Bolivianos celebran culto a los cráneos de familiares y de almas olvidadas
Gunar Eguino ofrece cigarros y comida a sus 15 cráneos. Entre ellos, está su padre, sus dos padrastros, un tío y una tía.
La tradición boliviana de la Ñatita celebra la festividad de difuntos venerando calaveras reales de familiares ya fallecidos cada 8de noviembre.
Como Orellana, decenas de bolivianos se dieron cita el miércoles en el cementerio general de La Paz para la celebración que data de los antiguos pueblos andinos.
Ñatitas viene de la palabra aymara que significa “chata” o “sin nariz”. Los devotos atribuyen a los cráneos, que pueden ser ajenos o de algún familiar, la misión de cuidar su vivienda y cumplir favores.
Eguino, de 27 años, contó a The Associated Press que gran parte de restos óseos son de sus familiares pero también reciben los restos de almas olvidadas.
“¿Cómo no recibirlas? Nosotros les abrimos las puertas de mi casa para que nos acompañen... Si no las quieres, te va mal”, explicó.
El “tío Juan”, uno de los cráneos muy visitado por sus conocidos, por ejemplo ayuda a resolver complicaciones legales, según el boliviano. “Él hace milagros si tienes problemas legales”, añadió.
Rosario Soto recomienda “creer mucho”. La devota de la Ñatita también estaba en el cementerio: “Yo los quiero harto, yo los tengo a ellos como 30 años; son como mi familia, mis hijos, ellos han venido a mí”, mencionó.
Según antropólogos, en la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
Eguino contó que en su caso fue que se quedó con los restos después que fueran devueltos por el cementerio.
El antropólogo Cancio Mamani explicó que en su mayoría se trata de cráneos olvidados.
En Bolivia, y más en el área andina, es una costumbre que está muy arraigada, aunque la Iglesia católica no respalda esta celebración. Aún así, la capilla del cementerio abre sus puertas y siempre hay agua bendita.