Bajo el calor abrasador del verano en Gaza, palestinos viven rodeados de aguas residuales y basura

Wafaa Shurafa,Julia Frankel
Jueves, 27 de junio de 2024 12:32 EDT
PALESTINOS AGUAS SUCIAS
PALESTINOS AGUAS SUCIAS (AP)

Niños con sandalias caminan fatigosamente por agua contaminada con aguas residuales y escalan crecientes montículos de basura en los abarrotados campamentos de tiendas de campaña de familias desplazadas en Gaza. La gente hace sus necesidades en fosos cubiertos de arpilleras, sin ningún lugar cercano donde lavarse las manos.

En el sofocante calor del verano, los palestinos dicen que el olor y la suciedad que los rodea es simplemente otra realidad ineludible de la guerra, como las punzadas de hambre o los sonidos de bombardeos.

La capacidad del territorio para eliminar la basura, tratar aguas residuales y suministrar agua potable ha sido prácticamente diezmada por ocho meses brutales de guerra entre Israel y Hamás. Esto ha empeorado las sombrías condiciones de vida y aumentado los riesgos para la salud de cientos de miles de personas privadas de un resguardo adecuado, alimentos y medicinas, dicen los grupos de ayuda.

Los casos de hepatitis A están en aumento y los médicos temen que a medida que llegue el clima más cálido, sea cada vez más probable que se produzca un brote de cólera si no hay cambios drásticos en las condiciones de vida. Naciones Unidas grupos de ayuda y autoridades locales se movilizan con rapidez para construir letrinas, reparar tuberías de agua y volver a poner en funcionamiento las plantas desalinizadoras.

La Coordinación de las Actividades del Gobierno en los Territorios (COGAT, por sus siglas en inglés), el organismo militar israelí que coordina los esfuerzos de ayuda humanitaria, dijo que participa en los trabajos para mejorar la “situación de higiene”. Pero el alivio no llegará lo suficientemente pronto.

“Las moscas se paran en nuestra comida”, dijo Adel Dalloul, de 21 años, cuya familia se instaló en un campamento de tiendas de campaña en la playa cerca de la ciudad de Nuseirat, en el centro de Gaza. Terminaron allí tras huir de la ciudad sureña de Rafah, a donde llegaron luego de abandonar su hogar en el norte de Gaza. “Cuando intentas dormir, las moscas, los insectos y las cucarachas se trepan en ti”.

Más de un millón de palestinos vivían en campamentos de tiendas de campaña montadas apresuradamente en Rafah antes que Israel invadiera en mayo. Desde que huyeron de Rafah, muchos se han refugiado en zonas aún más pobladas e insalubres del sur y centro de Gaza que los médicos describen como caldos de cultivo para enfermedades —especialmente porque las temperaturas alcanzan regularmente los 32 grados Celsius (90 grados Fahrenheit).

“El hedor en Gaza es lo bastante fuerte para provocar náuseas de inmediato”, dijo Sam Rose, un director de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA, por sus siglas en inglés).

Las condiciones también cobran un precio emocional.

Anwar al-Hurkali, quien vive con su familia en un campamento de tiendas de campaña en la ciudad de Deir al-Balah, en el centro de Gaza, dijo que no puede dormir por miedo a los escorpiones y los roedores. No deja que sus hijos salgan de su tienda, agregó, por temor a que enfermen por la contaminación y los mosquitos.

“No podemos soportar el olor de las aguas residuales”, puntualizó. “Nos está matando”.

FALLA DE LOS SERVICIOS BÁSICOS

La ONU estima que casi el 70% de las plantas de agua y saneamiento de Gaza han sido destruidas o dañadas por los intensos bombardeos de Israel. Eso incluye las cinco instalaciones de tratamiento de aguas residuales del territorio, además de plantas desalinizadoras de agua, estaciones de bombeo de aguas residuales, pozos y embalses.

Los empleados que antes administraban los sistemas municipales de agua y desechos han sido desplazados y algunos, han muerto, dicen los funcionarios. Este mes, un ataque israelí en la ciudad de Gaza mató a cinco empleados del gobierno que reparaban pozos de agua, reportó la ciudad.

A pesar de la escasez de personal y de los equipos dañados, algunas plantas desalinizadoras y bombas de aguas residuales funcionan, pero con dificultades por la falta de combustible, explican los trabajadores humanitarios.

Una evaluación de la ONU de dos campamentos de tiendas en Deir al-Balah encontró, a principios de junio, que el consumo diario de agua de la gente —incluida la que bebe y con la que lava y cocina— promediaba menos de 2 litros (alrededor de 67 onzas), muy por debajo de los 15 litros diarios recomendados.

COGAT dijo que se coordina con la ONU para reparar las instalaciones de alcantarillado y el sistema de agua de Gaza. Israel ha abierto tres líneas de agua “que bombean millones de litros diarios” a Gaza, informó.

