Chile cierra la campaña para el plebiscito constitucional en medio de la apatía
Apenas hay carteles de propaganda en las calles de la capital chilena y el texto constitucional que se votará el domingo no aparece en las vitrinas de las librerías como pasaba hace un año. La propuesta tampoco es un tema de debate en los cafés.
Las campañas a favor y en contra de la segunda propuesta constitucional, un nuevo intento por tener una carta magna que sustituya a la que instauró en 1980 la dictadura Augusto Pinochet (1973-1990), se centraron el jueves en atraer a los indecisos con banderazos que agruparon a unas pocas decenas de personas en lugares estratégicos de Santiago y otros puntos del país.
Los partidarios de la aprobación del texto —apoyado por los partidos de la oposición— señalan que se trata de una propuesta moderna que consagra libertades, trata temas cercanos a la ciudadanía como la inseguridad y que dará certidumbre y estabilidad a Chile. Los que lo rechazan —el oficialismo y otros fuerzas de centroizquierda— señalan que es una Constitución que profundiza el modelo neoliberal y supone un retroceso en algunos derechos.
La paradoja es que a pesar de la apatía actual el reclamo por una nueva Constitución fue central para amplios sectores de la población durante el violento estallido social de 2019 junto a las exigencias de mejoras en educación, salud y pensiones.
Un primer proyecto progresista fue rechazado el año pasado en otro plebiscito.
“No hay campaña, no se ve en ninguna parte la gente participando, nadie habla de eso en la oficina, no hay como un ambiente de elecciones”, se lamentó Bárbara Mauriciano, una dirigente sindical de 54 años que participaba en un acto en contra del texto. La mujer indicó que “la gente no está bien informada” ni se ha preocupado en conocer el texto.
La campaña ha estado marcada por la ausencia de participación ciudadana y actos sobrios que reunieron a decenas de personas frente a las convocatorias multitudinarias del proceso anterior.
El texto declara a Chile un Estado social democrático que “promueve el desarrollo progresivo de derechos sociales” a través de instituciones estatales y privadas. Para el oficialismo, aunque haya libertad de elección en salud, educación y pensiones, sólo podrán escoger quienes tengan recursos económicos.
Algunos de sus puntos más controversiales se centran en cambios como el artículo que protege a “quien está por nacer” y que para muchas organizaciones de mujeres allanaría el camino para derogar el aborto terapéutico en tres causales —violación, peligro de vida de la madre o inviabilidad del feto— que rige desde 2017.
Las mujeres también argumentan que habría retrocesos en su participación política, la lucha contra la violencia machista, el acceso a las cuotas de alimentos para los hijos de padres separados y las ya ínfimas pensiones que reciben.
Otro artículo polémico es el que deja exentos del pago de contribuciones a los inmuebles destinados a la vivienda principal. Muchos alcaldes lo rechazan porque aseguran que el 58% de los ingresos municipales destinados a las obras públicas provienen de esas contribuciones.
Los defensores del texto afirman que consagra por primera vez el derecho a la vivienda y se ocupa de la seguridad.
“Es un avance poder tener en la Constitución justamente una defensoría de las víctimas, una fiscalía supraterritorial, un mejoramiento en el control de las fronteras”, declaró a medios la vocera de la campaña a favor del texto Pauline Kantor.
El jueves, mientras se desarrollaban actividades de información puerta a puerta y banderazos, muchos chilenos estaban más preocupados por las compras de Navidad que por el texto constitucional, mientras otros se quejaban de la obligatoriedad del voto en el referendo.
“Todo mal”, dijo Alejandra Calderón, de 51 años, a quien le tocó ser vocal en una mesa electoral. “No entiendo mucho de política pero lo único que puedo decir es que, como están las cosas hoy, en lugar de ir para adelante vamos para atrás”, agregó la cuidadora de ancianos preocupada por la delincuencia y la falta de trabajo.
Calderón dijo que todavía no sabe qué votará el domingo o si anulará su voto. “No me gusta el rumbo que están tomando las cosas y salga el que salga siempre es lo mismo”, sostuvo.