‘The White Lotus’ cerró una mala temporada con un final violento
Los rumores sobre pleitos entre el reparto y conflictos creativos cobran sentido cuando ves todos los capítulos de la tercera temporada; este clímax es una mezcla de genialidad total y decepción devastadora
La divisiva tercera temporada de The White Lotus salió por la puerta grande. Luego abrió otra. Y luego unas docenas más. Si los dos primeros años de la serie trataron sus muertes de final de temporada como bromas cósmicas, métodos para borrar la sonrisa de la cara de un gerente de hotel delirante, o que Jennifer Coolidge se sumergiera en las profundidades del océano, este último presentó la muerte como pura tragedia: nadie en su sano juicio quiere ver a la maravillosa Aimee Lou Wood, con sus ojos gigantes y esperanzados y su radiante dentadura, desangrándose hasta morir con un agujero de bala en el pecho. Pero supongo que es apropiado para una temporada que todo el mundo —incluso aquellos que, como Nick Hilton de The Independent, la elogiaron como otra tanda de episodios “excepcionales”— puede admitir que ha sido la menos divertida de The White Lotus.
Al fin y al cabo, fueron ocho episodios de televisión a menudo desagradables. En sus mejores momentos, rebosó de un malestar pegajoso y ligeramente asfixiante, y sus personajes fueron complejos, extraños y fascinantemente repugnantes. En el peor de los casos, fue como estar atrapado en el tráfico en el día más caluroso del año. No está claro si el único guionista y director de la serie, Mike White, pretendía que esta temporada tuviera una narrativa tan repetitiva, ya que sus protagonistas repetían las mismas conversaciones durante episodios y episodios. ¿Quizás esa era la (agonizante) cuestión? Pero en las últimas semanas ha habido suficientes indicios de una tensión en la producción (se confirmaron pleitos entre el reparto y conflictos creativos), por lo que estoy convencido de que esta temporada ha ido un poco mal tras bambalinas.
¿Por qué contratar a Christian Friedel de La zona de interés o a la estrella del pop surcoreana Lisa y darles tan poco protagonismo? ¿Cómo es posible que el macho de Patrick Schwarzenegger fuera una parte tan importante en los primeros episodios y, sin embargo, sus dos subtramas tienen una conclusión abrupta? Y teniendo en cuenta lo importantes que Rick y Chelsea resultaron ser para los momentos finales de la serie, ¿por qué mantenerlos separados durante tanto tiempo? No hay duda de que un documental sobre el rodaje de la tercera temporada sería más jugoso que mucho de lo que nos presentaron semana a semana.
Es frustrante que, después de ocho largos episodios, había una sensación de que los temas de la temporada finalmente convergían. White lleva escribiendo sobre la búsqueda del sentido espiritual de la humanidad desde su brillante aunque efímera dramedia Enlightened, protagonizada por Laura Dern en 2011, y tengo curiosidad por saber si ahora cree que está en gran medida condenada al fracaso. Las pruebas indican la probabilidad de que piense que es una pérdida de tiempo. La búsqueda de la salvación religiosa de Piper resulta totalmente insípida, ya que confiesa a sus padres que en realidad adora sus riquezas y quiere volver a casa con ellas en lugar de quedarse en Tailandia. Rick trata desesperadamente de evitar la violencia en su segunda interacción con el hombre que creía que había matado a su padre (y que, evocando a Darth Vader, resultó ser en realidad su padre), pero es en vano: nos enteramos después de que es Rick quien inició el tiroteo anunciado en la escena de apertura de la temporada. Chelsea, mientras tanto, se convence a sí misma de que Rick es su alma gemela, pero ¿adónde la lleva eso? Queda atrapada en el fuego cruzado del tiroteo y muere en brazos de su amante. Gaitok consigue a la chica y el respeto profesional que siempre ha deseado, pero solo después de matar a tiros a Rick para demostrar su valía. ¿De verdad valió la pena?
