¿El dinero no puede comprar la felicidad? ¡Mentira! 30 lecciones que debes aprender antes de cumplir 30 años
Al despedirse de sus veintes, Kate Ng recopila todas las grandes lecciones que aprendió durante sus 30 años en el planeta, desde la claridad sobre el síndrome del impostor hasta por qué esos zapatos realmente no valían la pena
He cumplido 30 años. Así de fácil han pasado tres décadas de mi vida. Pero mientras mis amigos que cumplen 30 años este año tienen una crisis existencial, yo me siento bastante relajada al respecto (algo que además me hace sentirme autosuficiente). No hay crisis, ni lamentos por haber dicho adiós a mis veintes. Dios, ¿qué tan irritante soy?
No pretendo serlo. Es que siento que ya vivo como una persona de 30 años, y lo he hecho desde que tenía por lo menos 27. Pero ahora puedo decirle a la gente que me voy a la cama a las 10 de la noche en punto. Nadie abrirá los ojos y exclamará: “¡Pero si solo tienes veintitantos años!”.
Ahora que he entrado en la etapa de los 30, coqueta y próspera (sin lo de próspera, porque... ¿en esta economía?), puedo aceptar plenamente todas las cosas de anciana que ya hago. ¿Irme de una fiesta antes de medianoche porque ya no me importa el miedo a perderme de algo? Por supuesto. ¿Hablar sobre las aspiradoras? Cuenta conmigo. Yo me como al mundo, aunque esté en rápido declive.
Pero estoy segura de que no puedo posponer la inevitable crisis para siempre. Va a llegar, de una manera u otra. Mientras me mantengo alerta, he recopilado 30 lecciones que he aprendido en mis 30 años de vida, desde las más mundanas hasta las más tontas, pasando por las más conmovedoras.
1. “La vida es demasiado corta para leer libros malos” es una mentira
Este “consejo” siempre me ha molestado, porque ¿cómo voy a saber que un libro es malo si no lo leo? Nuestros gustos también varían a lo largo de las diferentes etapas de nuestra vida, así que no tengas miedo de coger un libro que te pueda gustar, aunque a otros no les guste.
2. Desconfía siempre de los huevos
Adoro los huevos, pero me han hecho daño al menos dos veces en mi vida. Ahora, si tengo algún atisbo de duda sobre un huevo, hago diligentemente la prueba del agua: llenar un cuenco con agua y meter el huevo con cuidado para ver si flota o se hunde. Si se hunde, está bueno para comerse, si flota, lo tiro directamente a la basura. ¡No me engañarán una tercera vez!
3. Unta mayonesa en el exterior de tus sándwiches a la parrilla
Este es uno de los mejores trucos de cocina que he aprendido. En lugar de untar con mantequilla el exterior de cualquier sándwich que vayas a hacer a la parrilla, extiende una capa de mayonesa encima él. No solo te ahorra la agonía de intentar untar una mantequilla demasiado dura sobre un pan blando, con el consiguiente riesgo de provocar agujeros y roturas, sino que además tu sándwich se cocinará de forma mucho más uniforme. De nada.
4. Cuanto más geniales parezcan los zapatos, más se sufre
Esta lección hay que reconocerla, no aprenderla, porque sé que seguiré comprando zapatos que parecen ridículamente geniales y luego sufriré por ello. Tal vez una mejor lección sea determinar lo bien que se ven los zapatos en comparación con el dolor que te causarán, y prepararte en consecuencia. Ten siempre listas esas curitas para colocar sobre las heridas.
5. Los británicos se apenan fácilmente pero no sienten vergüenza
Como extranjera, he tenido el gran placer de observar la cultura británica desde cierta distancia. Una de las cosas más desconcertantes que he aprendido es que la mayoría de los británicos se apenan desproporcionadamente por cosas menores. Dios no permita que devuelvas la comida que no está bien cocinada porque “causaría una escena”. Sin embargo, los británicos no tienen ningún problema en hacer el ridículo y vomitar por toda la calle después de una noche de borrachera. Las cuentas no cuadran.
6. Supera la vergüenza
He tenido mi buena ración de momentos vergonzosos. A menudo me viene a la mente cuando probé por primera vez unas sandalias de plataforma y un tipo sonrió mientras casi me caía delante de él en New Cross. O la vez que me caí de una bicicleta estática en mi primera clase de spinning. ¿Cómo superé estos momentos de extrema vergüenza? Asumiéndolos. Mientras nadie se haya hecho daño, puedes levantarte, reírte de ello y volver a la bicicleta. Todos estarán demasiado ocupados alegrándose de no haber sido tú.
7. Orina siempre después de tener sexo
Compañeras portadoras de vaginas, no puedo exagerar la importancia de hacer esto si tienes sexo con penetración. Solo te toma un minuto, y reducirá drásticamente el riesgo de contraer una temida infección urinaria. No te saltes la orina después del sexo.
