Disputas internas ponen al borde de la crisis al partido gobernante de Bolivia
Las discrepancias en el partido gobernante de Bolivia han escalado a un punto que amenaza con una ruptura entre el jefe del oficialismo y expresidente Evo Morales y su heredero político, el actual mandatario Luis Arce
Cuando todos esperaban que el presidente boliviano Luis Arce cambiara a un ministro censurado por el Parlamento con los votos, nada menos, que de los legisladores oficialistas leales al expresidente Evo Morales, el mandatario le hizo un desplante a su mentor y ratificó al funcionario.
La pelea entre los dos líderes del izquierdista Movimiento al Socialismo (MAS) venía escalando y finalmente estalló con la ratificación del ministro de Gobierno, Carlos Eduardo Del Castillo. Ahora, la puja interna amenaza con dividir al partido que ha gobernado el país por casi dos décadas.
Observadores consideran que detrás de la disputa entre los dos líderes políticos está el deseo de cada uno de obtener la candidatura presidencial por el MAS para los comicios de 2025.
“Es una disputa por el poder entre dos fracciones que están definiendo el rumbo del MAS... Aunque Morales seguirá en la lucha política, podemos hablar de una fase concluida”, explicó a dijo a The Associated Press el profesor universitario de Sociología Política, Renzo Abruzzese.
Tanto Arce como Morales se disputan el control de sindicatos y organizaciones sociales que son la base del MAS, el partido fundado en 1997 por el exmandatario para defender los intereses de los cultivadores de coca. Los cocaleros del Chapare, el reducto del exmandatario, lo han proclamado candidato mientras que la Central Obrera Boliviana (COB) y el mayor sindicato de campesinos e indígenas respalda a Arce. “Estamos firmes ante intentos de desestabilización al gobierno”, dijo Juan Carlos Huarachi, líder de la COB, tras reunirse con Arce esta semana.
Arce aseguró que “estas riñas políticas no van a perjudicar la gestión económica” mientras Morales afirmó en Twitter ser víctima de “una guerra sucia” desde el gobierno que busca forzar procesos judiciales en su contra para impedir su candidatura. Tanto Arce como Morales están habilitados para postularse.
Morales saltó a la política desde los combativos sindicatos cocaleros, primero como diputado hasta que fue elegido presidente tras una crisis que sepultó a los partidos tradicionales.
En las calles enormes retratos de Arce han sustituido a los de Morales, quien gobernó por 14 años hasta que se vio forzado a renunciar tras un mes de violentas protestas que dejaron 37 muertos después de que la Organización de los Estados Americanos (OEA) denunció un supuesto fraude en los comicios de 2019 en los que buscaba un cuarto mandato consecutivo.
A la gente de a pie no parece importarle la pelea entre Arce y Morales. “Estamos mal económicamente, me estará valiendo (no me importa) sus peleas, el hecho es que con la crisis la gente deja de comprar y eso me afecta”, dijo a AP Silvia Mamani, una vendedora callejera de comida de 28 años.
Morales fue el primer presidente indígena de Bolivia y durante su gobierno (2006-2019) el país andino vivió la mayor bonanza económica gracias a los altos precios de las materias primas. La economía creció a un promedio anual de 4,6%, el Producto Interno Bruto se duplicó y la pobreza extrema se redujo al 12,9% desde el 37,7% durante su gestión, según datos oficiales.
Arce fue ministro de Economía de Morales por 11 años y considerado el “cerebro del milagro económico”, lo que le valió que Morales lo eligiera para que el MAS recuperara el poder en las elecciones de 2020 tras un breve interinato de la centroderecha encabezada por la senadora opositora Jeanine Áñez, quien asumió tras la renuncia de Morales. Áñez fue condenada a 10 años de prisión en junio del año pasado por incumplimiento de deberes y resoluciones contrarias a la constitución por la sesión del Congreso en la que se proclamó presidenta.
La disputa entre Arce y Morales se produce en momentos de fragilidad económica y los expertos temen que afecte la gobernabilidad.
Las exportaciones de gas natural han dejado de ser el puntal de la economía por la caída en la producción por el agotamiento de los campos y la falta de inversiones. El año pasado Bolivia pasó de exportar a importar combustible. Por su parte, las reservas internacionales en divisas se están agotando y la informalidad económica se ha disparado al 80% mientras el contrabando está liquidando la precaria industria local, según empresarios.
“Estamos viviendo los primeros síntomas de lo que puede ser una crisis económica más profunda”, dijo el presidente de Cámara de Industria y Comercio, Jean Pierre Antelo.
El Banco Mundial anticipó que la economía boliviana crecerá apenas un 2% este año frente al 4,8% estimado por el gobierno.
Los analistas, además, temen una mayor inestabilidad política incluso con brotes de violencia. “Un ciclo parece estar concluyendo y la transición será turbulenta en la búsqueda de un nuevo proyecto de Estado y nuevos líderes”, advirtió Abruzzese.
“Con Evo estábamos mejor, pero ahora todo es pelea, como si eso nos diera de comer”, se quejó Nicasio Choque, de 58 años, mientras atendía su puesto callejero de helados.