El espectacular monólogo de Carrie Coon hacia el final del episodio sugiere que probablemente sea más seguro abandonar por completo toda esta palabrería de la fe. Laurie se sincera con Jaclyn y Kate y les cuenta que nunca ha encontrado la felicidad o el propósito en el trabajo, o en el amor, ni en la maternidad, pero que “el tiempo le da sentido”, que simplemente existir es, en cierto nivel, suficiente. Por supuesto que parece la solución menos estresante a los males de la vida. También supuso una fuerte resolución de la trama del grupo de amigas. El conflicto no resultó fatal y ninguna de las partes juró seguir su camino por separado. Dejan la isla como un trío, probablemente entrelazados para siempre como pesadillas pasivo-agresivas que, sea sano o no, se necesitan desesperadamente la una a la otra.
La credibilidad de su final, sin embargo, solo expuso la poca autenticidad de la trama Ratliff. ¿Podemos admitir ahora que este conjunto de personajes ha sido un fracaso desde el primer día? Sus personalidades no han dado paso a una crítica social interesante, el enredo incestuoso de los hermanos se sintió extrañamente tímido a pesar de las apariencias de que podría ir más allá, y las circunstancias del fraude financiero de Timothy siempre fueron tan vagas que absolutamente todo lo que ha hecho después ha resultado poco creíble. El empresario intenta asesinar a su mujer, a su hija y a su hijo mayor con piñas coladas envenenadas, y la ejecución es tan floja que da la sensación de que White la montó deprisa y corriendo. Todo lo remotamente interesante sobre los Ratliff, desde su inminente pobreza hasta las consecuencias de la noche juntos de los hermanos, concluyen como temas a tratar fuera de cámara. Qué fenomenal fracaso resultó esta historia.

Pero quizá haya un problema mayor. White solía decir que el misterio de “¿quién acaba muerto” de cada temporada de The White Lotus era más una trama troyana que un elemento por el que sintiera verdadero cariño, algo diseñado para atraer a espectadores que de otro modo no verían un análisis satírico de personalidades. Pero la tercera temporada parecía más impulsada por su propio misterio que nunca, con demasiados simulacros de muerte, demasiados posibles asesinos y más pistolas de Chejov de las que la serie sabía manejar. Y ha acabado haciendo que la gente hable de The White Lotus como si fuera Lost o Severance, o alguna otra serie de rompecabezas plagada de referencias escondidas y pistas que requieren nuestra resolución. Tiene sentido profundizar en algunas de estas cuestiones, sobre todo el discurso sobre el significado de los libros que leen nuestros personajes. Otros, como los intentos de encontrar mensajes ocultos en la secuencia de créditos iniciales del programa, han sido ridículos. Si bien la serie deja algunas migajas —Chelsea, que sobrevivió a la mordedura de una serpiente y a un robo a mano armada y advirtió que la mala suerte viene de tres en tres, llevaba semanas más o menos presagiando su propia muerte—, no es la totalidad de la serie, y me gustaría que White no sintiera la necesidad de apoyarse en ese recurso tan a menudo.
Resulta significativo que los momentos más conmovedores de esta temporada se hayan basado en comportamientos humanos complejos —del tipo que hizo que The White Lotus fuera tan adictiva en primer lugar— en lugar de en inventos extravagantes. Por ejemplo, las sutiles críticas entre Laurie, Jaclyn y Kate durante la cena, o el asombroso monólogo de Sam Rockwell hace tres semanas. Sin embargo, ninguno de los actos violentos de este final plagado de disparos fue tan contundente como la frialdad con que Belinda despreció al pobre e ingenuo Pornchai, cuando descubrió que Gary le había transferido 5 millones de dólares a su cuenta bancaria. “¿No puedo ser rica durante cinco cochinos minutos?”, le pregunta a su hijo cuando le pregunta sobre los planes a futuro. Es un reflejo obvio de cuando Tanya, de Jennifer Coolidge, rechazó a Belinda en la primera temporada de la serie, y qué despiadado giro argumental ver a uno de los únicos personajes realmente virtuosos de la serie corromperse tan rápido.
Para el regreso de The White Lotus, que se rumora que se ambientará en un clima más frío, potencialmente escandinavo, le conviene volver a lo básico. White es un maestro cuando se trata de dinámicas interpersonales y de escribir sobre nuestra propensión a la crueldad, la arrogancia y el egocentrismo. Pero después de estos agotadores ocho episodios, debería evitar la trampa del misterio y dejarlo ahí.
The White Lotus se transmite en Max
Traducción de Michelle Padilla