La violencia golpea Sinaloa tras el arresto de Ovidio Guzmán
La captura de Ovidio Guzmán, el hijo del encarcelado exjefe del cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán, en Culiacán, sumió a la capital del estado en una jornada de terror inédita desde octubre de 2019, la última vez que las autoridades trataron de capturar al joven Guzmán, de 32 años y apodado “El Ratón”
Aún no había salido el sol en Culiacán cuando David Téllez y su familia pusieron rumbo al aeropuerto de la ciudad para tomar un vuelo de regreso a la Ciudad de México tras sus vacaciones. Pero poco después de salir se encontraron con el primer obstáculo: un auto abandonado les cortaba el paso.
Téllez consultó las redes sociales para descubrir qué estaba pasando y vio que la capital del estado de Sinaloa, bastión de cártel homónimo, estaba plagada de retenes y tiroteos.
Pasarían horas antes de que el secretario de Defensa del país confirmara que el ejército había capturado a Ovidio Guzmán, un hijo del conocido exjefe del cártel Joaquín “El Chapo” Guzmán, en una operación que se llevó a cabo en la madrugada del jueves al norte de la ciudad.
Y así, Culiacán se sumió en una jornada de terror inédita desde octubre de 2019, la última vez que las autoridades trataron de capturar al joven Guzmán, de 32 años y apodado “El Ratón”.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha arremetido contra los agresivos esfuerzos de sus predecesores para arrestar a los capos de la droga, pero su gobierno apresó a una figura de alto perfil a apenas unos días de recibir al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y, al menos en el corto plazo, los residentes eran quienes pagaban el precio.
En las redes sociales, los culiacanenses publicaron videos en los que se veían caravanas de hombres armados a bordo de camionetas y todoterrenos circulando por las avenidas. Al menos una incluía un camión abierto con un arma montada en la parte trasera, el mismo tipo de vehículo que causó caos y destrucción en los disturbios de 2019.
Todas las entradas a la ciudad estaban bloqueadas y en otras partes de Sinaloa se vivían situaciones similares.
El sacerdote Esteban Robles, vocero de la diócesis católica en Culiacán, indicó que “(hay) un ambiente tenso, de incertidumbre" y que quienes podían no salían de sus casas.
"Muchas calles aún están bloqueadas por los autos que fueron quemados”, dijo.
Por su parte, las autoridades locales pidieron en un aviso que “¡No salgas de casa! La seguridad de la ciudadanía de Culiacán es lo más importante”. Las escuelas, oficinas del gobierno municipal y muchos negocios privados no abrieron sus puertas.
Oscar Loza, un activista de derechos humanos en la ciudad, describió la situación como tensa, con algunos saqueos en tiendas. En el sur de Culiacán, donde él vive, la gente reportó que convoyes de hombres armados se dirigían hacia una base militar, pero Loza indicó que las calles próximas a su casa estaban inquietantemente tranquilas. “No se escucha tráfico vehicular”, afirmó.
En su intento por llevar a su familia de regreso a la capital mexicana, Téllez sorteó varios vehículos abandonados que bloqueaban las carreteras y consiguió llegar al aeropuerto. Una vez allí, se apresuraron a facturar antes de que los empleados de un restaurante les instaron a refugiarse en un baño. Unos hombres armados estaban llegando para impedir el traslado de Guzmán en avión.
Juan Carlos Ayala, un profesor de la Universidad de Sinaloa que reside en Culiacán y estudia la sociología del narcotráfico, apuntó que Ovidio Guzmán era un objetivo obvio desde al menos 2019.
“A Ovidio se la tenían sentenciada. Además era ubicado como el mayor traficante de fentanilo y era el operador más visible de ‘Los Chapitos’", dijo mencionando el nombre de la facción del cártel que dirigía junto a sus hermanos, Iván Archivaldo y Alfredo.
Preguntado por la reacción de la población local, Ayala manifestó que "En la gente hay opiniones encontradas, pero creo que la mayoría está con ellos” — con el cártel de Sinaloa.
Eso podría deberse al dinero que la organización delictiva aporta a la región, pero también porque los residentes saben que, cuando se retiren las tropas federales, el cártel seguirá estando allí. Y por malo que sea, el grupo ha garantizado una relativa estabilidad, sino la paz.
Ovidio Guzmán fue acusado de narcotráfico por Estados Unidos en 2018. Según ambos gobiernos, había asumido un papel cada vez más importante entre sus hermanos en la gestión de los negocios de su padre junto con el que fuera jefe de la organización durante mucho tiempo, Ismael “El Mayo” Zambada.
El canciller mexicano Marcelo Ebrard confirmó que el país recibió una solicitud para su detención con fines de extradición en septiembre de 2019, que ahora deberá ser actualizada y seguir su trámite. De momento, agregó, Ovidio Guzmán “esperaría un proceso aquí en México” por un caso abierto.
Ismael Bojórquez, director del medio local Riodoce, que está especializado en la cobertura del narcotráfico en la región, señaló que la reacción violenta estaba relacionada con la postura menos agresiva del presidente hacia el crimen organizado.
"Ellos (los cárteles) han aprovechado estos cuatro años para organizarse, armarse, fortalecer sus estructuras, sus finanzas”, dijo. “Creo que ahora hay más armas que hace tres años. Los ejércitos del crimen organizado se han fortalecido todos, no solo más ‘los Chapitos’, y este es el precio que la sociedad está pagando por esta estrategia del gobierno federal”.
En el aeropuerto, un avión militar pudo llevar a Guzmán a la Ciudad de México. El vuelo comercial en el que viajaba Téllez esperaba su turno para despegar cuando dos grandes aeronaves del ejército aterrizaban con soldados, igual que tres o cuatro helicópteros militares, mientras marines y soldados comenzaban a desplegarse por el perímetro de la pista.
Cuando el avión se dispuso por fin a acelerar, Téllez escuchó disparos en la distancia. En cuestión de 15 segundos, el ruido era de pronto más intenso y mucho más cercano, y los pasajeros se arrojaron al piso, relató.
No supo que el aparato había sido alcanzado hasta que una aeromoza se lo comunicó. Nadie resultó herido, pero el avión tuvo que regresar a la terminal.
Samuel González, fundador de la fiscalía especial de México contra el crimen organizado en la década de 1990, dijo que la captura de Guzmán fue un “regalo” antes del viaje de Biden. El gobierno mexicano “está trabajando para tener una visita muy tranquila”, agregó.
Dijo que los disparos al avión comercial fueron “sin duda, un acto de terrorismo internacional" y sugirió que podrían derivar en conversaciones muy serias entre los dos gobiernos acerca de las implicaciones de estas acciones.
Téllez seguía en la terminar por la noche. El gobierno cerró el aeropuerto de la ciudad, así como los de Los Mochis y Mazatlán por motivos de seguridad.
Preguntado por si el intento de apresar a Guzmán compensaba otro día de tensión e incertidumbre en Culiacñan, Téllez indicó que “si lo detuvieron, valió la pena".
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Los periodistas de The Associated Press Fabiola Sánchez y Christopher Sherman contribuyeron a este despacho.