Inmigrantes de raza negra se congregan en NY para concientizar sobre desigualdades raciales
Cientos de migrantes de raza negra acudieron el martes al Ayuntamiento de la Ciudad de Nueva York para asistir a una audiencia sobre las desigualdades raciales en los sistemas de albergue y de apoyo a inmigrantes de la ciudad.
Más de 1.500 migrantes, la mayoría procedentes de Guinea, se congregaron en el Parque del Ayuntamiento, luego de que quedó claro que sólo unas 100 personas podrían ingresar al inmueble para la audiencia.
El Ayuntamiento consideró propuestas relativamente menores. Un paquete de proyectos de ley exigiría a los administradores recopilar mejores datos sobre los inmigrantes en los servicios municipales. Otra iniciativa, una resolución, pedía al gobierno federal que eliminara o reembolsara las cuotas en solicitudes de inmigración.
Los miembros del Ayuntamiento piden mejores datos debido a que creen, con un poco de evidencia reconocida por los funcionarios de la ciudad, que los migrantes de raza negra a menudo son rechazados más a menudo de los albergues, se les niega el acceso a la ayuda en su lengua materna y tienen menos posibilidades de encontrar alojamiento para sus prácticas religiosas que otros.
Funcionarios de la ciudad dijeron que los migrantes africanos tienden más a llegar a la ciudad sin niños, lo que significa que a menudo son menos prioritarios para el limitado espacio de los albergues. En virtud de un acuerdo jurídico reciente, la ciudad puede desalojar a los migrantes adultos después de una estancia de 30 días en un albergue y de 60 días para aquellos menores de 23 años de edad, antes de obligarlos a volver a solicitar otra plaza. No está claro con qué frecuencia acaban durmiendo en la calle o en un vagón del metro.
“Las notificaciones de 30 y 60 días afectan de manera desproporcionada a los inmigrantes negros”, dijo la concejal Alexa Avilés, presidenta de la Comisión de Inmigración, en una sala de audiencias el martes. Decenas de inmigrantes escucharon los procedimientos con auriculares y acceso a interpretaciones simultáneas en wólof, criollo haitiano, árabe, francés, fula y bambara.
Las protestas en apoyo a las propuestas del Ayuntamiento son habituales, pero generalmente atraen a unas pocas decenas de personas, y a menudo son los activistas más involucrados. Pero los guineanos que vitoreaban y aplaudían afuera del inmueble el martes dijeron que se enteraron del evento de boca en boca, a menudo en grupos de WhatsApp con otros inmigrantes, y acudieron a respaldar a los miembros del Ayuntamiento, o a ver si podían conseguir información sobre empleos y viviendas. Algunos se enteraron por primera vez de que son elegibles para recibir el seguro médico de la ciudad.
“Estoy muy impresionada de que, ya saben, hoy hubo un llamado a la acción y se presentaron”, dijo la concejal Mercedes Narcisse a aquellos en la sala de audiencias y afuera en el parque.
“Queremos apoyo, porque no tenemos un refugio, no tenemos donde vivir. Además, también queremos ayuda para legalizar nuestra situación en este país”, dijo Ibrahima Barry, de Guinea, sobre obtener un permiso de trabajo y un lugar para habitar.
Aunque los solicitantes de asilo deben esperar seis meses para obtener un permiso de trabajo, a algunos grupos de migrantes se les ofrece un atajo.
En septiembre, el presidente Joe Biden autorizó que los venezolanos que ya se encontraban en el país recibieran el Estatus de Protección Temporal, con el que se les permite trabajar en el país. En diciembre, en respuesta al aumento de la violencia en Haití, el gobierno federal anunció la expansión del programa para incluir a los haitianos.
Algunos países de África, como Sudán y Etiopía, también están en esa lista de ayuda, pero ese no es el caso para Guinea u otras naciones de origen comunes entre los migrantes de Nueva York, como Senegal y Mauritania. Y al igual que la ayuda para los venezolanos, las protecciones no abarcan a los migrantes que han llegado al país desde que se hizo el anuncio.
Esos migrantes, muchos de ellos musulmanes y francófonos, se enfrentan a retos únicos que las organizaciones benéficas mejor financiadas de la ciudad, que suelen ser cristianas y tienen décadas de experiencia atendiendo a inmigrantes hispanohablantes, no consiguen mitigar del todo.
Las aproximadamente 275 mezquitas de la ciudad de Nueva York fueron de las primeras en acoger o asesorar a inmigrantes musulmanes en busca de refugio, comida halal y grifos de agua para las abluciones previas a la oración. Pero han tenido problemas para hacer frente a la demanda, incluso cuando la ciudad se dispone a suprimir algunos requisitos del código de edificación para facilitar la conversión de edificios religiosos en refugios. La ciudad de Nueva York acoge a miles de inmigrantes de países africanos cuyas lenguas y religiones son distintas de las de los inmigrantes latinoamericanos que constituyen la mayoría de los acogidos en la ciudad.
Alrededor del 75% de los migrantes que son atendidos por la ciudad hablan español, seguido del francés —que se habla en Guinea, Haití y otros países— y luego por el wólof, el árabe y el chino, de acuerdo con Molly Schaefer, que dirige la Oficina de Operaciones de Solicitantes de Asilo de la ciudad.
“Vayan a ver a las otras ciudades. Nadie está durmiendo en aeropuertos. Nadie está durmiendo en estaciones de policía. Nadie duerme en hospitales, en los pisos. Los niños y las familias no duermen en las calles”, dijo el alcalde neoyorquino Eric Adams a los reporteros el martes. En una conferencia de prensa que se llevó a cabo al mismo tiempo que la audiencia del Ayuntamiento, Adams se refirió a las soluciones provisionales adoptadas en otras grandes ciudades en los últimos años. “Y seguimos evolucionando”.
Afuera de la sala de audiencias, entre árboles en flor y alguno que otro grupo de turistas, el editor de video y diseñador web guineano Diogo Diallo dijo que había venido al Parque del Ayuntamiento en busca de información, no necesariamente para apoyar un proyecto de ley concreto. Su principal petición es “acelerar los permisos de trabajo”, algo que sólo pueden hacer las autoridades federales. Tiene previsto presentar una solicitud de asilo esta semana, lo que le permitiría recibir un permiso de trabajo en unos seis meses. Le gustaría conseguirlo antes. Según un nuevo acuerdo jurídico, sólo le quedan dos semanas antes de tener que volver a solicitar una plaza en un centro de acogida, con la posibilidad de no conseguir otra.
“Si trabajo, podré salir del refugio”, dijo Diallo.
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La periodista de The Associated Press Jocelyn Noveck contribuyó a este despacho.