Biden, eclipsado por su homólogo chino Xi, asiste a la cumbre APEC en Perú
Si las cosas hubieran sido distintas la semana pasada, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, podría haber llegado al foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Perú el jueves proyectando confianza y prometiendo la cooperación de su sucesora con los ansiosos socios latinoamericanos. Pero no es así.
Igual que en 2016, la última vez que la capital de Perú albergó el foro APEC, una victoria electoral de Donald Trump ha dejado aun demócrata en una posición incómoda en una cumbre de alto perfil a la que asisten más de una docena de líderes mundiales.
La renovada perspectiva de la doctrina “Estados Unidos Primero” de Trump dificulta la capacidad de Biden para reforzar el perfil de Estados Unidos en su primer viaje presidencial a Sudamérica, según los expertos, lo de propicia que China y a su líder, Xi Jinping, capten toda la atención en el patio trasero simbólico de Washington.
La primera tarea del presidente Xi en Perú es la inauguración de un megapuerto de 1.300 millones de dólares que pondrá de manifiesto la influencia de Beijing en la región. Se espera que la inversión total supere los 3.500 millones de dólares en la próxima década.
“Esta no es la manera en que Estados Unidos esperaba participar en la cumbre”, dijo Margaret Myers, directora del programa China y América Latina de Diálogo Interamericano, un grupo de políticas de Washington. “Todos los ojos estarán puestos en el puerto, en lo que Xi diga sobre él y cómo articule las relaciones a través del Pacífico”.
Con Estados Unidos aparentemente regresando al aislacionismo de la mano de Trump, “China será vista como la alternativa”, agregó Myers.
Situado a 60 kilómetros (37 millas) al noreste de Lima, el megapuerto de Chancay — que en su día fue un tranquilo pueblo de pescadores — es quizás la señal más clara de la reorientación de América Latina. La gigante china de envíos y logística Cosco tiene una participación del 60% en el proyecto que desarrolló con el socio peruano, Volcan.
“Con este puerto, estamos mirando a toda la costa del Pacífico, desde Estados Unidos y Canadá hasta Chile”, dijo el lunes a The Associated Press el ministro de Exteriores de Perú, Elmer Schialer, en su oficina. “El negocio del transporte marítimo se está transformando".
El ministro peruano de Economía, José Arista, indicó durante una visita a China en junio que sus vecinos — Brasil, Colombia, Chile — están “haciendo viajes constantes de ida y vuelta para ver cómo pueden modificar su cadena de suministro para usar este puerto”, que reducirá el tiempo de envío a Beijing en 10 días.
El comercio de China con la región se ha multiplicó por 35 entre el año 2000 y el 2022, rozando los 500.000 millones de dólares, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. La mayoría de las exportaciones de la región proceden de Sudamérica y se centraron en cinco productos: soya, cobre y mineral de hierro, petróleo y cátodos de cobre.
Al mismo tiempo, el compromiso diplomático de China en la región es más efectivo, con Xi visitando 11 países latinoamericanos desde que asumió la presidencia, de acuerdo con Xinhua, la principal agencia noticiosa estatal del país. Brasil, anfitrión de la cumbre del G20, y Perú otorgarán este mes el raro honor de una visita de estado completa a Xi, pero no a Biden.
La noción equivocada de que América Latina debe elegir entre sus dos mayores socios comerciales es “una derrota estratégica” para Estados Unidos, dijo Eric Farnsworth, vicepresidente del Consejo de las Américas, con sede en Washington.
“La idea de que China es, de alguna manera, un mejor socio se está escuchando cada vez más en la región y creo que Xi quiere solidificar eso y amplificarlo”, dijo Farnsworth.
