Desesperados, argentinos se inclinan por un ultraderechista que podría llevarlos a lo desconocido
Rubén Dávalos, quien en su juventud militó en un movimiento de izquierda, es uno de los millones de argentinos descontentos que planean votar por el populista de derecha Javier Milei en las elecciones presidenciales del domingo.
“En este país no podés proyectar a futuro”, dijo Dávalos, de 30 años, quien comenzó a vender accesorios para teléfonos celulares en mercados callejeros después de que la creciente inflación consumió su salario en el sector manufacturero. “Yo tengo que nacer en este país sabiendo que me voy a morir pobre”.
Milei ha cautivado a los oprimidos y la mayoría de las encuestas lo muestran con una ligera ventaja en los comicios de la segunda economía más grande de Sudamérica.
A principios de año su bravuconería parecía más un espectáculo para aumentar la audiencia televisiva que el lanzamiento de una candidatura, hasta que sorprendió a la clase política al obtener la mayor cantidad de votos en las primarias de agosto.
Las encuestas indican que Milei no obtendría el porcentaje necesario para evitar una segunda vuelta en noviembre. La mayoría muestra al ministro de Economía, Sergio Massa, de la gobernante coalición de centroizquierda Unión por la Patria, en segundo lugar, seguido de la exministra de Seguridad, Patricia Bullrich, de la principal coalición opositora Juntos por el Cambio.
“Con la economía mirando al abismo, las próximas elecciones son posiblemente una de las más importantes en la historia reciente de Argentina”, escribió en un análisis esta semana Kimberley Sperrfechter, economista de mercados emergentes centrada en América Latina en Capital Economics.
Los argentinos “se enfrentan a la elección entre más de las mismas políticas que pusieron al país en esta situación” y “un enfoque estilo terapia de shock para abordar los problemas económicos”, agregó.
Milei saltó a la fama como comentarista de televisión calificando a la “casta política” como parásitos que viven de las arcas del Estado mientras la población general sufre. Su mensaje resonó en un país donde incluso aquellos con empleo a menudo luchan desesperadamente por no caerse de su clase social y otros tantos se han quedado atrás. En los últimos siete años la tasa de pobreza en Argentina ha aumentado 10 puntos porcentuales para ubicarse en el 40%.
Al igual que el expresidente estadounidense Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro, Milei ha obtenido un amplio apoyo burlándose de la corrección política mientras se presenta como un “outsider” capaz de rescatar a la nación. Apuntar contra la izquierda ha sido una constante a lo largo de su campaña y dice que detener su avance a nivel mundial es una misión que comparte con Trump y Bolsonaro, de quienes han recibido respaldo.
Quien gane las elecciones de Argentina heredará una serie de problemas económicos, incluido el enorme desafío de pagar una deuda de 44.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional. Milei se ha comprometido a recortar el gasto público, eliminar el Banco Central y dolarizar la economía para frenar la inflación que actualmente ronda el 140% anual. Y ha asegurado a los votantes que no hay nada que temer sobre sus audaces propuestas, que sus críticos ven como un salto al vacío.
Estas “son las elecciones más importantes de los últimos 100 años”, dijo Milei en un acto de campaña en Buenos Aires el miércoles. “No nos resignemos a que nada cambie, no nos resignemos a ser cada día más pobres”. Mientras hablaba, la multitud coreaba repetidamente: “¡La casta tiene miedo!”.
Pero su apoyo es volátil, dado que gran parte proviene de votantes jóvenes cuya ideología no está solidificada y que se dejan influenciar fácilmente por las redes sociales, dijo Andrei Roman, director ejecutivo de la encuestadora con sede en Brasil Atlas Intel, cuya última encuesta muestra a Massa adelante. Roman señaló que alrededor de 40% de los encuestados que no votaron en las primarias de agosto y planean sufragar el domingo dicen que lo harán por Massa.
Para conseguir apoyo Massa ha emitido duras advertencias sobre los efectos que, según él, tendrían los planes de Milei de recortar el gasto público destinado a programas sociales, educación y salud. Ese alarmismo puede ser una razón clave por la que Massa se ha mantenido competitivo, según Lucas Romero, director de Synopsis, una consultora política local.
Valeria Jiménez, una trabajadora de 28 años, dijo que votará por Massa aunque no la entusiasma mucho. “No veo otra opción, los otros me asustan”, explicó la vecina de un barrio de clase media de Buenos Aires.
Parte de la inquietud en torno a Milei surge no sólo de las incógnitas sobre cómo implementará su política económica sino de otros temas que ha planteado durante la campaña.
El economista se opone al aborto, que es legal en Argentina, y ha dicho que la educación sexual es un complot de la izquierda para destruir a la familia. También está a favor de relajar el control de armas y rechaza el cambio climático.
Su libertarismo incluye propuestas peculiares: dice que la ley no debería impedir que las personas puedan vender sus órganos y manifestó abiertamente que vender a los hijos podría ser una elección personal legítima.
Ambas sugerencias generaron tanta repercusión negativa que en uno de los debates presidenciales matizó su discurso y sostuvo que “tampoco proponemos la venta de órganos. Lo que nosotros decimos es que hay 7.000 personas esperando un trasplante y 300.000 potenciales donantes y hay algo que no funciona en el medio”.
De llegar al poder Milei se verá obligado a construir alianzas en el Congreso, donde a pesar de que sus candidatos puedan ganar bancas –ya que el domingo los argentinos también elegirán a poco más de la mitad de los legisladores de la cámara baja y un tercio del Senado— seguirá dominado por el peronismo y Juntos por el Cambio.
Bullrich, a quien la mayoría de las encuestas sitúan en tercer lugar, ha tratado de convencer a los votantes de que ella, como miembro de un partido con una trayectoria comprobada que tiene varias gobernaciones provinciales y un fuerte bloque parlamentario, es la candidata capaz de reformar a Argentina. Bullrich, como Milei, también propone políticas que favorezcan la inversión privada y reducir el gasto público.
Su argumento ha convencido al menos a algunos votantes como Mariano Peracca, un abogado de 38 años. Bullrich “es la mejor expresión del cambio y es quien tiene un equipo consolidado en todos los lugares donde se maneja poder”, dijo Peracca.
Milei, sin embargo, califica la experiencia de Bullrich y Massa como algo negativo y un reflejo de una élite arraigada que debe ser desalojada del poder, un mensaje que tiene resonancia entre algunos votantes.
“Los políticos de este país robaron tanta guita (dinero) e hicieron sufrir tanto a mi familia”, se quejó Benjamín Correa, un estudiante de secundaria de 17 años en un mitin de Milei. “Con Javier Milei vamos a tener un cambio de 180 grados”.
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Los periodistas de AP Almudena Calatrava, Natacha Pisarenko y David Biller contribuyeron en esta nota.