En primer plano

La verdad detrás de ‘Monstruos: la historia de Lyle y Erik Menendez’ podría liberar a los hermanos 35 años después

Casi 35 años después de su encarcelamiento, se han descubierto nuevas pruebas que podrían demostrar que los hermanos fueron víctimas de un vil abuso sexual a manos de su padre

Lunes, 11 de noviembre de 2024 17:40 EST
‘Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez’: Nicholas Chávez y Cooper Koch como los hermanos y Javier Bardem como su padre
‘Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez’: Nicholas Chávez y Cooper Koch como los hermanos y Javier Bardem como su padre (Miles Crist/Netflix)

La noche del 20 de agosto de 1989, José y Kitty Menéndez estaban viendo la televisión en el estudio de su mansión de Beverly Hills cuando sus dos hijos, Lyle y Erik, entraron en la habitación con escopetas de calibre 12. Fuentes policiales revelaron a Los Angeles Times que a José le metieron el cañón de una pistola en la boca después de que ya le habían disparado cuatro veces, y que un último disparo le voló la parte posterior de la cabeza. Kitty, que recibió diez disparos, intentó arrastrarse mientras los jóvenes de 18 y 21 años recargaban el arma, pero murió al recibir un disparo en la mejilla. Horas después, el hermano mayor, Lyle, llamó al 911, sollozando al operador: “¡Alguien mató a mis padres!”.

Ahora, 35 años después, los infames asesinatos son el tema de un nuevo drama de Ryan Murphy en Netflix, Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez. Los actores Javier Bardem y Chloë Sevigny interpretan a los padres, mientras que Nicholas Chávez y Cooper Koch interpretan a Lyle y Erik, respectivamente. Es la segunda temporada de la controvertida saga de true crime de Murphy, cuya primera edición reavivó el interés por el “caníbal de Milwaukee”, Jeffrey Dahmer. Dicha serie, titulada Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer y protagonizada por Evan Peters como el asesino en serie con gafas, se volvió estratosférica: alcanzó mil millones de horas de reproducciones en sus primeros 60 días y provocó un debate generalizado sobre la “idealización” de los asesinos. Sin embargo, esta vez las cosas son diferentes. Esta vez, los “monstruos” podrían ser las víctimas.

Durante los juicios de los hermanos, que tuvieron lugar entre 1993 y 1996, Lyle y Erik afirmaron que habían sufrido toda una vida de abusos a manos de su padre, un millonario ejecutivo del mundo del espectáculo de Hollywood. Por ello, la defensa argumentó que la pareja debía ser juzgada por homicidio, no por asesinato, y alegó además que José había amenazado con matar a sus hijos para que no dijeran nada. No funcionó. El 2 de julio de 1996, Lyle y Erik fueron declarados culpables de asesinato y condenados a cadena perpetua sin libertad condicional. Pero más de tres décadas después, a tiempo para la llegada de la nueva y esperada serie de Netflix, surgieron nuevas pruebas que podrían liberarlos.

Dos meses después de que ocurrieran los asesinatos, Robert Rand, un periodista de The Miami Herald que tal vez conoce el caso mejor que nadie, viajó a Los Ángeles para entrevistar a la familia Menéndez. En ese momento, todavía no arrestaban a los hermanos y estaba muy extendida la creencia de que la mafia era responsable de las muertes de José y Kitty debido a la fama de José como acaudalado ejecutivo de la industria de películas en formato físico.

“Pasé tres días con Erik y Lyle. El público no los consideraba sospechosos. No tenía absolutamente ninguna razón para sospechar de ellos”, me cuenta Rand ahora. “Me contaban historias muy amorosas y emotivas sobre lo unida que era su familia”. Lo que no sabía Rand era que sería la primera de muchas veces que se reuniría con los hermanos durante las siguientes tres décadas y media para un relato que definiría su carrera. Su libro de 2018, The Menendez Murders: The Shocking Untold Story of the Menendez Family and the Killings that Stunned the Nation, acaba de ser reeditado con un nuevo epílogo que revela información crucial descubierta en los últimos seis años.

