‘Algo se ha quebrantado’: por qué 2022 está lleno de peligros potenciales
Desde Taiwán hasta Libia y EE.UU., los puntos de acceso globales podrían proliferar en 2022, escribe Borzou Daragahi
Si parece que el mundo se está volviendo más peligroso, es porque es lo que está pasando. Actualmente se están gestando más conflictos armados en más lugares del mundo que en cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial, según el Programa de Datos de Conflictos de Uppsala.
Incluso mientras una pandemia mundial encogía las economías y destruía los medios de vida, las ventas aumentaron, de acuerdo con un informe del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo.
La cantidad de personas expulsadas de sus hogares por la guerra, la miseria o el caos político asciende a 84 millones en todo el mundo, el doble que hace una década. Y de acuerdo con las Naciones Unidas, 274 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria en 2022, más de cuatro veces la cifra de hace una década.
A esto se suma el continuo y devastador impacto económico y de salud pública de la pandemia mundial que ya ha durado dos años, las consecuencias cada vez mayores del cambio climático, y el surgimiento del nacionalismo tóxico; no es de extrañarse que estén aumentando rápidamente en número e intensidad las zonas de conflicto peligrosas y las crisis potenciales en todo el mundo.
En lugares como Siria, Yemen y la región africana del Sahel, los civiles están quedando atrapados en el fuego cruzado, e incluso los buenos samaritanos que trabajan para las agencias de ayuda que se dedican a ayudar a la gente común, están siendo atacados regularmente.
“No es solo que las cosas se estén poniendo más feas”, dice George Readings, analista de crisis globales en el Comité Internacional de Rescate, una organización privada de ayuda. “Es que algo se ha roto. Este no es un crecimiento orgánizo, es algo que está fundamentalmente mal”.
En una versión alternativa y mejor de 2022, un análisis de las zonas de conflicto alrededor del mundo se enfocaría en la inversión y los viajes. Lugares como Taiwán, Ucrania e Irán son ricos en historia, talento y esplendor natural, destinos atractivos para las vacaciones o establecer nuevas empresas.
Pero ni siquiera la pandemia global ha logrado enfriar las llamas del conflicto, ni ha ralentizado los patrones que han estado latentes desde hace tiempo, erosionando el orden mundial.
“La pandemia de covid-19 se trató de sobrevivir, y lo que la gente hace para sobrevivir es volverse tribales y retroceder a lo que conocen en el mínimo común denominador, ya sea étnico, nacional, político”, explica Colin Clarke, un analista de asuntos globales y experto en seguridad en el Centro Soufan, una consultora de Washington. “La pandemia ha sido enormemente perjudicial para la cooperación internacional”.
En todo el mundo, los peligros han proliferado y la amenaza de la inestabilidad política amenaza a naciones que alguna vez se consideraron estables, con un sistema global incapaz o poco dispuesto a abordar las crisis.
“Un orden geopolítico débil aumenta el riesgo de estados fallidos, un régimen débil del derecho y las normas internacionales, y tensiones renovadas en los puntos álgidos regionales”, señaló la consultora Control Risks en un informe sobre este año.
Aquí hay una lista de las zonas de conflicto potencialmente catastróficas a tener en cuenta en 2022.
Taiwán: La nación insular independiente ha estado por mucho tiempo en la mira de China continental, aunque la mayoría de los pronosticadores dudan que Beijing vaya a intentar tomar el control por la fuerza. Sin embargo, la retórica reciente de China ha alarmado a muchos. Los funcionarios chinos están preocupados por no estar preparados para un posible conflicto con Estados Unidos, porque no han tenido mucha experiencia peleando guerras pequeñas. A pesar de las amenazas de sanciones e incluso de la derrota, el presidente chino Xi Jinping puede creer que tomar Taiwán y sus riquezas es un riesgo que vale la pena correr. “El riesgo a corto plazo de un enfrentamiento armado por Taiwán es bajo”, menciona Ali Wyne, del Grupo Eurasia. Pero la posible consecuencia de cualquier conflicto sería devastadora para el mundo, convirtiéndolo en uno de los lugares clave que vigilar. “Tan solo la simple posibilidad de un conflicto allí... las consecuencias son enormes”, advierte Clarke.
