José Raúl Mulino, el delfín del exmandatario Martinelli que busca imponerse en comicios de Panamá
Hace menos de dos meses, José Raúl Mulino reemplazó en la boleta a un popular expresidente inhabilitado electoralmente tras ser condenado por blanqueo de capitales. Hoy, este abogado y exministro de Seguridad —que promete regresar a Panamá a la bonanza económica de hace una década y detener la migración irregular por el Darién— podría convertirse en presidente del país centroamericano.
Delfín del exmandatario Ricardo Martinelli, a quien sustituyó como candidato presidencial con miras a las elecciones del próximo domingo, Mulino está liderando las encuestas de intención de votos sobre los otros siete aspirantes en uno de los comicios más complejos en Panamá.
Sus rivales más cercanos —que están casi empatados en segundo lugar— son el expresidente Martín Torrijos (2004-2009); Ricardo Lombana, un candidato que promete luchar contra la corrupción con el Movimiento Otro Camino, y Rómulo Roux, un abogado de Cambio Democrático, antiguo partido de Martinelli que va en alianza con el Panameñista, que llevó al poder al exmandatario Juan Carlos Varela en 2014. Estos dos últimos finalizaron en tercero y segundo lugar en las elecciones generales de 2019.
Mulino no estaba en los planes para integrar la fórmula presidencial de Martinelli. Inicialmente se perfilaba la dupla del exmandatario con su esposa, Marta Linares. Sin embargo, la exprimera dama desistió de buscar la vicepresidencia en octubre argumentando que las autoridades electorales le pondrían obstáculo por su afinidad con el exgobernante y Mulino fue aprobado en su lugar.
A inicios de marzo, Martinelli fue inhabilitado para seguir en la contienda tras confirmarse una condena en su contra de más de diez años de prisión por blanqueo de capitales en relación con la compra de un conglomerado de medios de comunicación y tras lo cual se refugió en la embajada de Nicaragua, donde aún permanece.
Mulino recibió entonces la autorización del Tribunal Electoral para tomar el lugar del exmandatario en una nómina inédita, ya que no cuenta con candidato a la vicepresidencia. Casi de inmediato la abogada Karisma Etienne Karamañites presentó, según dijo de manera independiente, una demanda de inconstitucionalidad contra esa decisión argumentando que Mulino no es elegible porque su nómina no fue sometida a primarias por el partido de Martinelli, Realizando Metas. La Corte Suprema de Justicia le dio trámite, aunque no ha precisado si emitirá un fallo antes o después de las elecciones.
Al margen de todo eso, Mulino —un abogado especializado en derecho marítimo por la Universidad de Tulane en Nueva Orleans— se metió de lleno a la campaña con una estrategia bien clara: atraer al electorado con su promesa de regresar a los buenos tiempos económicos y la generación de empleo que caracterizaron la gestión de Martinelli, un magnate de los supermercados.
La economía panameña fue la de más rápido crecimiento en Latinoamérica durante la administración de Martinelli (2009-2010), producto de la construcción de grandes obras como la expansión del Canal de Panamá y la primera línea del Metro capitalino, el primero en Centroamérica.
“Atacamos como nunca antes el desempleo y la pobreza”, destacó Mulino a sus partidarios en su cierre de campaña en un hotel de la capital el domingo, en el que se pasó un vídeo con un mensaje del expresidente Martinelli apoyándolo. “Es un hombre íntegro que le va a cumplir a todos los panameños... sólo confío en él para presidente, es un luchador que continuará mi legado”.
Ese crecimiento, empero, se vio salpicado por denuncias de sobrecostos en muchas de las obras y los pagos de sobornos por parte del gigante de la construcción brasileña Odebrecht. Martinelli y sus dos hijos figuran entre un grupo de imputados que tendrá que enfrentar un juicio por ese escándalo de corrupción internacional entre julio y agosto. El exlíder insiste en que es un perseguido político por los cambios que impulsó.
Pero a pesar de sus problemas con la justicia y ser señalado por Estados Unidos como un exgobernante corrupto, Martinelli ha sido el gran protagonista en esta campaña desde la embajada nicaragüense. Panamá ha protestado varias veces ante el gobierno de Nicaragua acusándolo de mantener una “actitud permisiva” respecto a las actividades político-partidistas del exmandatario.
