Reseña: la tercera temporada de ‘Bridgerton’ traiciona la esencia de la serie
Con un mal guion y una trama débil, la segunda parte de esta entrega del drama de época de Netflix hasta ahora ha decepcionado a la crítica
¿Qué debe hacer una chica emprendedora para sacarse adelante en la época de la Regencia? Esa es la pregunta que nos hacemos luego de ver la segunda parte de la tercera temporada de Bridgerton en Netflix (o, al menos, los dos capítulos a los que los críticos han obtenido acceso antes del estreno oficial).
En los momentos finales de la primera mitad de la temporada, la siempre ignorada Penelope Featherington (interpretada por Nicola Coughlan, quien es la verdadera estrella de esta etapa de la serie) alcanzó el éxito romántico al mejor estilo de Bridgerton: besando a Colin (Luke Newton), de quien había estado enamorada por mucho tiempo, en un carruaje en movimiento. Además, durante la escena suena una versión orquestal de la canción 'Give Me Everything' de Pitbull. Poco después, el tercer hermano Bridgerton le pide matrimonio a Penelope: este es, en teoría, el final feliz con el que ella siempre había soñado. Sin embargo, cuando inicia la segunda entrega, vemos a Penelope cuestionarse si podrá mantener su trabajo clandestino como la columnista de sociedad Lady Whistledown una vez que sea una respetable mujer casada.
¿Estará dispuesta a sacrificar la libertad (y el poder) que su publicación anónima le confiere? “Pronto serás una Bridgerton, y no puedes ser ambas cosas”, le advierte Eloise (Claudia Jessie), su antigua mejor amiga y futura cuñada.
La tercera temporada gira evidentemente en torno a la historia de Penelope y Colin. La ya célebre escena de sexo, que Coughlan ha descrito como “increíblemente liberadora”, es una muestra perfecta del erotismo crudo de Bridgerton . Pero podría decirse que la relación entre el personaje de Coughlan y el de Jessie es la que más cautivadora, y sin ninguna duda es la más importante para el avance de la trama de esta segunda parte. Eloise es una de las pocas personas que puede desenmascarar a Penelope, pero la torturan las dudas sobre si usar este poder (hasta que una impostora intenta atribuirse el trabajo de Whistledown).
Ver los rescoldos del afecto entre Eloise y su antigua mejor amiga añade a estos episodios un peso emocional muy necesario. Los dramáticos vericuetos de la tensa amistad los engancha a todos los espectadores, gracias a las poderosas interpretaciones de las respectivas actrices. Por lo demás, sin embargo, el drama está mal escrito. Gran parte del espacio narrativo se destina a líneas argumentales poco sólidas con las que es difícil conectarse. Los esfuerzos por encontrar esposo de la hermana menor de los Bridgerton, Francesca (Hannah Dodd), quien favorece la compañía estable por encima de las grandes pasiones, pueden servir de contrapunto a los dramáticos romances de sus hermanos, pero no siempre proveen contenido entretenido para televisión.
El ritmo irregular de la trama hace que uno se pregunte por qué Netflix decidió dividir la tercera temporada en dos segmentos ligeramente decepcionantes, en lugar de dejar que se desenvolviera de una sola vez. Es justamente esta estructura narrativa que parece haber subrayado, sin querer, los puntos débiles del programa. Después de todo, Bridgerton nunca ha sido el tipo de historia que depende de tensiones narrativas intensas y giros inesperados. Se trata más bien de un drama de época que favorece la atmósfera por encima de la trama. Por esto es un poco confuso ver intentos de añadir intensidad a la serie, como cuando Penelope afirma que Lady Whistledown le otorga una voz a quienes no tienen una, como si fuera la vocera de algún grupo de resistencia clandestino en lugar de una Gossip Girl del siglo XIX.
Pero aún hay mucho que rescatar, especialmente cuando la serie deja brillar a su elenco multigeneracional: Polly Walker destaca en el papel Lady Featherington, la terrible madre de Penelope. Ahora que su hija ha consiguido un prometido acaudalado, sus complots son más elaborados que nunca, y es un placer verla hacer aspavientos al caminar con distintos looks extravagantes (la interpretación de Karen Millen del estilo de la Regencia británica). Incluso vemos un momento casi conmovedor entre ella y Penelope. Y, dado que el personaje de Lady Violet (Ruth Gemmell) ha pasado gran parte de la serie aconsejando a sus hijos sobre sus dilemas románticos, es agradable verla disfrutar de un coqueteo con Lord Anderson (Daniel Francis).
Sin embargo, cuando llega un final de suspenso, al final del sexto episodio, ni es muy emocionante ni se siente coherente con la trama. En cambio, parece tan rutinario como los pasos de los bailes que los personajes llevan a cabo en los salones. Las ruedas del carruaje de Bridgerton están comenzando a desprenderse, y los últimos dos episodios tendrán que ser bastante dramáticos para que la serie se recupere.
Traducción de Sara Pignatiello