Bill Gates explora la creación de su sistema operativo en nuevas memorias

Michael Liedtke
Domingo, 16 de marzo de 2025 19:16 EDT

A medida que se prepara para cumplir 70 años más tarde este año, las nuevas memorias de Bill Gates exploran cómo sus peculiaridades infantiles, su crianza, amistades y experiencias se fusionaron para dar forma a su sistema operativo interno.

En “Source Code: My Beginnings” (“Código fuente: Mis inicios”) —la primera entrega de una trilogía que repasa el recorrido del fundador de Microsoft, de ser un niño a menudo incomprendido hasta convertirse en un titán polarizador de la tecnología y un filántropo influyente—, Gates disecciona las inusuales conexiones de su cerebro, profundiza en el trauma emocional que le provocó la muerte de su mejor amigo mientras ambos estaban en la escuela secundaria, y recuerda el nacimiento de Traf-O-Data, una startup que lanzó en Albuquerque, Nuevo México, con otro amigo de la infancia, Paul Allen.

Traf-O-Data, concebida con el fin de crear software para la innovadora computadora Altair fabricada por Micro Instrumentation and Telemetry Systems, se convirtió en Microsoft en 1975, un año en el que reportó ingresos de 16.005 dólares mientras Gates y Allen ganaban 9 dólares por hora.

Para 1977, Microsoft se había vuelto lo suficientemente exitosa como para que Gates se sintiera con la suficiente confianza para abandonar la Universidad de Harvard. En 1979 decidió trasladar Microsoft al área de Seattle donde creció. Aunque Gates renunció a ser director general de Microsoft hace 25 años, el sistema operativo Windows y otro software creado bajo su dirección siguen siendo el principal pilar de una empresa que ahora genera 212 mil millones en ingresos anuales, cuenta con un valor de mercado de 3,1 billones y representa la mayor parte de la fortuna personal de Gates, que asciende a 100 mil millones de dólares.

“Código Fuente” termina con el viaje de regreso de Gates a Seattle en 1979, lo que significa que no aborda su matrimonio con Melinda French en 1994, ni su divorcio en 2021.

“Estoy siendo reflexivo, lo cual no es mi modo normal de ser, pero como que ya es hora”, declaró Gates durante una entrevista sobre el libro con The Associated Press. “A medida que examinamos el pasado y obtuvimos comentarios de profesores o personas con las que trabajé en Harvard, fue fascinante. Me confundí al pensar que saqué puras A en noveno grado”.

Eso podría no sonar como una gran revelación, pero fue una sorpresa para el racional Gates, quien en el libro se pinta como un “sabelotodo malcriado” que, cuando le hacían comentarios que le parecían absurdos, era propenso a afirmar con desdén: “Eso es lo más estúpido que he oído” .

El autorretrato de Gates es el de un cerebrito al que su abuela —a quien le gustaba jugar a las cartas— apodaba “Trey”, porque era el tercer varón del lado paterno de la familia que se llamaba Bill. Era un mequetrefe al que se le dificultaba hacer amigos y prefería vivir ensimismado antes de descubrir las computadoras, que para él se convirtieron en algo parecido a máquinas tragamonedas, que lo recompensaban por escribir líneas de código elegantes.

Cuando sí hablaba, el joven Gates se balanceaba hacia adelante y hacia atrás como si fuera un metrónomo que marcaba un ritmo para su cerebro, un hábito que afloró durante partes de su entrevista de 45 minutos con la AP.

“Era un poco extraño porque era difícil dirigir mi atención”, recordó Gates durante la entrevista. “Tuve un año en la escuela en el que dijeron: ‘Oh, deberíamos adelantarte un par de grados escolares’. Y luego, en otra ocasión, dijeron: ‘No, deberíamos retenerte’. Y era algo así como: ‘Bueno, decídanse’. Estaban un poco confundidos”.

Aunque no se dio cuenta de ello cuando era niño, Gates no tiene dudas de que era y sigue siendo neurodivergente, anomalía que canalizó al aprender a programar computadoras en el momento y lugar adecuados con el apoyo paciente de sus difuntos padres (el libro está dedicado a ellos, al igual que a sus hermanas, Kristi y Libby).

“No fue sino hasta que fui adulto que surgió esta idea de que hay niños que tienen este tipo de habilidad única para concentrarse pero menos habilidades sociales. Ciertamente yo estaría incluido allí”, declaró Gates. “Aliento a las personas que tienen fortalezas y déficits a que encaminen su ambición a algo que tenga que ver con sus fortalezas. Poder pensar solamente en programación y cómo hacerlo mejor resultó ser invaluable para mí”.