Los hermanos habían afirmado que el día de los asesinatos habían ido al cine a ver Batman. En realidad, habían tirado las armas en algún lugar de Mulholland Drive, luego condujeron hasta un cine y compraron boletos para una película que no vieron, para después regresar a casa a la escena del crimen. Durante la entrevista de 1989, Erik hizo un escalofriante comentario a Rand: “Nunca he visto nada igual, nunca veré nada igual. Parecían de cera. Nunca había visto a mi padre indefenso, y es triste pensar que algún día lo estaría”.

En el tráiler de la nueva serie de Murphy (la prensa no tuvo acceso a los capítulos antes de su estreno) se ve a Erik y Lyle despilfarrando a lo grande tras la muerte de sus padres. De hecho, en los siete meses transcurridos entre los asesinatos y el arresto, los hermanos gastaron unos USD 700.000. Lyle compró un Porsche 911 Carrera para sustituir el “pedazo de m****a” que le había regalado su padre, así como ropa por valor de USD 40.000 y un reloj Rolex de USD 15.000. Entre sus compras más excéntricas se encontraba un pago inicial de USD 300.000 para un restaurante de alitas de pollo en Princeton, Nueva Jersey, donde había asistido a la universidad.

Erik Menéndez (izquierda) y su hermano Lyle durante una audiencia previa al juicio el 29 de diciembre de 1992 en Los Ángeles
Erik Menéndez (izquierda) y su hermano Lyle durante una audiencia previa al juicio el 29 de diciembre de 1992 en Los Ángeles (AFP via Getty)

Finalmente, Erik confesó los asesinatos a su psicólogo, Jerome Oziel. Lyle se puso furioso y supuestamente amenazó con matar al doctor. Sin que ellos lo supieran, la amante de Oziel, Judalon Smyth, estaba escuchando a través de la puerta. “Nunca pensé que creía en el mal, pero cuando escuché a esos chicos hablar, empecé a creer”, aseguró al periodista de investigación Dominic Dunne (interpretado por Nathan Lane en Monstruos) en 1990. Después de una ruptura complicada con Oziel, fue Smyth quien alertó a la policía sobre la existencia de grabaciones de sesiones de terapia en las que los hermanos Menéndez admitieron los asesinatos de sus padres.

Tras su detención en marzo de 1990, pasaron tres años hasta que Lyle y Erik pudieron testificar, mientras los abogados debatían si el uso de las cintas como prueba violaba el privilegio médico-paciente. El juicio atrajo la atención internacional, ya que se retransmitió por Court TV. “Hay que recordar que en los años 90 no había Internet ni redes sociales”, me recalca Rand. “Así que, una vez que los grandes medios de comunicación fijaron el perfil o los detalles del caso (niños ricos y codiciosos que mataron a sus padres), ya estaba todo perdido. Y a la defensa le resultó muy difícil contraatacar”.

Lyle Menéndez (izquierda) y el periodista Robert Rand en el centro penitenciario Richard J. Donovan, cerca de San Diego, en 2018
Lyle Menéndez (izquierda) y el periodista Robert Rand en el centro penitenciario Richard J. Donovan, cerca de San Diego, en 2018 (Cortesía de Robert Rand)

Los hermanos admitieron haber matado a sus padres, pero alegaron que lo hicieron por miedo, sobre todo a su padre, a quien describieron como un violento pedófilo. Como prueba, la defensa llamó a declarar a varios miembros de la familia. Brian Andersen, primo de Lyle y Erik, sostuvo que José hacía que los niños se ducharan con él después de los entrenamientos de tenis. Testificó ante el jurado: “En cuanto José llevaba a alguno de los niños a su habitación, la puerta se cerraba con llave, y Kitty dejaba claro que no se podía caminar por el pasillo”. Otra prima, Diane Vander Molen, declaró que Lyle le había confiado los abusos cuando solo tenía ocho años. Detalló que una noche le había pedido dormir en su habitación porque su padre y él se habían estado “tocando ahí abajo”, y especificó que se refería a su zona genital.

