ser escuchada), que fue un éxito de ventas y le ayudó a pagar las facturas legales y de relaciones públicas, así como las segundas hipotecas que su madre, su padre y su abuela habían contraído para ayudar a pagar las facturas legales, según declaró para el New York Times el año pasado.
Con los US$200.000 que le quedaban para empezar su nueva vida, terminó una licenciatura en escritura creativa en la Universidad de Washington y empezó a escribir columnas bajo un seudónimo para un periódico.
Cuando por fin salió de su purgatorio legal en 2015, Knox comenzó a escribir artículos y blogs destinados a llamar la atención sobre los costos humanos infravalorados del crimen.
La cadena Sundance Now le pidió que presentara un podcast sobre crímenes reales, y dice que aceptó con la condición de ser brutalmente honesta y crítica con los defectos del género.
El proyecto se ha transformado en un nuevo podcast titulado Labyrinths, que Knox escribe y produce junto con su marido Christopher Robinson. En él, explora cuestiones más amplias sobre cómo la gente termina en el tipo de situaciones como en la que ella misma estuvo alguna vez.
Knox dice que intenta humanizar a quienes se encuentran en medio de una experiencia de “crímenes reales” para no retratarlos simplemente como monstruos o víctimas. Su objetivo es que la gente entienda que esas horribles experiencias pueden ocurrirle a cualquiera, y ampliar su perspectiva empática.
“El género de crímenes reales, en su mejor cara, no es solo la explotación de las peores tragedias de otras personas, sino que revela problemas institucionales que deben abordarse o problemas de la naturaleza humana”, explica a The Independent.
“Es realmente intentar tender un puente entre los que hemos tenido la desafortunada realidad de que nuestras peores experiencias se conviertan en productos de entretenimiento, y el resto de los que sienten que eso nunca les pasaría a ellos”.
Knox añadió que, si bien “la gente me identifica como una persona que se dedica al género de crímenes reales, yo no me identifico como tal”.
“Dicho esto, porque ahora estoy profundamente involucrada en el mundo de la reforma de la justicia penal, y soy muy amiga de mucha gente que está en todos los espectros del mundo de la justicia penal”, aseguró.
En octubre, en un acto de recaudación de fondos para el Proyecto Innocence de Illinois, fue invitada a subir al escenario como miembro de honor de The Exonerees, un grupo de exreclusos que en conjunto pasaron más de 100 años en prisión por delitos que no cometieron.
Knox, que se describe a sí misma como una “cantante de karaoke glorificada”, cantó “I Will Survive” y “Feeling Good” de Nina Simone con una letra modificada para reflejar la experiencia de la banda en la cárcel.
“Se encontraron por casualidad conmigo, creo que en un karaoke. Y dijeron: ‘Chica, estás en la banda’. De vez en cuando me invitan a presentarme con ellos”, explica Knox sobre el grupo.
Con su clara comprensión de las desigualdades del sistema judicial, Knox cree que el camino hacia una reforma significativa está en cambiar el enfoque para que el proceso se centre en las víctimas.
“Creo que una de las principales razones por las que mucha gente tiene una mentalidad de ojo por ojo es porque no ofrecemos a las víctimas y a sus familiares mucho más en términos de reconocimiento de la gravedad del delito”, comentó.
También aseveró que la confianza en el castigo lleva a sentencias demasiado duras que no toman en cuenta la humanidad de la persona.
“El sistema de justicia penal, tal y como está ahora, es muy, muy malo a la hora de reconocer a las víctimas y darles la posibilidad de rehabilitarse después de que les hayan robado algo tan drástico o les hayan quitado algo tan grave, lo único que les ofrecemos es el castigo para el agresor”, continuó. “En última instancia, lo que una víctima quiere es el reconocimiento, ¿no? Aceptar que todo esto sucedió. Fue extremo, fue horrible, nunca debió ocurrir, no queremos que vuelva a ocurrir”.
Como es lógico, Knox sigue siendo reacia a hablar con los medios de comunicación y a tener que revivir continuamente la peor experiencia de su vida. Pero con una familia joven y facturas que pagar, tiene varios proyectos en marcha, incluida la adaptación cinematográfica de sus memorias, que inevitablemente acabará en la categoría de crímenes reales.
Espera que los cineastas, autores y periodistas intenten tener en cuenta las mejores partes de la naturaleza humana como su guía para contar una historia.
“Y no ceder al impulso de crear algo simplemente para que sea escandaloso y captar la atención de la gente, por el hecho de escandalizar, sino entrar de alguna manera en el corazón de la gente y al mismo tiempo educarla”, confesó. “Ese es el mejor tipo del género de crímenes reales”.