“La mayoría de los panameños están de mal humor y enfadados con la clase política del país”, afirma Michael Shifter, profesor adjunto en la Universidad Georgetown. “Mulino se beneficia de la imagen de Martinelli y de la percepción de que el país estaba mucho mejor bajo el mandato del expresidente”.
En un reciente mitin en un poblado en las afueras de Ciudad de Panamá, Mulino —utilizando como siempre una gorra azul que dice “Martinelli Mulino 2024"— subrayó que el mensaje que está llevando a todo el país es el de “un gobierno de esperanza, de empleo... porque vamos a trabajar, trabajar y trabajar para volver a darle fe y confianza en nuestro sistema y reforzar nuestra democracia. De eso se trata”.
Una de sus iniciativas de campaña, que también figura en los planes de algunos de los otros candidatos, es extender la línea del tren de pasajeros que inició Martinelli desde la capital del país hasta la provincia de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica.
No obstante, los expertos advierten que la realidad actual es muy diferente a la que encontró Martinelli en 2009. El país de más de cuatro millones de habitantes atraviesa problemas fiscales y una economía que se desacelerará en 2024 debido al cierre de una mina de cobre canadiense a fines del año pasado tras protestas multimillonarias y la sequía que redujo por primera vez en la historia los tránsitos por el Canal de Panamá.
Mulino y Martinelli insisten en que hay dinero. En una cuña de ambos por la televisión, el exgobernante pregona que impulsarían el “mayor programa de primer empleo en la historia de este país y ‘buco chen chen’ (mucho dinero) para ti”.
“Mulino es una persona que puede sacar al país del flagelo de la delincuencia y de este bajón que tenemos, que es la falta de trabajo”, afirmó a la AP Adriano Cueto Valencia, un trabajador informal de 61 años durante una reciente caminata del candidato en un barrio del populoso distrito capitalino de San Miguelito, considerado uno de los más inseguros del país.
El expresidente Torrijos, en su cierre de campaña el sábado, dijo a los panameños: “tú tienes la oportunidad de decidir si quieres al sustituto de la corrupción... o si escoges a quienes estamos compremetidos con hacer un gobierno decente”.
Mulino fungió en la administración de Martinelli como ministro de Gobierno y Justicia, que luego se dividió en dos carteras para formar la de Seguridad Pública, que aglutinó a todos los estamentos de seguridad, y que el actual candidato ocupó.
Uno de los logros que proclama Mulino de su gestión de seguridad fue expulsar a un frente de la hoy extinta guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de la selvática provincia del Darién, en la frontera con Colombia, aunque los expertos afirman que fue precisamente en ese periodo en que afloró la migración irregular por esa zona inhóspita y sin ley, donde —aseguran— siguieron operando traficantes de drogas, de armas y más adelante de migrantes.
“Vamos a cerrar Darién y vamos a repatriar a todas estas personas como corresponde, respetando los derechos humanos", lanzó Mulino en una reciente actividad de campaña. Los expertos ven difícil cerrar una peligrosa jungla por donde el año pasado cruzaron más de medio millón de migrantes, una cifra récord.
Como ministro de Seguridad, Mulino fue blanco de duras críticas y denuncias por la represión policial de una protesta de bananeros indígenas en las norteñas provincias de Bocas del Toro y Chiriquí en 2010 que dejó dos muertos y más de 100 lesionados por disparos de perdigones, entre ellos con lesiones oculares.
Algunos de los rivales le han recriminado esa represión a Mulino exigiéndole que participara en los debates para que respondiese a ése y otros asuntos, pero el candidato declinó asistir a los tres debates celebrados.
Mulino ha dicho que de ganar la presidencia ayudaría a Martinelli, de 72 años, a salir de sus líos con la justicia, pero ha descartado un posible indulto. En su cierre del domingo dijo que “Ricardo (Martinelli) no puede estar compartiendo con nosotros por la injusta persecución política contra él”.
“Hay demasiadas incógnitas con respecto a Mulino”, asegura el analista y columnista del diario panameño La Prensa, Rodrigo Noriega. “Todo el tema anticorrupción, el tema de las protestas sociales, recordemos que fue sumamente severo con las protestas indígenas en Changuinola (Bocas del Toro) y San Félix (Chiriquí). Además, la mano suave del tema con la corrupción de Ricardo Martinelli”.