8. A los hombres les encanta demostrar que estás equivocada
Una de las cosas más útiles que he aprendido sobre los hombres es lo mucho que quieren demostrar que te equivocas. Así que utiliza esto en tu favor. Di cosas como: “Sé que no vas a hacer esta [tarea aburrida] y tendré que hacerla yo”, y verás cómo esa tarea se hace en cuestión de horas. Funciona como la magia.
9. Di no a los skinny jeans
¿Por qué tenemos que fingir que nos gustan los skinny jeans? Son demasiado ajustados y limitan el movimiento, además de que entrar y salir de ellos debería ser considerado como hacer ejercicio. Y Dios no quiera que tengas muslos que se toquen, les harás un agujero más rápido que en lo que puedes decir: “Los skinny jeans apestan”.
10. Usa siempre bloqueador solar
La periodista Mary Schmich lo aconsejó en una columna que sirvió de base para aquella canción con una parte hablada que Baz Luhrmann lanzó a finales de los noventa. Llevo conmigo cantidades abundantes, en todas las formas imaginables (mientras escribo, tengo a mi lado versiones en spray, crema y polvo). No siempre lo he llevado, pero solo he aprendido a apreciar lo dañino que es el sol en los últimos cinco años y puedo atribuir mi falta de arrugas a la protección solar.
11. Cásate con alguien que esté en tu mismo país
¿Quieres ahorrarte un mundo de dolor y dinero perdido? Encuentra una pareja que viva en el mismo país que tú. O mejor aún, uno que viva en un radio de 10 kilómetros en lugar de a 10.539 kilómetros, como era mi caso. Ahora bien, el amor es el amor, no importa la distancia, y estoy muy contenta de estar aquí y de tener esta relación. Pero no se puede negar que nos habríamos ahorrado mucho dinero, tiempo y hubiéramos tenido más momentos preciosos si viviéramos en el mismo país.
12. Ser amable no cuesta literalmente nada
Ser una persona decente no cuesta nada. Absolutamente cero, y te hace sentir muy bien a ti y a los demás. Mientras tanto, ser desagradable te cuesta tu reputación, tu salud mental y tu capacidad de pensar positivamente sobre cualquier cosa. Haz que esta sea tu actitud predeterminada.
13. Te convertirás en la agenda andante de tu marido
La familia y los amigos de mi marido ya no se molestan en enviarle mensajes de texto para hacer planes, sino que acuden directamente a mí. Todavía no he asumido el hecho de que ahora soy su agenda andante, y no estoy segura de que lo haga nunca.
14. Sé firme en tus convicciones
Ser firme con respecto a tus convicciones es una de las cosas más incómodas que tendrás que hacer en la vida. En momentos como este, he aprendido que fortalecer los nervios y conseguir que mis amigos me respalden es la clave para ser lo suficientemente valiente como para asumir mis posturas.
15. El síndrome del impostor es real, pero no estás sola
¿Tienes el síndrome del impostor? Yo también. Y tu colega también. También lo tienen tus amigos, y tu vecino, y tu hermana. Ya te imaginas el resto. La mayoría de nosotros fingimos que sabemos lo que hacemos y nos aterra que nos “descubran”. Pero una vez que te das cuenta de la cantidad de gente que siente lo mismo, puedes hablar de ello abiertamente y, a su vez, ganar más confianza.
16. Está bien soltar a los amigos
Una dura lección que tuve que aprender es que los amigos van y vienen. Y eso está bien. A veces, nuestros amigos nos superan o nosotros hacemos lo mismo. No todas las amistades están hechas para durar para siempre, pero es muy importante que valoremos nuestras amistades mientras las tengamos.
17. Es realmente difícil hacer amigos de adulto
Hablando de amistades, hacer nuevos amigos cuando eres adulto es extraordinariamente difícil. Intenté entrar en Bumble BFF, pero resulta que es más incómodo que las citas en línea. Además, el confinamiento echó por tierra mi plan de hacer amigos en el trabajo. ¿Quién iba a decir que íbamos a ser tan ineptos para hacer amigos a los veintitantos años?
18. Si puedes hacer algo tú mismo, hazlo
Si quieres que algo se haga bien, tienes que hacerlo tú mismo. Esto también se aplica al hecho de querer que algo se haga. Esperar a que otro haga la llamada o lave los platos cuando podrías haberlo hecho tú mismo es una pérdida de tiempo, en mi opinión. Dicho esto, si es importante para ti que la otra persona realice estas acciones, debes comunicárselo.
19. Es posible encontrar un ejercicio que te guste
Antes despreciaba absolutamente el ejercicio. Pero después de tomar y fracasar (ver: ejercicio de spinning) muchas clases de prueba, he descubierto que es posible encontrar una actividad que te guste. Para mí, es el levantamiento de pesas. La clave está en probar las cosas y descubrir cuál es la que te hace sentir más fuerte y realizada.
