Paquita es despedida por el barrio que la vio ascender a la fama
Con ovaciones, música y flores, admiradores, familiares y amigos se despidieron el viernes de Paquita la del Barrio, precisamente en el barrio que la vio ascender a la fama y en el que se convirtió en una integrante querida por su comunidad.
Sus restos fueron llevados al mediodía en una elegante carroza de una funeraria hacia Plaza Garibaldi en el Centro Histórico de la Ciudad de México, donde fue recibida con mariachis y cantos de su éxito “Rata de dos patas” así como otros temas populares como “Libro abierto” y “Las golondrinas”, una canción tradicional mexicana para despedidas y funerales.
Paquita falleció el lunes a los 77 años en su natal estado de Veracruz, donde tuvo un funeral privado. El viernes era la despedida abierta para el pueblo al que le cantó.
“¡Paquita, Paquita!”, gritaba la multitud congregada en Garibaldi.
Algunos acudieron a despedirla desde sitios tan lejanos como Ecatepec, en el Estado de México, como Sofía Martínez, de 60 años.
“En las fiestas poníamos Paquita y a cantar”, dijo Martínez, que la escuchaba de “toda la vida”.
Otros exaltaron su calidad humana.
“Lo sincera, lo mujer, la parte de esa mujer sufrida, de esa mujer mexicana que quiere prosperar, que quiere salir adelante; ella luchó mucho para tener este éxito”, dijo Flor Isela Zetina, de 72 años, quien había ido acompañada de un par de amigas para despedir a Paquita. “Sí la llegamos a ver en vivo, incluso se notaba algo enferma hace ya un par de años, ya lo manifestaba, ya cantaba sentada. Bellísima la mujer, la vamos a extrañar, un ícono de este país”.
Había muchas mujeres, pero no faltaron los fans masculinos como el maestro albañil Eusebio Luna González, de 65 años.
“Soy su admirador, tengo hasta fotos con ella y sé dónde vive aquí en la Guerrero”, dijo. “A mí me encantaba la música de ella… Su personalidad y su decisión”.
Uno de los mariachis que le cantaron a Paquita en Garibaldi era Rogelio Soto Verdin, de 79 años, quien recordó que llegó a trabajar en su restaurante y centro nocturno Casa Paquita, en la Colonia Guerrero.
“Había una canción que yo se la cantaba que es ‘Llorarás’ porque estaba muy golpeada de su vida y yo se la cantaba: me decía ‘ojos de aceituna, ven, canta ‘Llorarás’”, dijo Soto Verdin. “La mera verdad, sí les aventaba mucho (a los hombres), porque ella sufrió mucho con los hombres... Sintió lo peor de un hombre”.
Tras su paso por Garibaldi, la carroza fúnebre se dirigió al Mercado Martínez de la Torre en la Colonia Guerrero, donde fue despedida por locatarios y fans.
“Nunca me ha gustado ni un artista, la verdad, pero Paquita, me identificaba con ella, era mi clienta”, dijo Xóchitl Morales quien desde hace 35 años vende tepaches y dulces en el mercado donde Paquita y sus familiares solían hacer la compra para su restaurante. “Fue clienta y siguen siendo clientes del mercado”.
Finalmente, poco antes de la 1:00 pm la carroza arribó a Casa Paquita en el número 202 de la calle Zarco en la Guerrero, una de las colonias o barrios de clase popular más antiguos de la Ciudad de México. En Casa Paquita se realizó una misa con la urna de la cantante a la que asistieron familiares, amigos y medios de comunicación. Frente a la casa, se había colocado un templete y tocaban músicos de banda.
“Soy su vecina”, dijo Alejandra Espinosa, de 72 años. “Ella empezó en la calle de Sol, ahí puso su primer negocio de una fonda de comida, creció, le luchó mucho. Era muy buena, hermosa también. Varias veces vine a su restaurant”.
No muy lejos Rafael Fuentes, de 22 años y estudiante de ingeniería en audio, iba acompañando a su abuela para que se despidiera de Paquita, aunque dijo que por esta cercanía él mismo se había convertido en admirador.
“Musicalmente creo que tanto la técnica vocal que tenía, pero sobre todo lo artístico, sí era auténtica, te podías identificar con ella”, dijo.