Irán: Ya sea que las potencias mundiales logren o no restaurar el tambaleante acuerdo nuclear de 2015, los problemas se están gestando en el Golfo Pérsico. El Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) puso restricciones al programa nuclear de Teherán a cambio de una mitigación de las sanciones, y estaba destinado a comenzar una nueva época de diplomacia con Irán. Pero Donald Trump rompió el acuerdo, y ahora las sanciones han aumentado, el programa nuclear se ha intensificado constantemente y las amenazas entre Israel e Irán están llegando a un punto de ebullición.
Un misil o un ataque aéreo de Israel contra el programa nuclear de Irán tendría un amplio impacto. La dura administración del presidente Ebrahim Raisi está dominada por tempestuosos comandantes de la Guardia Revolucionaria que tendrían pocos escrúpulos en atraer aliados proiraníes del Líbano, Siria e incluso Irak al asunto, lo que podría hacer que EE.UU. entrara a escena y posiblemente trajera aliados de Europa y Oriente Medio.
“Es probable que Teherán también ataque en todo el Oriente Medio”, dijo el Crisis Group en un reporte que identificaba conflictos a tener en cuenta en 2022. “Los esfuerzos nacientes en la distensión entre Irán y las monarquías del Golfo Pérsico podrían ayudar a disminuir los riesgos, pero Irak, Líbano y Siria quedarían en medio del fuego cruzado”.
Corea del Norte: 2022 podría ser el año en que la dinámica latente en la península coreana finalmente llegue a su punto crítico, ya sea con una guerra o con el posible colapso económico de Corea del Norte. En cualquier caso, las consecuencias serían catastróficas, pues habría misiles cayendo en Seúl o un gran desastre humanitario. Clarke compara a Corea del Norte con un “rinoceronte gris”, en referencia al exitoso libro de Michele Wucker sobre una “muy probable pero desestimada amenaza de alto impacto”. Pyongyang sigue amenazando tanto a Corea del Sur como a Japón, y ha aumentado sus programas de armas. Sin embargo, los líderes mundiales parecen haber alzado los brazos en señal de frustración: incluso China, el único patrocinador de Kim Jong-Un, parece desconcertada. A diferencia de los años anteriores, hay muy poca energía diplomática invertida en este problema.
Ucrania: Durante más de siete años, el presidente ruso, Vladimir Putin, se ha contentado con participar en las llamadas maniobras de la “zona gris” para perseguir sus ambiciones en Ucrania, lo que Moscú percibe como parte de su esfera histórica de influencia. Pero a medida que Kiev se acerca a la OTAN, obteniendo avanzados drones de Turquía que han inclinado la balanza militar a favor de Ucrania, Putin parece estar cambiando su estrategia. Con Washington enfocado mayormente en las elecciones intermedias, este 2022 podría ser el año en que Putin se decida a intentarlo.
Mientras tanto, los extremistas de derecha están inundado tanto el este como el oeste de Ucrania para reforzar ambos lados. Los ucranianos podrían excederse si creen que EE.UU. y OTAN los respaldan. Putin podría intentar poner a prueba a Biden. Por otro lado, a diferencia de algunas zonas de conflicto, Ucrania está atrayendo mucha atención internacional. “El frenesí de la actividad diplomática no elimina el riesgo, pero da un respiro para la distensión y así evitar la confrontación armada”, apunta Wyne.
