Una ofrenda, una defensa. Así es como esta comunidad de México celebra su origen prehispánico
La transformación espiritual de Claudia Santos está impresa en su piel.
Poco después de que la mexicana abrazara su herencia prehispánica y se comprometiera a difundir la palabra de sus ancestros en el barrio de Tepito, en Ciudad de México, Santos se tatuó en la muñeca el símbolo “Ollin”, que significa “movimiento” en Náhuatl.
“Me lo hice como huella de mi nombre”, dijo la mujer de 50 años minutos antes de iniciar una ceremonia ancestral Mexica en el barrio de Tepito. “Para portar una insignia que me represente como la identidad que soy”.
Desde 2021, cuando fundó una organización que difunde el legado Mexica entre sus comunidad, Santos y otros miembros de pueblos originarios cercanos se reúnen a mediados de agosto para honrar a Cuauhtémoc, último emperador o “tlatoani” de México-Tenochtitlan, nombre que llevaba la capital antes de caer en manos de los españoles en 1521.
“La importancia de estar aquí, 503 años después de esos sucesos, es no sólo dignificar a Tepito como un barro originario de resistencia, fuerza y constancia”, dijo Santos. “Éste es un portal energético, un ‘teocalli’ sagrado ('casa de los dioses', en Náhuatl)”.
El sitio que eligió para realizar las ceremonias tiene un profundo significado sagrado en la historia de México. Aunque actualmente es una iglesia católica, también fue el sitio en el que Cuauhtémoc —quien no sólo fue un líder político sino también espiritual— inició la última defensa del territorio que se perdió ante los conquistadores europeos.
“Nuestro abuelo Cuauhtémoc está aquí con nosotros”, dijo Santos, quien agregó que el espacio en el que hoy se alza la iglesia está alineado con el sol. “Las memorias cósmicas de los ancestros nos van a acompañar”.
Aunque no estuvo presente durante la realización de los rituales, el sacerdote a cargo de la Parroquia de la Concepción Tequipeuhcan, en Tepito, accedió a que Santos y otros líderes espirituales llevaran a cabo sus celebraciones en la explanada del templo. Las jornadas arrancaban temprano, preparando el entorno con flores, semillas y figuras prehispánicas, entre otros elementos.
“Estoy muy agradecida porque nos permiten ocupar nuestros recintos sagrados nuevamente”, dijo Santos. “Que hagamos esta conformidad entre un culto religioso y un culto espiritual es para mí la máxima alegría”.
Días antes, cuando las actividades de su organización fueron inauguradas el 9 de agosto, un guía espiritual maya también realizó un ritual a las puertas de la iglesia.
“Vamos a hacer el acto de arrodillarse a ofrendar —no en humillación— ante el Creador de todo lo que existe”, dijo Gerardo Luna, el líder espiritual que ofreció miel, incienso, azúcar, licor y otros objetos como alimento para el fuego.
“El fuego representa el oído del Creador”, añadió. “Es el elemento que nos vincula a su espíritu, que está impregnado en todo lo que existe”.
Para él también es relevante la realización de prácticas ancestrales en un espacio católico.
“Hay diferentes formas de entender la espiritualidad, pero hay un sólo lenguaje: el del corazón”, dijo Luna. “Los hermanos católicos respiran el mismo aire que nosotros, todos tenemos sangre roja en nuestras venas y al final tus huesos y los míos son los mismos”.
Sintiendo curiosidad por el sonido del caracol que se sopló para anunciar los rituales y el humo del copal, algunos vecinos de la zona se acercaron a la iglesia y participaron en los rituales Maya y Mexica.
Lucía Moreno, de 75 años, dijo que le hacían sentir en paz. Tomás García, de 42, explicó que es católico, pero estas ceremonias lo purifican y le permiten dejar ir cualquier mal.
Para otras personas como Cleotilde Rodríguez acercarse a los ancestros —y a Dios— obedece a una mayor necesidad de confort emocional.
La mujer de 78 años contó después del ritual Mexica que rezó por su salud y bienestar. No hay doctor o medicina que haya curado el dolor en sus rodillas y ninguno de sus 10 hijos la visita o llama para preguntar cómo está. Uno más de sus hijos, explicó, se ahorcó hace algunos años y desde entonces no ha encontrado consuelo.
“Esto es lo que me pasa, así que espero que Dios me dé licencia para seguir trabajando y que no me corte mi camino, porque ¿entonces qué hago?”.
El “Tlalmanalli”, como se conoce a la ceremonia tradicional Mexica a la que asistió, es una ofrenda a la Madre Tierra. Todos los miembros de la comunidad son invitados a participar y, con ello, beneficiarse con su poder espiritual.
“Lo que se llevan es medicinal”, dijo Santos. “Como todo está bendecido, consagrado, las personas se llevan también una medicina para la vida que puede utilizarse en momentos de tristeza”.
Santos no siempre estuvo consciente de la profundidad de la cosmovisión Mexica y de otros pueblos originarios, pero hace un par de décadas, tras sentir que el catolicismo no llenaba su espíritu, inició una búsqueda.
Investigó sobre budismo e hinduismo. Practicó yoga y estudió el despertar de la conciencia. Escarbó por aquí y por allá sin dejar de preguntarse ¿Qué hay en mi país? ¿Por qué si otras naciones tienen sus gurús, no hay más referencias espirituales en México?
En los Mexicas encontró respuestas. Los redescubrió como hombres y mujeres espirituales que resistieron a cualquier pena y desafío sin perder nunca su conexión con sus ancestros y su tierra.
Como parte de su transformación espiritual, Santos adquirió un nombre nuevo, esta vez en Náhuatl y atado al calendario prehispánico. Y entonces, así como sus padres la bautizaron en la misma iglesia de Tepito en que ahora realiza prácticas ancestrales, la mujer abrazó su nueva espiritualidad. Y, en una ceremonia de “sembrado”, se le llamó “Ollin Chalchiuhtlicue”, que se traduce como el “movimiento del agua preciosa”.
Ese nombre, explica, es más que letras. Conlleva una misión y visión para este plano terrenal.
El que ella eligió fue el de atender a la última consigna de Cuauhtémoc, las palabras que legó antes de dar la última batalla en nombre de su pueblo: Puede que el sol se haya apagado, pero ya volverá a salir, y hasta entonces debemos decir a nuestros hijos —y a los hijos de sus hijos— lo grande que ha sido la gloria de nuestra Madre Patria.
“Bajo estas formas espirituales que tenemos de la tradición Mexica recuperamos la dignidad, la esencia y el espíritu de nuestro barrio originario”, dijo Santos. “Estar aquí es una dicha, pero también ha sido y seguirá siendo un trabajo de resistencia”.
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