Sin embargo, los fiscales argumentaron que incluso si Lyle y Erik habían sido abusados, no les daba derecho a matar. Señalaron la confesión de la terapia, durante la cual no mencionaron defensa propia ni temor por sus vidas. Los hermanos fueron juzgados nuevamente y declarados culpables después de que un primer juicio se anulara por indecisión del jurado. Ambos fueron condenados por dos cargos de asesinato premeditado y sentenciados a cadena perpetua. “Eric y Lyle Menéndez han estado encarcelados durante 34 años y seis meses, y creo que están en prisión por matar a sus abusadores de toda la vida”, expresa Rand. “El veredicto correcto para el juicio de los hermanos Menéndez debió haber sido homicidio, no asesinato”.

¿Quién es el verdadero monstruo? Javier Bardem interpreta a José Menéndez en ‘Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez’
¿Quién es el verdadero monstruo? Javier Bardem interpreta a José Menéndez en ‘Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez’ (Miles Crist/Netflix)

Durante las últimas tres décadas, Rand ha realizado innumerables entrevistas con miembros de la familia Menéndez y personas cercanas a José. El año pasado, otra presunta víctima del abuso de José rompió su silencio. En la serie documental de Peacock de 2023, Menéndez + Menudo: Boys Betrayed (coproducida por Rand), Roy Rosselló, exintegrante de la exitosa banda de chicos puertorriqueña Menudo, afirma que José lo drogó y violó cuando era adolescente. En ese momento, José era el director de RCA Records. “Creemos que Roy fue ‘regalado’ a José Menéndez después de que José firmara con Menudo un contrato de USD 30 millones”, me dice Rand. En el documental, Erik le dice a Rand desde la prisión: “Siempre esperé y creí que un día la verdad sobre mi padre saldría a la luz. Pero nunca deseé que saliera así: el resultado de un trauma que otro niño sufrió”.

Al día siguiente del estreno del documental, los abogados de apelación de los hermanos Menéndez presentaron una petición de hábeas corpus para anular sus condenas de 1996 basándose en nuevas pruebas. La petición enumera las revelaciones de Rosselló y una carta que Erik escribió a su primo, Andy Cano, en diciembre de 1988, meses antes de los asesinatos. En la carta, que Rand recibió de la hermana menor de José y madre de Andy, Marta Cano, Erik, de 18 años, escribe: “He estado tratando de evitar a papá. Sigue sucediendo, Andy, pero ahora es peor para mí [...] Todas las noches me quedo despierto pensando que podría venir [...] Tengo miedo [...] Está loco. Me ha advertido cientos de veces que no se lo cuente a nadie, mucho menos a Lyle”.

Erik Menéndez (izquierda) fotografiado en 2016 y Lyle fotografiado en 2018
Erik Menéndez (izquierda) fotografiado en 2016 y Lyle fotografiado en 2018 (AP Images/Departamento de Correccionales y Rehabilitación de California)

Los abogados de los hermanos esperan ahora que se reajuste su condena para tomar en cuenta la pena que ya habían cumplido y que los dejen salir de prisión. Ahora tienen 53 y 56 años. Gracias a acontecimientos como el movimiento #MeToo, Rand plantea que se suscitó un cambio drástico en la perspectiva que se tiene de las víctimas de abuso desde que los hermanos Menéndez fueron juzgados por primera vez. Por ejemplo, la fiscal que acusó a Lyle, Pam Bozanich, llegó a afirmar en los años noventa que “los hombres no podían ser violados porque carecen del equipo necesario para ser violados”.

“En 1993, entrevisté a todos los miembros del jurado después del primer juicio”, relata Rand. “Todas las mujeres votaron por homicidio involuntario. Todos los hombres votaron por asesinato. Todos los hombres me dijeron: ‘Bueno, un padre nunca le haría eso a sus hijos, ¿verdad?’ [...] Creo que hemos evolucionado como sociedad en los últimos 30 años y estamos mucho más dispuestos a aceptar que estas cosas suceden, no solo a las mujeres, sino también a los hombres”.

Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez llega a Netflix el jueves 19 de septiembre

Traducción de Michelle Padilla

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