Gates también tuvo la ventaja de crecer en una familia que podía permitirse pagar su asistencia a una escuela secundaria privada en Seattle. De todas formas, ese privilegio no lo protegió del trauma que experimentó cuando su mejor amigo, Kent Evans, murió en un accidente de montañismo en mayo de 1972, un año antes de que se graduaran.

La muerte de Evans ocurrió mientras él y Gates se preparaban para pasar gran parte del verano trabajando en un programa para su escuela, pero lo que le dolió mucho más fue la pérdida de alguien que lo entendía y le ayudó a encontrar un sentido de propósito por primera vez en su vida.

“No tenía idea de que un amigo simplemente se hubiera ido. Fue lo único negativo en mi infancia”, recordó Gates. “Te moldea, el que alguien pueda simplemente desaparecer, alguien a quien querías y con quien habrías hecho cosas. Él habría formado parte de cualquier cosa que terminara haciendo. Le doy crédito a Kent, junto con Paul (Allen), por establecer la dirección que terminé tomando”.

La muerte de Evans proporcionó el ímpetu para que Gates se reconectara con Allen, quien ya estaba asistiendo a la universidad, con el fin de que lo ayudara con sus proyectos de programación. Allen, tres años mayor que Gates y admirador apasionado del legendario guitarrista Jimi Hendrix, hizo más que sólo ayudarlo con la programación. También le ofreció a Gates un poco de LSD en un intento de atraer a su compañero hacia un camino más psicodélico.

En un principio Gates rechazó el ofrecimiento de Allen, pero decidió probar el ácido con un grupo de amigos de la secundaria poco antes de su graduación en 1973, según el libro.

No fue una experiencia agradable, una reacción que Gates pensó podría haber estado relacionada con la cirugía dental a la que se sometió al día siguiente de su viaje con LSD. Probó el LSD nuevamente con Allen en octubre de 1974 mientras veían un episodio en televisión de la antigua serie “Kung Fu", y decidió que estaría mejor sin drogas psicodélicas, pese a que el cofundador de Apple, Steve Jobs, sostenía que Microsoft habría creado mejores productos si Gates hubiera ingerido más ácido.

“Pensé que tal vez me vería genial si lo tomaba, pero eso no sucedió”, agregó Gates durante la entrevista. “Diría que definitivamente Steve estaba más a la moda que yo. Tomó mucho más ácido que yo. Tenía un sentido del estilo. Yo tenía algo de carisma en términos de motivar a los ingenieros y decir que sucedería esta gran cosa (con las computadoras personales), pero Steve tenía capacidades naturales de oratoria y carisma, incluso mayores que las mías. Así que siempre lo envidié por las cosas que hizo”.

Ahora Gates está sumamente sorprendido por los recientes avances en inteligencia artificial, una tecnología que está siendo incorporanda al software de Microsoft como parte de su asociación con OpenAI, creador de ChatGPT.

“Cuando finalmente vi ChatGPT-4, cuando los chicos de OpenAI me mostraron una versión muy temprana, simplemente me quedé completamente impresionado”, reconoció Gates. Él considera que la IA es una tecnología “increíble y atemorizante” que debe ser monitoreada rigurosamente.

“Uno debería estar nervioso. Tenemos que reconocer que la IA tiene una peligrosidad casi única porque no tiene límites en cuanto a cuán eficiente se volverá y está sucediendo dentro de una generación”, señaló Gates. “Ojalá que los políticos y los tecnólogos compartan entre sí, y podremos dar forma a esto. Más nos vale estar al pendiente de eso ahora”.

Cuando menos, Gates espera que “Código Fuente” les ayude a las personas a ver un lado más humano de él, incluso si es posible que nunca se le considere un creador de tendencias culturales como lo fue Jobs.

“No diría que yo estaba completamente fuera de moda”, dijo Gates. “Pero una vez que me puse en marcha con Microsoft, estaba dispuesto a ser bastante monomaníaco. Incluso las personas con las que competía encontraban muy intimidante lo concentrado que estaba. Realmente no me distraía en mi década de los 20 porque mi objetivo era que Microsoft avanzara a toda velocidad”.

Quizás Gates profundice más en la monomanía que lo hizo tan rico, famoso y a veces vilipendiado en el próximo libro sobre su vida, una entrega que dice no estará concluida sino hasta 2027, en el mejor de los casos.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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