Mascarillas y sana distancia: hay un panorama muy diferente en la Casa Blanca
Las señales más claras de un nuevo jefe al mando, en el corazón de Washington D.C.
Pulseras para demostrar que uno se sometió a la prueba diagnóstica. El uso obligatorio de la mascarilla. La distancia entre los escritorios. Las señales más claras de que hay un nuevo jefe en la Casa Blanca son las medidas de salud pública debido al coronavirus.
Es un contraste evidente con la Casa Blanca de Donald Trump, que fue epicentro de no menos de tres brotes de COVID-19, cuya verdadera magnitud sigue siendo desconocida porque los colaboradores se negaban a hablar públicamente de ello.
Mientras el gobierno de Trump se caracterizaba por desdeñar las recomendaciones de seguridad, el equipo de Biden se empeña en aplicar las normas estrictas que piden a todos los estadounidenses para frenar la transmisión del virus.
Es parte de una campaña general del presidente Joe Biden para liderar con el ejemplo, una ética que aplicó durante su campaña presidencial y con su equipo de transición.
“Una de las grandes tragedias del gobierno de Trump fue su negativa a reconocer que muchos estadounidenses siguen el ejemplo de nuestros líderes”, dijo Ben LaBolt, un exsecretario de prensa del presidente Barack Obama que trabajó en la transición de Biden.
La mayoría del personal de la Casa Blanca trabaja desde su casa y se coordina con sus colegas por email o teléfono. Aunque la presidencia quiere aumentar la semana entrante el personal que trabaja desde casa, la intención es trabajar con personal reducido mientras dure la pandemia.
Cuando Biden tomó juramento a cientos de empleados el miércoles, la ceremonia fue virtual: el presidente veía a los miembros de su equipo en pantallas de video.
Jeffrey Wexler es el director de operaciones de COVID-19 que supervisa la aplicación de las normas de seguridad en todo el gobierno, una función que también cumplió durante la campaña y la transición. La secretaria de prensa Jen Psaki indicó que todos los que trabajan en la oficina recibirán pruebas a diario y el uso de la mascarilla N95 será obligatorio.
El decreto de Biden requiere que empleados, contratistas y otras personas en los edificios y tierras federales deben usar mascarillas y respetar el distanciamiento social. Los jefes de organismos pueden decidir “excepciones caso por caso”. Por ejemplo, Psaki se quita la mascarilla cuando ocupa el podio para hablar con la prensa.
Los funcionarios que trabajan en contacto con Biden llevan pulseras como indicación que se les ha realizado la prueba ese día. Cada evento es coreografiado minuciosamente para mantener la distancia social, con tiras de papel engomado sobre la alfombra para indicar a la vicepresidenta Kamala Harris y el doctor Anthony Fauci dónde deben estar parados cuando Biden pronuncia un discurso.