Afganistán: Si bien el país está ahora en un periodo de estabilidad política bajo el régimen talibán, es probable que Afganistán pronto vuelva a ser una fuente importante de mucho dolor. Mientras que una falta de una guerra sin cuartel ha dejado a la nación fuera de los titulares, millones de afganos, incluyendo millones de niños, sufren una escasez de alimentos. Se esperan movimientos importantes de refugiados que abandonan el país y agobian a sus vecinos. La victoria de los talibanes también ha dado valor a otros grupos yihadistas en el sur de Asia, lo que alimenta las tensiones entre Pakistán e India, ambas potencias nucleares.
“¿Cuánta moderación se esperaría de India antes del siguiente espectacular ataque terrorista?”, pregunta Clarke. Incluso Wyne, que se describe como un optimista, advierte que la situación humanitaria en Afganistán se está deteriorando rápidamente. “Va a ser una fuente de inestabilidad”, indica.
Cuerno de África: Parece que hace solo unos meses Etiopía, Sudán, Somalia y el resto de África oriental habían dado un giro y se dirigían a una época de relativa paz y potencial prosperidad. Pero todo eso se ha esfumado. La querra y la inestabilidad política han devastado toda la región del Cuerno, creando disastres humanitarios agravados por la falta de lluvias.
“Es una situación profundamente preocupante”, comenta Readings. “Estamos viendo un conflicto en aumento. Estamos viendo interferencias internacionales, y otro factor importante es la sequía”. Aún más, las crisis están interconectadas: la sequía en una región provoca el éxodo hacia otra, lo que desencadena conflictos armados en otra más. “Más guerra significaría más desastre”, sostiene el reporte de Crisis Group. “Las luchas ya han matado a decenas de miles de personas y han desarraigado a millones de etíopes de sus hogares”.
Libia: Con las elecciones programadas para el mes pasado pospuestas indefinidamente, y los grupos armados movilizándose por todo el país, Libia se encuentra en el límite. El país cuenta con una considerable riqueza petrolera para saquear y está inundada de armamento, por lo que el reinicio de una guerra civil es muy orobable, e impactaría no solo el norte de África, sino también el sur de Europa, hacia donde huyen las personas que escapan de la guerra en África.
Irónicamente, el mejor escenario para Libia es simplemente detener las cosas así como están. Eso significa que el actual primer ministro interino, Hamid Ddeibah, elegido durante un proceso respaldado por la ONU en un almacén de Ginebra este año, se quedaría al mando. “Dado el malestar en Trípoli, hay riesgo de volver a caer en la guerra. Eso no se puede descartar”, expone Jalel Harchaoui, un experte en el norte de África.
Pero hay otro escenario a tener en cuenta para 2022. Dabaiba puede lograr seguir comportándose como lo ha hecho durante los últimos ocho meses y continuar apaciguando a sus enemigos compartiendo el dinero y otros privilegios.
Estados Unidos: Pocos podrían imaginarse a los Estados Unidos del 2015 en una lista que incluye a algunas de las peores zonas de conflicto del mundo. Pero luego de los sucesos de los pasados cinco años, a pocos les sorprendería. La polarización política ha alcanzado niveles máximos, y los políticos estadounidenses de derecha utilizan un lenguaje codificado que llama a la guerra civil y el asesinato de sus ribales. Los funcionarios electos publican fotos de sí mismos y sus hijos pequeños sosteniendo rifles de asalto. Los ataques armados de personas de derecha radicalizadas en internet se han vuelto habituales.
“Si eliminaras el nombre y solo miraras los indicadores (armas, volatilidad política), somos Yemen”, plantea Clarke. “Creo que estamos dentro de un polvorín”.. Readings advierte que los mismos fallos de gobernanza que han llevado a la violencia en lugares como Burkina Faso o Colomia se están afianzando en lugares como EE.UU. o incluso el Reino Unido. Estos incluyen el no poder establecer diálogos diplpomáticos o políticos, respetar las normas internacionales y satisfacer las necesidades humanitarias mínimas. “Estos motivos son universales”, agrega. “No son exclusivos de los países afectados”.