Pero la gente suele esperar horas en una fila para recoger agua potable de los camiones de reparto y llevar a sus familias todo lo que pueden cargar. La escasez significa que las familias a menudo se lavan con agua sucia.

Esta semana, dijo Dalloul, hizo fila para comprar agua de un vendedor.

“Descubrimos que era salada, estaba contaminada y llena de gérmenes. Encontramos gusanos en el agua. Yo había estado bebiendo de ella”, añadió. “Tuve problemas gastrointestinales y diarrea, y hasta este momento me duele el estómago”.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró un brote de hepatitis A que, a principios de junio, había provocado 81.700 casos de ictericia —un síntoma común. La enfermedad se propaga principalmente cuando personas no infectadas consumen agua o alimentos contaminados con materia fecal.

Debido a que las plantas de tratamiento de aguas residuales han cerrado, las aguas sin tratar se filtran al suelo o son bombeadas al mar Mediterráneo, donde las mareas se mueven hacia el norte, hacia Israel.

“Si hay malas condiciones del agua y aguas subterráneas contaminadas en Gaza, entonces esto es un problema para Israel”, dijo Rose, de la UNRWA. “Esto ha causado acciones por parte de Israel en el pasado para tratar de aliviar la situación”.

COGAT dijo que trabaja para “mejorar los procesos de gestión de residuos” y examina propuestas para establecer nuevos vertederos y permitir la entrada de más camiones de basura a Gaza.

¿A DÓNDE PUEDE IR A PARAR LA BASURA?

Parado descalzo en una calle del campo de refugiados de Nuseirat, Abu Shadi Afana, de 62 años, comparó el montón de basura junto a él con una “cascada”. Informó que los camiones aún arrojan basura allí a pesar de que hay familias que viven cerca en tiendas de campaña.

“No hay nadie que nos proporcione una tienda de campaña, comida o bebida, y, encima de eso, ¿vivimos entre la basura?”, enfatizó Afana. Los desechos atraen insectos que nunca antes había visto en Gaza: pequeños insectos que se pegan a su piel. Cuando se acuesta, dijo, siente como si le estuvieran “comiendo la cara”.

Hay pocos otros lugares a donde pueda transportarse la basura. Cuando el ejército de Israel tomó el control de una zona de amortiguamiento de 1 kilómetro (0,6 millas) a lo largo de su frontera con Gaza, dos vertederos importantes al este de la ciudad de Khan Younis y de la ciudad de Gaza se volvieron inaccesibles.

A falta de ellos, se han desarrollado vertederos informales. Los palestinos desplazados que se quedan sin áreas donde refugiarse dicen que no han tenido más remedio que levantar tiendas de campaña cerca de las pilas de basura.

Imágenes satelitales de Planet Labs —una empresa privada de satélites de observación de la Tierra— analizadas por The Associated Press muestran que un vertedero informal en Khan Younis que surgió después del 7 de octubre parece haberse duplicado en longitud desde enero. Desde la evacuación de Rafah, ha surgido una ciudad de tiendas de campaña alrededor de ese vertedero, y los palestinos viven entre montones de basura.

TEMOR POR EL CÓLERA

Los médicos en Gaza temen que el cólera esté en el horizonte.

“Las condiciones de hacinamiento, la falta de agua, el calor, el saneamiento deficiente: Éstas son las condiciones previas del cólera”, explicó Joanne Perry, médica que trabaja en el sur de Gaza con Médicos Sin Fronteras.

La mayoría de los pacientes padecen enfermedades o infecciones causadas por un saneamiento deficiente, dijo. La sarna, las enfermedades gastrointestinales y las erupciones cutáneas son comunes. Se han reportado más de 485.000 casos de diarrea desde el inicio de la guerra, dice la OMS.

“Cuando vamos al hospital a pedir medicamentos para la diarrea, nos dicen que no están disponibles y voy a comprarlos fuera del hospital”, refirió al-Hurkali. “Pero, ¿de dónde saco el dinero?”.

COGAT notifica que coordina la entrega de vacunas y suministros médicos y está en contacto diario con las autoridades de salud de Gaza. COGAT “no tiene conocimiento de ningún informe auténtico y verificado de enfermedades inusuales distintas de las virales”, agregó.

Con los esfuerzos para negociar un alto al fuego entre Israel y Hamás estancados, Dalloul expresa que ha perdido la esperanza de que la ayuda esté en camino.

“Tengo 21 años. Se supone que empiece mi vida”, dijo. “Ahora sólo vivo frente a la basura”.

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Frankel reportó desde Jerusalén. Los periodistas de The Associated Press Jack Jeffery en Ramallah, Cisjordania, y Michael Biesecker, en Washington, contribuyeron a este despacho.

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