Dos días después del rapto de estudiantes en Nigeria, se van perdiendo esperanzas de hallarlos
Rashidat Hamza está desesperada. Todos menos uno de sus seis hijos se encuentran entre los casi 300 estudiantes secuestrados en su escuela en el noroeste de Nigeria, una zona plagada de extremistas islámicos y grupos armados.
Han pasado más de dos días desde que sus hijos, de entre 7 y 18 años, fueron a la escuela en la remota ciudad de Kuriga, en el estado de Kaduna, y fueron raptados por hombres armados. El sábado todavía estaba en shock.
Las autoridades informaron que entre los secuestrados se encuentran alrededor de 100 niños de 12 años o menos en el estado conocido por asesinatos violentos y carreteras peligrosas donde la gente es secuestrada regularmente.
“No sabemos qué hacer, pero creemos en Dios”, dijo Hamza a The Associated Press durante una visita al poblado.
El secuestro masivo en Kuriga fue el tercero que se registra en el norte de Nigeria desde la semana pasada; un grupo de hombres armados secuestró a 15 niños de una escuela en otro estado del noroeste, Sokoto, antes del amanecer del sábado, y unos días antes 200 personas —en su mayoría mujeres y niños desplazados por los conflictos armados— fueron secuestradas en el estado nororiental de Borno.
Los secuestros son un crudo recordatorio de la crisis de seguridad que azota al país más poblado de África.
Ningún grupo se ha atribuido la responsabilidad de los secuestros recientes, pero se sospecha que los extremistas islámicos que libran una insurgencia en el noreste perpetraron el rapto en Borno. Los lugareños culpan de los secuestros en las escuelas a los pastores que están en conflicto con las comunidades asentadas.
No es la primera vez que un secuestro de estudiantes en Nigeria conmociona al mundo. En 2014, extremistas islámicos raptaron a más de 200 colegialas de Chibok en Borno, lo que desató la campaña mundial #BringBackOurGirls en las redes sociales. Una década después, hasta ahora al menos 1.400 estudiantes nigerianos han sido secuestrados de sus escuelas en circunstancias similares. Algunos todavía están cautivos, incluyendo casi 100 de las niñas de Chibok.
Al recordar el secuestro del jueves, Nura Ahmad, una maestra, dijo a la AP que los estudiantes apenas se estaban instalando en sus aulas en la escuela primaria y secundaria del gobierno cuando hombres armados “llegaron en docenas, a bordo de bicicletas y disparando esporádicamente”.
“Rodearon la escuela y bloquearon todos los caminos... y carreteras” para impedir la llegada de ayuda antes de raptar a los niños en menos de cinco minutos, detalló Ahmad.
Policías y soldados nigerianos se adentraron el viernes en los bosques para buscar a los niños desaparecidos, pero peinar las zonas boscosas del noroeste de Nigeria podría llevar semanas, dijeron observadores.
“Desde que esto sucedió, mi cerebro está confuso”, aseveró Shehu Lawal, padre de un niño de 13 años que se encuentra entre los secuestrados.
“Mi hijo ni siquiera desayunó antes de irse. Su madre se desmayó (al enterarse de la noticia)”, añadió.
Algunos aldeanos como Lawan Yaro, cuyos cinco nietos se encuentran entre los secuestrados, señalan que sus esperanzas se desvanecen.
La población está acostumbrada a la inseguridad de la región, “pero nunca ha sido así”, afirmó.
“Estamos llorando, buscando ayuda del gobierno y de Dios, pero son los secuestradores quienes decidirán traer a los niños de regreso”, dijo Yaro. “Dios nos ayudará.”
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El periodista de The Associated Press Sunday Alamba contribuyó a este despacho desde Kuriga.