Controversia de Balenciaga: ¿de qué trata y quiénes se han pronunciado en contra?
Jennifer Adcock Treviño explora el torbellino de acusaciones y teorías que rodean las últimas campañas de Balenciaga
Durante los últimos días, la casa de moda de lujo española Balenciaga se ha visto envuelta en controversia por su campaña publicitaria Gift Shop, que contiene fotografías de niños sosteniendo osos de peluche vestidos con lo que parecen ser artículos de sadomasoquismo, y rodeados de objetos que resultan inquietantes por no estar relacionados con la infancia: copas de vino, velas, arneses, un zapato de hombre, etc., que le daban al entorno un toque siniestro.
Desde entonces, Kim Kardashian y otras celebridades se han pronunciado en contra, mientras que numerosos usuarios e influencers de TikTok y Twitter prenden fuego a sus zapatillas Balenciaga y exigen que se “cancele” a la marca. Sin embargo, esta no es la primera vez que Balenciaga crea controversia al promocionar sus productos.
En una campaña anterior, de una colaboración entre Balenciaga y Adidas, se alcanza a ver entre los papeles que se encuentran sobre un escritorio, un documento de la corte relacionado con la pornografía infantil.
En conjunto, ambas campañas sonaron la alarma, y muchos acusaron a Balenciaga de hacer apología del abuso sexual infantil.
En redes sociales, bajo el hashtag #cancelbalenciaga, se empezaron a ver imágenes de usuarios en TikTok y Twitter quemando su calzado deportivo marca Balenciaga, y debatiendo si es mejor donar, destruir o tirar a la basura sus bolsos, sudaderas, y otros artículos.
Después de que la marca ofreciera dos disculpas, condenara el abuso infantil, y aceptara sin reservas toda la responsabilidad por los errores cometidos, decidió meter una demanda contra la compañía productora responsable de incluir “documentos perturbadores” y “no aprobados” en la escena de la segunda campaña.
Acto seguido, el fotógrafo de la campaña con los osos de peluche, Gabriele Galimberti, se distanció de la misma, al afirmar que la elección de los modelos y de los objetos no dependió de él. Galimberti saltó a la fama por su serie fotográfica de retratos de niños de todas partes del mundo rodeados por sus juguetes (Toy Stories) y personas rodeadas de sus armas de fuego (Ameriguns). Es el mismo estilo que se utilizó para la campaña de Balenciaga, en la cual, supuestamente, al fotógrafo se le dijo que el tema para la sesión era el punk.
“No tuve derecho de ningún modo ni de elegir los productos, ni los modelos, ni la combinación de los mismos”, declaró en Instagram. “Como fotógrafo, única y solamente fui requerido para iluminar la escena dada, y tomar las fotos de acuerdo con mi estilo personal [...] la dirección de la campaña y la selección de objetos desplegados no están en las manos del fotógrafo”.
Kim Kardashian, desde hace tiempo gran promotora de Balenciaga, ha dicho que está reevaluando su relación con la marca. En Instagram, varios días después de que explotara la controversia, publicó: “Como madre de cuatro hijos, me siento sacudida por las perturbadoras imágenes”, apuntó. “Cualquier intento de normalizar el abuso infantil de cualquier tipo no debería tener cabida en nuestra sociedad – punto.”
Kardashian agregó: “He guardado silencio los últimos días, no porque no haya sentido asco e indignación por las recientes campañas de Balenciaga, sino porque quería una oportunidad para hablar con su equipo para comprender por mí misma cómo pudo haber pasado esto.”
Por su lado, Ye, antes conocido como Kanye West, que vio la cancelación su contrato con Balenciaga debido a sus comentarios antisemitas, no tardó en unirse a las críticas en contra de la marca.
Bella Hadid, que ha sido uno de los rostros de Balenciaga en numerosas ocasiones, borró de su Instagram dos imágenes de la última campaña, con la aparente intención de distanciarse de ella.
