Análisis genéticos indican que los primeros humanos hibridaron con tres especies extintas

El legado de los denisovanos persiste en el ser humano actual: nuevos hallazgos indican cómo ciertos genes de estos antiguos homínidos influyen en la adaptación al frío y a la altura

Liam O'Dell
Miércoles, 13 de noviembre de 2024 16:17 EST
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Parece que la promiscuidad actual puede remontarse a nuestros primeros antepasados. Científicos del Trinity College de Dublín descubrieron que algunos de los genes de un grupo de homínidos conocido como los denisovanos pueden encontrarse en los humanos actuales, gracias al menos a tres acontecimientos distintos en los que participaron tres poblaciones denisovanas distintas.

Los hallazgos de los académicos se suman a la publicación del “primer borrador” del genoma neandertal (es decir, el conjunto completo de genes de un organismo) en 2010, y al análisis de un genoma secuenciado a partir de un hueso de dedo perteneciente a un denisovano, hallado en la cueva Denisova, en los montes Altai de Siberia.

En ambos casos, los genomas mostraron que los grupos (neandertales y denisovanos) se habían cruzado con humanos modernos.

Ahora, en un artículo de revisión publicado en Nature Genetics, las investigadoras Linda Ongaro y Emilia Huerta-Sánchez esbozaron pruebas de que múltiples grupos denisovanos situados en varios continentes se habían adaptado a entornos diferentes.

También detallan una serie de genes de origen denisovano que beneficiaron al humano actual.

“Entre ellos hay un epicentro genético que confiere tolerancia a la hipoxia, o condiciones de poco oxígeno, lo que tiene mucho sentido, ya que se observa en poblaciones tibetanas; múltiples genes que confieren una mayor inmunidad; y uno que influye en el metabolismo de los lípidos, al proporcionar calor cuando recibe estímulos fríos, lo que confiere una ventaja a las poblaciones inuit del Ártico”, explicó la Dra. Ongaro.

Señaló que existe la “idea errónea” de que evolucionamos “de repente y ordenadamente a partir de un antepasado común, cuando en realidad el humano moderno se cruzó con diferentes homínidos”.

Según la Dra. Ongaro: “A diferencia de los restos neandertales, el registro fósil denisovano consta solo de ese hueso del dedo, una mandíbula, dientes y fragmentos de cráneo”.

“Pero al aprovechar los segmentos denisovanos supervivientes en los genomas humanos modernos, los científicos descubrieron pruebas de al menos tres acontecimientos pasados por los que genes de poblaciones denisovanas distintas se abrieron camino hasta las firmas genéticas de los humanos modernos”.

Ongaro añadió que futuras investigaciones —como “análisis genéticos más detallados en poblaciones poco estudiadas” que podrían desenterrar “rastros ocultos de ascendencia denisovana”, además de la integración de información arqueológica y más datos genéticos— podrían contar una “historia más completa” de las aportaciones de los denisovanos y “rellenar algunas lagunas más”.

Traducción de Michelle Padilla de un artículo de Indy100

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