10 cosas que detesto de los 'millennials'
Ellie Muir, quien pertenece a la generación Z, vive rodeada de 'millennials' y está harta de sus rasgos generacionales. En el siguiente artículo, se dedica a detallar sus peores costumbres, desde las raras obsesiones con Harry Potter hasta la moda de tener perros carlinos
¿Te enteraste de lo que pasó? La reputación de los millennials, los adictos a los aguacates y los que hicieron que llevar el pelo recogido sea socialmente aceptado, se ha derrumbado. Sí, es oficial. Durante más de una década, el mundo se maravilló ante estos jóvenes brillantes que vivían en barrios hípster y eran súpergeniales. Amantes de los peinados con raya al costado y de la música indie, y fanáticos de cualquier actividad que en su descripción contuviera la palabra “brunch”.
Sin embargo, poco a poco, la generación Z comenzó a tomarles ventaja. Quienes formamos parte de este grupo nacimos entre 1997 y 2012, y parece que hemos ganado la confianza suficiente para destronar a nuestros predecesores. Hemos venido a quejarnos públicamente de los millennials, así como de sus calcetines, sus hábitos de trabajo y su rara obsesión con Harry Potter. Puede sonar duro, incluso cruel. Pero, ¿acaso no es un rito de paso burlarse cariñosamente de la generación de más edad a medida que envejecen? Estas son algunas de las peores características de los millennials, contadas por alguien que vive rodeada de ellos.
No tener límites laborales sanos
No se puede negar que los millennials no la han tenido fácil. Ingresaron al mercado laboral inmediatamente después de la crisis financiera de 2008: su adultez ha estado marcada por la inestabilidad económica, el miedo constante al despido y la inseguridad laboral. En consecuencia, adoptaron hábitos de trabajo dañinos. Por ejemplo, cuando tuve mi primera experiencia laboral, me sentí un poco desconcertada cuando la gente decía que iba a “almorzar”, pero volvía cinco minutos más tarde con un sándwich en la mano que devoraban mientras consultaban la casilla de correo electrónico. Como si fuera poco, noté que también envían mensajes fuera del horario laboral y hacen horas extra... solo porque sí.
Si los comparamos con la gente de mi generación, puedo decir que tenemos límites mucho más sanos. Sabemos que una hora de descanso para almorzar nos salvará del agotamiento. De la misma manera, sabemos que programar un correo electrónico automático bien redactado para cuando estamos de vacaciones es bueno para nuestra salud mental, al igual que desconectarnos a las 5:00 p. m. en punto.
Quejarse de que son millennials y hablar de cuán “VIEJOS” están
Si me guío por los comentarios de mis colegas millennials, cuando cumpla 30 años estaré demacrada, vieja y dolorida. Además, nunca me sobrepondré a una resaca. ¿Se supone que debo aspirar a convertirme en ese tipo de persona?
Usar calcetines invisibles
Si alguna vez has querido descifrar la edad de otra persona, un método infalible es mirar sus calcetines. Si llevan calcetines largos y blancos hasta la rodilla, seguro pertenecen a la generación Z. Si tienen calcetines cortos con los tobillos al descubierto, son millennials fuera de onda, que siguen tendencias obsoletas. Perdón, no soy yo quien establece las reglas.
Pensar que el brunch es el único pasatiempo que vale la pena
No sé exactamente en qué momento se fusionaron el desayuno y el almuerzo como estrategia gastronómica para estafar a los jóvenes y hacerles gastar sumas ridículas en una comida y un trago rebajado con agua. Pero, en algún momento, el brunch se convirtió en el pasatiempo por excelencia de los millennials. Ahora hay opciones de brunch con espectáculo, en las terrazas, con temática de ABBA. ¿Y adivina quiénes aguardan en fila para ingresar? Exacto, los millennials.
Usar pantalones chinos
A mediados de la década de 2010, los pantalones chinos de color ocre dejaron de ser de uso exclusivo de los padres golfistas de alto poder adquisitivo y fueron ampliamente adoptados por el colectivo millennial. Sin embargo, mientras que algunos siguieron las tendencias de la moda y optaron por un estilo más relajado, como el de los jeans holgados, otros se quedaron atrás. Como miembro de la generación Z, los pantalones chinos me parecen un insulto, especialmente los que tienen puño o los que tienen el ruedo doblado hacia arriba. Y son una falta de respeto mucho más grave cuando se combinan con mocasines y calcetines invisibles.
Hacer referencia a Friends hasta el hartazgo
No me malinterpretes, me encanta Friends y siempre pienso en el desastroso bronceado de Ross. No obstante, los millennials tienen la rara costumbre de mencionar detalles específicos de la serie siempre que pueden. Y eso me descoloca. No, no recuerdo lo que estaba haciendo Joey en el episodio 221. Paren, por favor.
Tener una obsesión con Disney
Creo que hay una pregunta crucial que hay que plantearse respecto a este tema: ¿por qué dejarías que un conglomerado de empresas represente tu personalidad? Por supuesto, está bien atesorar las películas y los libros con los que creciste, pero llega un momento en que hay que cedérselos a la siguiente generación... ¿Quizá a los niños? La actriz Miriam Margolyes dio en la tecla cuando les dijo a los fans adultos de Harry Potter que “madurasen” y que dejasen de lado su apego a las casas Slytherin y Hufflepuff. Quizá los millennials deban actuar de la misma manera con respecto a Disney. La sirenita se estrenó en 1990. Es hora de pasar página.
Tener un carlino como símbolo de buena posición social
Respira hondo. A partir de 2016, hubo un grupo muy específico de millennials modernos que compraron carlinos y lo convirtieron en algo muy suyo. Personalmente, me parecen inofensivos, pero usar una raza de perro como tu rasgo de personalidad más distintivo es raro y anormal.
Tener una rara obsesión con los primeros años de la universidad
A pesar de que no fui a la universidad durante la década de los 90 o de 2010, no me hizo falta. Los millennials parecen tener la manía de contar lo alborotada y escandalosa que fue su experiencia en los primeros años de la facultad. No es de extrañar que, en 2004, el consumo de alcohol alcanzara un máximo histórico de 11,6 litros por persona (casi el doble que en 1954). Se la pasaban tomando tragos fuertes y ser el “más desenfrenado” era sinónimo de popularidad. Suena bastante emocionante, claro, pero, ¿no es hora de dejar de vivir anclados en el pasado?
Tener una obsesión con la música indie de 2005
Sé muy bien que esos primeros años de universidad estuvieron marcados por canciones muy notables, como ‘Jackie Big Tits’ de The Kooks y ‘Do You Want To’ de Franz Ferdinand. Pero, ¿cuándo dejarán de hablar del tema? Ya sabemos que les encantan The Maccabees. No hace falta que lo repitan mil veces.
Traducción de María Luz Avila