Aproximadamente una década después de que China invirtiera miles de millones de dólares en la construcción de plantas de energía, carreteras, aeropuertos y otra infraestructura que dejó a algunos países en desarrollo con deudas insostenibles, pocos esperan que Beijing conceda más préstamos masivos a América Latina a través de su Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda. Pero es posible una cooperación más profunda en otra infraestructura, especialmente en energía renovable y telecomunicaciones, según el boletín de la Universidad de Boston.
Estados Unidos ha hecho un llamado a los gobiernos latinoamericanos para que rechacen las inversiones en telecomunicaciones, oponiéndose especialmente a Huawei, el gigante tecnológico chino que, según alega Washington, podría abrir la puerta al espionaje del gobierno de Beijing. De igual forma, los funcionarios estadounidenses han expresado su preocupación acerca del posible uso dual del puerto de Chancay por parte de la marina china en el Pacífico, una posibilidad descartada por las autoridades del país.
China “está trabajando para explotar la inseguridad en nuestro hemisferio”, dijo esta semana el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, en la sede del Comando Sur en Florida, y agregó que el gigante asiático está aprovechando la necesidad de inversión en América para avanzar en su “agenda maligna”.
A pesar de sus objeciones a la influencia china, Estados Unidos no ha mostrado la capacidad o la voluntad de construir infraestructura como el megapuerto de Chancay, señalan los expertos.
Incluso cuando la Casa Blanca ha trabajado para lograr licitaciones competitivas en grandes proyectos públicos en América Latina, las empresas estadounidenses se han abstenido de participar, dijo Benjamin Gedan, director del Programa de América Latina del Wilson Center.
Un gobierno encabezado por Kamala Harris no habría cambiado eso, pero una victoria demócrata habría permitido que Biden hablase en Lima con autoridad acerca de la colaboración estadounidense futura, como la construcción de cadenas de suministro regionales, apuntó Gedan.
En marcado contraste con el enfoque de construcción de alianzas de Biden, Trump ha prometido proteger los intereses estadounidenses y prometió repetir las acciones unilateralistas que el mundo vio en su primer mandato, cuando adoptó una postura combativa contra los competidores extranjeros y agravó la guerra comercial de Estados Unidos con China.
En 2022, Biden lanzó el Marco Económico del Indo-Pacífico para ayudar a integrar las economías de la región y permitir que Washington contrarreste la influencia de Beijing. Pero el año pasado, en plena campaña electoral, Trump dijo que eliminaría el pacto comercial si salía elegido, de la misma manera que retiró a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica inmediatamente después de asumir el cargo en 2017.
En los años transcurridos desde entonces, la influencia estadounidense en Sudamérica ha disminuido mientras que la china se ha incrementado, aseguró Farnsworth, que recordó que la última vez que Lima fue anfitriona del APEC en 2016, el impacto de la victoria de Trump succionó la energía de la delegación del entonces presidente Barack Obama.
El jefe de la diplomacia peruana insiste en que Estados Unidos no ha cedido su voz dominante en las discusiones sobre comercio en foros como APEC, y duda que lo vaya a hacer, incluso con Trump al mando.
“No estoy seguro de que Trump vaya a ir en contra de en contra de este tipo de contextos multilaterales solo porque está preocupado por el pueblo estadounidense”, señaló Schialer. “Sabe que Estados Unidos es demasiado importante para el mundo. Tenemos que sentarnos y mantener un buen diálogo y ver cómo podemos enfrentar estos desafíos juntos”.
Sin embargo, tras la victoria de Trump y la apertura del puerto chino en Perú, los analistas esperan que la dura competencia entre Estados Unidos y China eclipse el APEC esta semana.
“Los chinos adoran la idea de superar a Estados Unidos en sus inmediaciones", dijo Gedan. “Xi se deleitará en esta dinámica de poder llegar con una gran delegación, (...) para inaugurar este puerto transformacional y acaparar toda la atención cuando su homólogo estadounidense está muy debilitado políticamente. Eso es relevante para China”.
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El periodista de The Associated Press Franklin Briceño contribuyó a este despacho.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.