Una Copa América penitenciaria pone a jugar a los reos de varias cárceles de Perú
El pabellón número seis de una cárcel de Perú con 500% de hacinamiento se convirtió el martes en la sede del primer encuentro de un torneo de fútbol de salón, llamado Copa América penitenciaria, una actividad de resocialización que tomó el nombre del próximo campeonato de fútbol continental.
Hasta la prisión del Callao —cuya tasa de hacinamiento es la más alta del país—, ubicada a 11 kilómetros al oeste de Lima, llegaron una treintena de presos, pertenecientes a dos equipos de otras dos cárceles capitalinas. Se bajaron, entusiastas, de un par de buses que tenían ventanas diminutas y enrejadas.
Los reos vestían uniformes de las selecciones de Argentina y Brasil, usaban zapatos deportivos, pero llevaban grilletes en manos y pies y eran custodiados por guardias armados. Estaban listos para enfrentarse en el partido inaugural de la Copa América penitenciaria.
El patio del pabellón número seis olía a pintura fresca, el piso de cemento pulido estaba pintado de verde y en las paredes habían banderas de las 16 naciones que participarán de la verdadera Copa América, así como frases motivadoras, entre ellas, “el éxito no es un accidente, es perseverancia”.
Los jugadores pasaron a un cuarto dentro de la cárcel donde los guardias les retiraron las esposas usando una pequeña llave. Solo entonces, algunos comenzaron a saltar y mover las piernas para calentarlas, ahuyentando el frío que se cuela en todo el cuerpo en pleno invierno limeño. Luego salieron al patio donde se realizaba una ceremonia previa al encuentro.
A simple vista el patio parecía uno cualquiera donde desarrollaba un encuentro deportivo con muchos invitados, pero si se miraba con cuidado se podía ver que sobre las paredes habían cercos con púas metálicas, un torreón de vigilancia y medio centenar de guardias armados con varas y pistolas.
Humberto Montero, un peruano de 45 años, recorría el patio vestido de Pantera Rosa; agitaba las patas y los brazos del felino rosado. “Me relaja y es como un cambio de vida”, dijo Montero, condenado a seis años de cárcel por tráfico ilícito de droga.
Otro reo vestía con el traje de “Capitán”, la mascota oficial de la Copa América 2024, representada en un águila. Por un instante el prisionero se retiró la cabeza de su disfraz de pico amarillo y, con mucha amabilidad, se presentó: Arturo González, venezolano de 20 años, condenado a 26 años de cárcel por robo agravado. “Es muy divertido este momento, es como si no estuviera preso”, dijo y se alejó bailando.
Minutos antes de que inicie el partido inaugural, Javier Llaque, presidente de la agencia administradora de las prisiones peruanas se dirigió a más de un centenar de presos que asistían a la ceremonia. “El árbitro representa la autoridad y la ley”, advirtió. El público, elegido de entre los detenidos con mejor comportamiento —ninguno llevaba grillete o esposas—, lo escuchaba, atento.
Llaque explicó que el torneo carcelario tiene 12 equipos, uno por cada prisión de la costa del Pacífico de Perú, y que la final se jugará a mediados de julio en en el Estadio Nacional de Lima. Durante todo el torneo, se enfrentarán equipos formados por seis jugadores principales y seis suplentes, pero en el último encuentro, los dos equipos finalistas se enfrentarán como los profesionales: con 11 jugadores cada uno.
“Parte de nuestra educación es la educación deportiva donde tienen que practicar tres valores para que nunca más regresen a los penales: disciplina, perseverancia y respeto a la ley”, agregó Llaque.
Antes de arrancar el primer partido, una llovizna de gotas microscópicas comenzó a caer sobre el piso de cemento pulido. El enfrentamiento sería entre la selección de la cárcel de Lurigancho, que vestía camisetas de la selección brasileña, frente a la cárcel Miguel Castro, cuyos integrantes llevaban los colores de Argentina.
Al final la cárcel de Lurigancho se impuso 3-2 a su rival en un encuentro donde los jugadores parecían, por momentos, patinar sobre el piso resbaloso tapizado de gotas de lluvia.
Junior Lozano, árbitro de fútbol de salón, fue convocado para el primer encuentro. Lozano dijo que había que ser estrictos y justos, pero también entender a los jugadores. “Vienen con ganas y coraje”, dijo.
Según datos oficiales, en Perú hay 68 prisiones y el promedio nacional de hacinamiento carcelario es de 140%, pero algunas superan ese porcentaje como la cárcel del Callao, con 500%. En total existen casi 98.000 reos, de los cuales unos 27.000 trabajan en diversos oficios y otros 17.000 estudian su educación básica, incluyendo a 150 que cursan estudios universitarios por correspondencia.