20. Una mudanza cuesta mucho más de lo que crees
Esta es una de esas lecciones que no aprendes en la infancia porque no hay que pensar en ello hasta más adelante. Pero una mudanza es muy costosa, y todas las pequeñas cosas se acumulan. No se trata solo de contratar al hombre con la camioneta, sino también de los costos de finalización de los contratos, de la limpieza del lugar, de las cajas para empaquetar tus cosas, de tener que tomarte un día libre para hacerlo todo. Ah, y cuando te mudas a un nuevo lugar, ¡hay más costos necesarios!
21. No tengas miedo de hacer preguntas
La podcaster Alie Ward, del popularísimo podcast Ologies, tiene una frase que he tomado como un sabio consejo: “Haz preguntas estúpidas a la gente inteligente”. Me encanta este consejo, porque todos tenemos tanto miedo de parecer tontos que a menudo nos esforzamos por no hacer preguntas. Pero eso solo lleva a la confusión y a más vergüenza, así que ¿por qué no hacer las preguntas estúpidas?
22. Aprende a respirar profundamente para controlar la ansiedad
Cierra los ojos y siéntate con la espalda recta. Ahora respire lentamente. Imagina que tus pulmones se llenan como globos, de forma lenta pero segura. Ahora, mantén la respiración y cuenta lentamente hasta cinco. Cuando llegues a cinco, empieza a exhalar, no una exhalación completa, sino una controlada, imaginando que tus pulmones se desinflan mientras exhalas. Repite esta operación hasta que te sientas tranquila y calmada.
23. Haz tus estiramientos
A mi avanzada edad, he comprobado que si no estiro antes de hacer ejercicio, al día siguiente estoy más rígida que una tabla. También puede provocar lesiones relacionadas con el ejercicio, de las que es más difícil recuperarse a medida que se envejece. Ahora me aseguro de estirar antes de correr, por muy tentador que sea saltármelo.
24. Divide las grandes ambiciones en objetivos más pequeños
Tener grandes sueños es genial, pero a menudo pueden parecer inalcanzables. Pero eso no significa que tengas que renunciar a ellos, ni mucho menos. Establece objetivos más pequeños y alcanzables que te lleven al gran objetivo. Hacer esto es mucho más satisfactorio y menos decepcionante que esforzarse por un gran sueño y agotarse antes de llegar a él.
25. Aprender a cocinar
Aprender a cocinar es una habilidad crucial para la vida. No me refiero a cocinar una comida demasiado complicada o un plato de autor para impresionar a los demás. Me refiero a empezar con algo realmente pequeño, como aprender a freír un huevo como a ti te gusta, o a hacer una salsa bechamel. Cocinar una comida adecuada para uno mismo es una de las formas más rápidas y sencillas de sentir que se ha conseguido algo en el día.
26. No compres joyas baratas
Deshazte de las joyas de Accessorize, Lovisa y H&M y elige piezas de mejor calidad. Sin embargo, esto no significa gastar cantidades exorbitantes en aretes y collares. Hay una variedad de joyas semifinas que no cuestan una fortuna y lucirán y durarán mucho más que las cosas de plástico baratas. También te sentirás más inclinada a guardarlas y no tirarlas, lo que contribuye a que haya menos desperdicio en general.
27. Quien dijo “el dinero no puede comprar la felicidad” ya era rico
Estoy convencida de que el que inventó esta frase ya tenía mucho dinero. Porque, aunque el dinero no puede comprar la felicidad, sin duda hace la vida mucho más fácil, lo que, a su vez, crea felicidad. Batallar por vivir al día con cada salario no conduce a una vida feliz.
28. Comer es mucho más divertido que luchar por una delgadez imposible
La comida es uno de los mayores placeres de la vida, y es una de las pocas cosas que no escatimo porque hay mucho que disfrutar. Sin embargo, someterse a la miseria para conseguir un cuerpo que no estás destinada a tener no es nada divertido. Come sano, haz ejercicio con regularidad y encuentra un equilibrio que te funcione, pero nunca te saltes una comida que realmente te apetece solo en pos de la delgadez.
29. El poder de una buena noche de sueño
Dormir es algo maravilloso. Puede despejar la mente, rejuvenecer un cuerpo cansado y devolver la paz. Duerme mucho, y no te arrepientas ni de un solo minuto que hayas pasado durmiendo. Es muy bueno para ti.
30. Olvida la idea de que tener 30 es ser “viejo”
Tener treinta no es ser “viejo” en absoluto, y debemos dejar de suscribir la idea de que cumplir 30 es el final de tu juventud. No lo es, y las cosas van a mejorar. Recién estamos comenzando.