La estrella del fútbol americano Cooper Kupp dijo en un tuit: “Tratar de ser una voz para nuestros niños, que dependen de la protección de hombres y mujeres que fueron encomendados con la responsabilidad de nutrirlos y criarlos: por favor infórmense sobre el ataque contra nuestros niños por parte de @balenciaga, y asegúrense de que no queden impunes por ello.”
También han llovido críticas de celebridades como la personalidad televisiva Canadiense Sharon Lewis y el artista musical Isaiah Robin, así como el comentarista de derecha Tucker Carlson, que tachó a la marca de “aprobar el porno con niños”, y preguntó: “¿Dónde está la indigación moral?”. Mientras tanto, otros aseguraban que se trata sólo de una estética punk y que la controversia tiene tintes de teoría de conspiración, en referencia a la teoría de QAnon que asevera que existe una vasta red mundial de poderosos traficantes de niños.
Los fans de Nicole Kidman han pedido que la actriz se pronuncie, puesto que ella fue modelo en la segunda campaña. Sin embargo, Kidman sigue guardando silencio y no ha borrado las fotos de su Instagram.
Esta no es la primera de las controversias que han rodeado Balenciaga, y se puede decir que, hasta cierto punto, la marca se ha beneficiado de ellas, haciéndolas formar parte de su atrevida e inusual estética. Desde poner a la venta una bolsa muy semejante a la clásica azul de IKEA (US$1.700), hacer pasear a Kanye West por una pasarela hecha de lodo, y vender un colchón hecho de mantas coloridas por US$46.300, hasta crear lo que –en palabras de Denma, director creativo de la marca– es “la bolsa de basura más cara del mundo”, hecha de cuero y con un precio de US$1.790.
Tampoco es la primera vez que una marca de moda de lujo se ve “cancelada” por el público o en redes sociales.
En 2018, Prada fue acusada de hacer “blackface” cuando sacó un conjunto de mercancía llamada Pradamalia, que incluía figurillas negras con labios rojos gruesos. A los pocos meses, en 2019, Gucci –que junto con Balenciaga y Saint Laurent forma parte del grupo francés Kering– también recibió la misma acusación cuando creó un suéter negro estilo balaclava de US$890, donde el cuello de tortuga llegaba hasta la nariz, con unos labios gruesos rojos alrededor de una apertura para la boca. A algunos les resultó demasiado parecido al maquillaje de blackface que antiguamente usaban los actores blancos para burlarse de las personas de piel negra. Las reacciones del público fueron violentas; ambas marcas retiraron los productos y se disculparon.
Cuando Burberry sacó en 2019 una sudadera con una cuerda alrededor del cuello que parecía una horca, recibió muchas críticas: “El suicidio no es moda”, denunció en Instagram un modelo de la marca, preguntando cómo era posible que pensaran que estaba bien presentar eso en una pasarela, “en particular en una línea dedicada a niñas y jóvenes”. Burberry se vio obligada a publicar una declaración en la que se disculpaba sin reservas.
Louis Vuitton tuvo que retirar de su colección varios artículos con el tema de Michael Jackson. Esto sucedió poco después que saliera el documental Leaving Neverland, donde se alegan dos supuestos casos de abuso infantil por parte de la estrella de pop. El CEO de la marca, y el diseñador, se disculparon efusivamente y condenaron el abuso infantil.
Y luego está Dolce & Gabana, cuya historia de racismo es larga (con sus “sandalias de esclavo”, el anuncio que se mofaba de la una modelo china que comía con palillos, sus aretes de cabeza negra de esclavo, así como múltiples declaraciones controvertidas, como decir que Selena Gómez era “fea”, u oponerse a la adopción gay), pero que siguen recibiendo el apoyo de artistas y celebridades que portan la marca, desde Kamala Harris, y Miley Cyrus, hasta Keanu Reeves.
Queda por verse si Balenciaga logrará recuperarse de este último torbellino, aunque guiándonos por los ejemplos anteriores, parece que las marcas de lujo suelen salir ilesas de este tipo de controversias.